OPINIÓN

Lecciones de liderazgo de Adenauer a Petro

WhatsApp Image 2023-04-28 at 8.43.12 PM.jpg

Por: Luis Gabriel Galán Guerrero 

El libro Liderazgo: seis estudios sobre estrategia mundial (2022) de Henry Kissinger contiene muchas reflexiones útiles sobre ese tema si pensamos en la segunda crisis ministerial de Petro. El capítulo sobre el canciller de la Alemania federal, Konrad Adenauer (1949–63), es especialmente relevante. Hay algo de sabiduría que merece rescatarse en una sociedad que resistió a la devastación de las guerras religiosas europeas, la invasión napoleónica y dos guerras mundiales. El liderazgo de Adenauer, paciente y moderado aún con sus adversarios políticos, puede ser aleccionador para un Petro, cada vez más inflexible, desconfiado, impaciente y con declaraciones anti-democráticas. 

Existe la tendencia a creer que los problemas colombianos son únicos y descomunales. Adenauer se enfrentó a retos similares aunque mucho más grandes. En los años 50, Alemania estaba devastada, humillada, sin industria, rendida totalmente y ocupada por los aliados y los soviéticos. El canciller alemán debía resolver cómo reconstruir una sociedad destruida por la guerra, cómo unir una nación dividida y cómo recuperar el lugar preeminente de su país en Europa sin despertar el recelo de ingleses, franceses y rusos.

El liderazgo de Adenauer se puso a prueba. Forjó lo que Kissinger denominó "la estrategia de la humildad", que constaba de cuatro principios: aceptar las consecuencias de la derrota alemana; recuperar la confianza de los vencedores; construir una sociedad democrática y crear una federación europea. 

A pesar de las dificultades, en vez de apelar a la soberbia e ideología, Adenauer logró sus objetivos por medio de la sumisión a los ingleses, franceses y norteamericanos. El canciller alemán, que concebía su legado más allá de sí mismo o de su familia, hizo de esa sumisión una virtud, pues comprendía que la desigualdad temporal era la condición previa para que Alemania, con el tiempo, lograra la igualdad de estatus frente a esas naciones. 

En sus negociaciones para recuperar la producción industrial alemana, Adenauer subrayó unas palabras que parecen dirigidas al gobierno colombiano: "No se puede exagerar ni esperar confianza desde el principio. No podemos ni debemos dar por sentado que en los demás se haya producido de repente un cambio de actitud general hacia Alemania, sino más bien que la confianza solo se puede recuperar lentamente, paso a paso". 

En un plazo de catorce años—no de cuatro—esa paciencia y sumisión, que exasperaba a los socialistas, había dado frutos. Alemania recuperó su poderío industrial, ingresó a las comunidades económicas europeas y la Otán. 

Adenauer logró esos objetivos con los elementos y actores políticos disponibles: socialistas, antiguos nazis, conservadores, etc. En muchos casos, reculó; en otros cedió, pero siempre con el ánimo de alcanzar objetivos más grandes que encumbrar su propia vanidad. Su realismo era edificante: persiguió la moralidad sin dejar de ser un político. "Para un líder político, el adjetivo 'apolítico' es la definición de estupidez", le confesó a Kissinger. No eran las palabras de un gamonal colombiano pero tampoco las de un santo alemán. El legado de Adenauer perduró entre sus sucesores. "En mi opinión, la política es una acción pragmática en aras de unos fines morales", declaró una vez el canciller Helmut Schmitt (1974–82). Angela Merkel (2005–17), admiradora de Adenauer, es otra ilustre exponente de ese pragmatismo alemán. 

Dicen que Adenauer disfrutaba las obras de Shakespeare. En el Enrique IV del poeta inglés, uno de sus personajes comenta que puede llamar a los espíritus de las profundidades del mar. Otro le responde: ‘Yo también, así como cualquier otro hombre. Pero, cuando usted los llama, ¿ellos vienen?’ 

Interesante pregunta para Petro. ¿Acudirán políticos y ciudadanos a su llamado en los próximos meses? Tal vez, en lugar de la estrategia de la soberbia y la mermelada, una pequeña dosis de la humildad de Adenauer podría servirle de ejemplo y, por qué no, de antídoto. 

 

últimas noticias

Compartir