El análisis que aquí se publica es de exclusiva responsabilidad del autor y no expresa necesariamente el pensamiento ni la posición de la Fundación Konrad Adenauer, KAS.
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A la expresidenta de la Cámara de Representantes Jennifer Arias se le debe la conversión religiosa más profundamente conmovedora de los últimos años. Una vez revelado que su tesis de maestría era un vulgar plagio y ahora alejada de la vida pública, reapareció en las redes como una “esclava de Cristo”. En esta ocasión lo hizo dando crédito a la Biblia y no a Uribe. Hay que reconocerlo: es un signo esperanzador que conlleva el inminente Advenimiento.
Petro, en cambio, no deja el despiporre en Twitter. Esta vez replicó noticias falsas sobre el rescate de niños desaparecidos en un accidente en la Amazonía, generando el gran papayazo presidencial del mes. Solamente comparable al de sus enfrentamientos con el máximo genio egresado de la Sergio Arboleda, quien hace méritos para despuntar como el candidato presidencial de sus verdaderos jefes.
A propósito del sabio, las confesiones del extraditado Salvatore Mancuso sobre el papel de Pachito Santos y Uribe en la creación de las bandas paramilitares sindicadas por múltiples matanzas en Colombia no son primicias, precisamente, pero el fiscal de sus bolsillos continúa despelucándose por enterrarlas.
Vivito y coleando, así, Uribe apoyará —para consternación del iluso Gilberto Tobón, quien jurábase su amigue— la candidatura de “Plata es Plata” Gutiérrez a la Alcaldía de Medellín. Al tiempo, Daniel Quintero deja listos contratos millonarios con los cuestionados catalanes que asesoran a Verónica y su marido, mientras ella no quiere dejar de bailar pues, convengamos, es ejemplo preclaro del vivir sabroso.
Como el senador Álex Flórez, inmolado la noche de una nada glamorosa farra en Cartagena. Hay que relevar su altísimo compromiso político: conmovido por una reciente masacre en su fuero literalmente más íntimo y solidarizándose con las víctimas, agredió a policías mientras se escurría el agua de la vida justo desde aquel miembro que lo retrata de cuerpo entero. Apenas sancionado, promete hacerse a un lado pasajeramente.
Otro con las barbas en remojo es el mutante Roy Barreras no por camaleón sino por sapo.
La meme ministra, Irene Vélez, aparece este mes asociada a la crisis en varios departamentos del suroccidente del país que se quedaron, por días, sin acceso al gas natural. Agua sin gas, arepas a la leña y huevos fritos al techo de zinc confirman su visión futurista sobre la energía en este país.
Los debates sobre inteligencia artificial (IA) destacan gracias al auge de ChatGPT, una tecnología urgente de aplicarse a las reformas legislativas del gobierno para acelerarlas. Bajo el comando “para dejar felices a todos los partidos en Colombia, elabore una reforma a la salud a la medida de aquellos, sin tocar a las EPS y añadiéndole un toquecito revolucionario”, la misma resultaría más barata y expedita que la compra de votos.
Los artistas, que todavía dudan de que el “estallido cultural” significa hacer propaganda inter, multi y pluri para el régimen, han manifestado también su preocupación sobre IA y, además, sobre la pésima gestión cultural gubernamental recibiendo como zorra respuesta la que se merecen: “excelente”.
Una arenga final: ¡Ajúa! Al coronel retirado John Marulanda —del recalcitrante Centro Democrático, obvio— se le aplaude el llamado a las tropas para tumbar a Petro. Nada raro, dardos similares se lanzan cotidianamente desde el Senado gracias a la Cabal y su masajista, entre otros parásitos golpistas. El coronel babas, por bobo, quedó señalado hasta por cierta babosa.
Mayo se va junto a los elefantes (¡¿hipopótamos?!) en el salón del encuentro entre “progresistas” del ayer y hoy. Samper y Petro: ¡dos grandes! Si tan solo la Monita Retrechera reviviera…
X. Andrade
Profesor del Departamento de Antropología de la Universidad de Los Andes. Crea e investiga alrededor de los mundos de la imagen, el arte contemporáneo y las narcoestéticas. Su libro “The Vulgarity of Democracy” es recomendado para quienes se interesan en la compleja politicidad de géneros gráficos menores predecesores de los memes.
