Ilustración: Los Naked.

Los que tuvimos que enfrentar la crisis económica que se desató en 1998 nos dedicamos en adelante a que algo similar no se repitiera nunca en Colombia. El sufrimiento social, la pérdida de décadas de ahorro familiar de la clase media, el desempleo de millones de trabajadores, el desánimo y la desesperanza de los más pobres era un panorama desolador.

Tuvieron que pasar 20 años y venir la conjunción de dos crisis fuertes, la del petróleo y la del COVID, para que algo similar aconteciera. Regresó el descreimiento, la desconfianza y la rabia al corazón de la gente. El deseo de intentar cosas nuevas y castigar a los políticos y a las empresas. Ese deseo del cambio por el cambio arribó de la mano de un gobierno que descree de lo construido a lo largo de décadas. 

Hemos escogido los colombianos un mal momento para ensayar novedades. Siento que estamos en el preámbulo de algo similar a 1998. Las razones se pueden agrupar en dos conjuntos: externas e internas. Miremos primero las que vienen de fuera. 

Las razones de afuera 

1. En 2022 se da fin del súper-ciclo de liquidez que se inició en 2008 para mitigar la llamada Gran Recesión. Los principales bancos centrales decidieron entonces comprar sinnúmero de activos imprimiendo dinero en cantidades nunca vistas en la historia. Pusieron un piso al precio de los activos, e incluso los llevaron a crecer y alimentaron una burbuja. En 2022 empieza la reversa de esos chorros de liquidez.

2. Cuando llega el COVID, se desata una oleada de keynesianismo, ante el encerramiento de las familias en sus casas, y el cerramiento de segmentos enteros de la economía, como los restaurantes, hoteles, viajes, y buena parte de los servicios y la educación. Los bancos centrales volvieron a imprimir dinero y los gobiernos a gastar al debe. Este año 2022 empieza la reversa de esa largueza en el gasto público mundial, con muchos gobiernos sobre-endeudados.

3. En 2022 se despertó el dragón dormido de la economía mundial, la inflación, que le permitía a los caballeros andantes keynesianios salvar doncellas, enmendar entuertos y corregir desventuras. Luego de un sueño de cuatro décadas, inflaciones cercanas a dos dígitos han aparecido por todos lados. La política anti-inflacionaria mundial, consistente en subir tasas de interés, llega cuando muchos gobiernos menos lo necesitan. Sus pagos de intereses sobre una abultada deuda van a aumentar y el espacio para gastar se reducirá.

4. Sumado al dragón de la inflación, se despertó también el ogro de la recesión, pullado por la guerra de Ucrania, que en el peor momento disparó los precios de la energía y los granos; y se suma a las ya maltrechas cadenas de suministro, la escasez de microchips que ha vaciado los almacenes de carros y electrodomésticos. En fin, la expresión “tormenta perfecta” nunca ha reunido tal conjunción de circunstancias desafiantes como en 2022, que regirán al menos por espacio de los dos próximos años, si no más.

Las circunstancias internas

5. Aquí podemos empezar a enumerar las circunstancias internas. El nuevo gobierno ha decidido que puede prescindir, gradualmente, de los recursos del petróleo. Dice que puede dejar de aprobar más exploración y que contempla controlar la exportación para que las reservas del hidrocarburos “duren más”. Al reducir desde 2022 (gradualmente, dicen), el chorro de dólares que suma cada año el petróleo a la economía harán menos valioso el trabajo de los colombianos en términos de lo que importamos: computadores, carros, motos, tractores, electrodomésticos, ropa, calzado, fertilizantes, insumos, en fin, todas las cosas de afuera que necesitamos dentro. El padre de familia colombiano tendrá que trabajar más días para un computador para sus hijos o un televisor. Antes le ayudaba el petróleo, ahora será a puro sudor. 

6. En 2022 quieren inaugurar una masiva agenda de gasto público: regalar plata a los adultos mayores, a las madres cabeza de familia, a los carboneros de Boyacá, a los jóvenes en edad universitaria, a los maestros de Fecode, a 10 mil doctores que atiendan en las casas (cubanos algunos de ellos?), financiar un mínimo de agua gratis. En eso iba la lista cuando el actual ministro Ocampo la cuantificó en 130 billones, siendo economista en jefe de Sergio Fajardo y contradictor de Petro. No ha cama pa’tanta gente ni presupuesto pa’tanta vaina. Por esa razón:

7. Pretenden cambiar el código tributario para pasar entre 50 y 70 billones de pesos cada año de los bolsillos de los padres de familia y los PyG de las empresas al erario público, para que un puñado de personas en el Palacio de Nariño, el ministerio de Hacienda y otros despachos puedan desplegar su generosidad sin límites. Olvidan que esa plata no existe. Hay que producirla cada año. Olvidan que si los padres de familia y las empresas van a producir ahorro y utilidades para que las gasten Petro y Ocampo, pueden optar por no ahorrar, no producir y no crear utilidades. Olvidan que la gallina de los huevos de oro los puede dejar de poner el día que quiera. Esa es la prerrogativa de la voluntad y la libertad humana. El PIB no existe. Lo hace existir las ganas de los empresarios, profesionales, empleados y trabajadores. 

8. En el momento más inoportuno buscan quedarse con el ahorro pensional (futuro, dicen; el ahorro pasado, el stock, no, no, no). Pero no han dicho nada de forzar a los hogares a ahorrar más para su pensión y equilibrar el inmensamente deficitario régimen público de prima media. En castellano, van a regalar a todos los empleados formales una millonada que no se sabe quién va a pagar. 

9. De artistas, quieren recrear un sistema de Salud obsoleto donde el asegurador será el presupuesto público y la eficiencia del aseguramiento vaya a manos de unos cuantos funcionarios del ministerio de salud. Dios nos libre.

Las circunstancias externas del 1. Al 4. se pueden sumar a las que quieren inocularnos internamente, del 5. al 9, y terminar produciendo un cataclismo. Lo primero que tiene que hacer un funcionario o un gobierno es NO hacer daño. El palo mundial no está para cucharas. La irritabilidad nacional menos. No porque las protestas de hace un año hayan sido alimentadas por Petro contra Duque, habrá garantía de que en meses no reaparezcan contra Petro. 

Es un momento de altísima preocupación. La prudencia debe primar. Por hacer más terminarán haciendo menos. Por no leer el momento histórico tan complicado en que está le economía mundial pueden estrellar la economía nacional. Ustedes están en el timón. No se pongan de artistas, que en este bus estamos montados 50 millones.