OPINIÓN

Petro, a máxima prueba

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Era casi imposible imaginar que el presidente Petro estuviera sometido, tan temprano, a una prueba de la magnitud de ésta a la que está sometida por cuenta de la revelación, casi inobjetable, de que su hijo abusó de su condición para obtener beneficios indebidos. La única salida que le queda al Presidente es ponerse del lado de los que señalan y reclaman castigo. No basta con pedir que las autoridades investiguen.

Debe ser una situación personalmente difícil, tanto que la propia ley lo exonera de colaborar con la justicia, pero Petro está en esa encrucijada, si no su gobierno queda de tal manera debilitado que incluso en el mediano plazo lo que estará en juego es su estabilidad como primer mandatario.
La historia política de Petro no le da margen de maniobra. La contundencia de las acusaciones que hizo durante 30 años en contra de políticos corruptos y  la manera como denunciaba y condenaba el uso del poder por parte de familiares de poderosos para enriquecerse no le permite ahora titubear. No basta con invocar el debido proceso, ni la presunción de inocencia, él sabe bien que en política en estos debates los acusadores, posición que él tuvo durante años, son implacables.
Las pruebas que entregó la ex esposa de su hijo son comprometedoras en relación con la conducta de Nicolás Petro, esas serían suficientes para que un senador como Petro se luciera en un debate en el Congreso cuestionando la integridad del Presidente de la República, que si bien no está en entre dicho, se pone por la relación familiar. Eso solo se desvirtúa si Petro se pone del mismo lado de quienes van a querer usar semejante situación para debilitar su gobierno a solo siete meses de haber arrancado.
Hay posible enriquecimiento ilícito, hay eventualmente tráfico de influencias, hay falsedades en documentos. La Fiscalía seguramente actuará rápido como le corresponde y la Procuraduría lo hará también, dado que Nicolás Petro es un servidor público. No sólo motivadas por el cumplimiento del deber sino también por el enorme incentivo de hacerlo con motivaciones políticas.
El Presidente Petro sabe que casos como éstos sólo son susceptibles de empeorar, casi nunca de mejorar. El periodismo en Colombia es independiente y de incuestionable calidad como para que ya haya echado a andar todas las herramientas investigativas que documenten los encuentros del hijo del presidente con funcionarios gubernamentales y éstos duraran meses dando explicaciones en el Congreso, ante los órganos de control y en los medios sobre esos encuentros.
Al propio Petro le tocará probar una y otra vez que no solo no sabía, sino que había advertido a sus familiares sobre sus límites. Él sabe que en política la presunción de inocencia se respeta poco, tanto que en el propio comunicado de la Presidencia en el que se anuncia la solicitud de investigación a su hijo y su hermano termina diciendo que espera que puedan probarla cuando en realidad es al Estado al que le corresponde probar la culpabilidad.
A semejante escándalo hay que agregarle el que desgraciadamente rodea a la “paz total”. Que unos mafiosos estén repartiendo plata para asegurar cupo en unas listas de eventuales destinatarios de beneficios revela, al menos, que alguien que de alguna manera podría ostentar cercanía con altos funcionarios gubernamentales quería aprovecharse. La actuación de los miembros de la Consejería de paz ha dado lugar para ello y en vez de negarlo deben corregirlo.
De si el hermano del Presidente estaba también abusando de su condición no hay hasta ahora sino rumores, pero es un flanco que el Presidente no puede descuidar porque sumado a las conductas de su hijo el coctel puede resultar insostenible.
Gustavo Petro es un hombre hábil en la política, pero nunca había tenido que sortear una prueba como ésta. El famoso video en el que se registra la entrega de dinero en efectivo para una de sus campañas dejó una mancha que sus contradictores usan permanentemente, eso se vuelve una anécdota frente al nivel de los hechos presentes.
El tema es que cada cosa se parece a alguna que Petro denunció alguna vez: los dineros indebidos en la campaña se parecen al episodio del Ñene en la campaña de Duque sobre el que debe haber decenas de trinos del entonces senador que sus opositores ya desempolvaron; el posible enriquecimiento indebido de su hijo se parece -de alguna manera- a aquello de los él acusaba a los hijos de Uribe, incluso de los “chorros de plata” en la campaña debe haber cuestionamientos suyos a la campaña de Juan Manuel Santos. Por eso su credibilidad está en juego.
Si el Presidente no reacciona adecuadamente se debilitará para la negociación que tiene que hacer en el Congreso para lograr aprobar sus proyectos de ley que ya antes se veían comprometidos.
Si Petro no quiere terminar como Samper tendrá que actuar distinto a como el entonces Presidente lo hizo. No será suficiente decir que “fue a mis espaldas”, al contrario, esa explicación en el contexto político colombiano es casi una auto condena.

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