OPINIÓN

Un Presidente sub iúdice

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Ilustración: Los Naked.

A esta campaña presidencial le cabe el calificativo de histórica por donde se le mire. Por ejemplo, si resulta elegido el ingeniero Rodolfo Hernández será la primera vez que tengamos un presidente electo sub iúdice. Ese hecho inédito coparía la agenda del primer año de gobierno, provocaría una enorme discusión jurídica y traería no pocas consecuencias políticas.

Hernández está citado, por un juez de Bucaramanga, el próximo 21 de Julio a la primera audiencia de juicio. Comienzan las preguntas hipotéticas. Si resulta elegido, ¿Se realizaría la audiencia? Jurídicamente sería posible porque su fuero presidencial solo se activaría un par de semanas después con su posesión. Dado que el juicio no alcanzaría a surtirse antes de esa fecha no resultaría práctico avanzar.

Sea de ello lo que fuere, el juez 10 del circuito de Bucaramanga se verá avocado, a partir del 7 de agosto, a tomar una decisión que estará llena de debates. ¿A quién le envía el expediente?, que en términos de abogado quiere decir ¿A quién le reconoce competencia? Pues ya circulan al menos cuatro teorías. Las tesis se dividen entre enviarla a la comisión de acusaciones de la Cámara, a la plenaria de la misma Corporación, al Senado o directamente a la Corte Suprema de Justicia dado que la justicia ordinaria ya surtió la instrucción y el presidente electo estará en juicio y es en la Corte donde se juzgan penalmente a los presidentes.

Cualquiera sea la interpretación que adopte el juez habrá todo tipo de recursos y controversias. Será, claro, también, un debate político en el que los contradictores del Presidente electo serán grandes protagonistas y él, a través de su abogado defensor, tendrá también que tomar partido.

Hernández intentará, como lo hizo el ex Presidente Uribe, que el proceso se devuelva ante la circunstancia del cambio de juez y de ley procesal aplicable, caso en el cual el proceso llegaría a la Comisión de acusaciones. Hay, en cambio, claro, interpretaciones que dicen que dado que ya hay un llamamiento a juicio debe ser la Corte quien lo recibe en esa etapa procesal, caso en el cual se abre el debate de si el Presidente empieza su período suspendido, dado que la Constitución dice que, aceptada la acusación por el Senado, el Presidente debe dejar su cargo. 

A los constituyentes del siglo XIX, ni a los del XX les cupo en la cabeza que un Presidente en ejercicio debiera atravesar la Plaza de Armas y después la Plaza de Bolívar para atender en el Palacio de Justicia una diligencia en condición de lo que los abogados penalistas llaman encartado. Mucho menos que lo hiciera sobre un largo tapete rojo y flanqueado por la Guardia Presidencial, como lo hizo el Presidente Iván Duque para llegar al Capitolio a votar el pasado 29 de mayo.

Voy a evitar la discusión jurídica porque es compleja y cualquiera opinión sería una más de las miles que habrá si “el ingeniero” resulta elegido como Presidente habiendo sido acusado por la Fiscalía General de la Nación por el delito de celebración indebida de contratos, pero asumo que primará la tesis de que el proceso debe seguir en alguna de las instancias del Congreso, porque la competencia de la Corte requiere de la habilitación por parte del legislador, una especie de requisito de procedibilidad.

Toca entonces imaginar, ya no la controversia jurídica, sino el escenario y la disputa política. Lo primero es que la idea de engavetarlo, que sería probable y ha sido una práctica en el Congreso, no parece que pueda ocurrir porque habrá una gran presión política y de opinión pública.
El Congreso, ¿Aceptará la valoración probatoria que ha hecho la Fiscalía y que la llevó a acusarlo? ¿Ordenarán nuevas pruebas? ¿Valorarán lo que tiene la Fiscalía y dirán que no, que lo que hizo ese organismo no tenía sustento?

Mientras la discusión jurídica copa las secciones de opinión de todos los medios, en el Congreso estarán contando votos. ¿Alcanzan para “tumbar” al Presidente? ¿Lo querrán tumbar? ¿Cómo se habrá “portado” Hernández con los congresistas? ¿Habrá repartido mermelada para asegurar la mayoría y, en este caso, la absolución? ¿Seguirá con su discurso de que son una partida de bandidos a pesar de que ahora serán su “juez”?

Las opciones electorales que llegaron a la segunda vuelta auguran sobre saltos fuertes durante los próximos cuatro años por muy diversas razones. La de Hernández arrancaría además con una espada de Damocles administrada por políticos fustigados por el ex alcalde, aunque la mayoría de ellos van a marcar la cara del ingeniero en la tarjeta electoral el domingo 19.

Eso no tiene como salir bien. El mejor escenario sería que Hernández gaste el primer año de su período en discusiones de baranda y defendiéndose, nada menos que de las acusaciones que hace la Fiscalía, y que logre en algún momento en el Congreso que se cierre el caso. Le quedarían tres años y, seguramente, un desgaste en términos de opinión pública. Un porcentaje importante de la ciudadanía atribuirá el cierre a una componenda politiquera y probablemente para conseguirlo “el ingeniero” tendrá que desdecirse de buena parte de su discurso anti corrupción.

Las otras posibilidades suenan trágicas: el Presidente acusado por la Cámara ante el Senado, éste acepta la acusación, el Presidente tiene que dejar el cargo, mejor no sigo, dejo más bien que, como se usa, en el teatro contemporáneo el cierre del guion lo imagine y lo escribe cada cual. 

¿Cómo creen que terminaría esta historia hipotética?

Si gana Hernández, reserven el 21 de Julio en la agenda para estar atentos a la curiosa circunstancia de un presidente electo sentado en el banquillo de los acusados de un juzgado del circuito de Bucaramanga.

 

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