La mañana arrancó gris para el plebiscito en Bogotá. Desde las ocho de la mañana en la Plaza de Bolívar, los periodistas luchaban por tapar sus cámaras y tomarse un tinto por el frío. Los jurados se instalaban en los puestos de votación y no se veía mayor movimiento fuera del de la logística.

En una carpa con muebles y máquinas de tinto estaba el Registrador, Juan Carlos Galindo. Llamó a la gente a votar “confiada en que todo está listo”.

Mientras hablaba, se veía a los representantes de la empresa Tomas Greg & Sons, que son los encargados de toda la logística hoy junto a otros aliados, con sus chompas y con cara de preocupación por la lluvia, que caía a cantaros.

El presidente Juan Manuel Santos llegó a las ocho pasadas a la mesa 1. Llegó con su familia, con el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo y con el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Era imposible hasta para ellos no mojarse, a pesar del tropel de escoltas y sombrillas.

Según el chat de periodistas de Presidencia, Santos se va a ver los resultados con Sergio Jaramillo en la Casa de Nariño.

La Silla vió cómo algunos funcionarios del Gobierno hablaban preocupados por las votaciones no solo ahí en la Plaza, sino en todo el país. Escribían en un grupo de whatsapp para monitorear las regiones. La que más les preocupaba, por el huracán Mathew, era La Guajira, donde al parecer por la tormenta habían movido unos puestos.

Al poco tiempo de Santos, llegó el jefe del Sí, César Gaviria. El expresidente llamó a la gente a “no confiarse y a salir a votar llueva o truene”.

Y a los diez minutos, llegó una gran camada de uribistas. Pacho Santos primero, seguido de los dos precandidatos presidenciales del Centro Democrático, Iván Duque y Carlos Holmes Trujillo y la concejal de Bogotá, Ángela Garzón. Estaban haciéndole antesala Uribe.

El jefe del No llegó y entró por un pasillo distinto al de los demás. Le alcanzaban a gritar algunos que si iba a cambiar su voto y que votara por el Sí. El expresidente no se demoró más de cinco minutos y entre la guerra de micrófonos que lo asediaban dijo que: “Los acuerdos de La Habana son decepcionantes. Por eso hay que votar No.”

No se sentía la Plaza como en un día de elecciones. Era más bien una mañana helada, sin gente, con muchos Policías y escoltas, pero sin filas ni gente acercándose a votar, al menos hasta las diez de la mañana.

La Silla también supo que el cálculo del Gobierno para antes del medio día era poner 600 mil votos sólo en Bogotá. Con la lluvia en la Plaza de Bolívar y en casi toda la ciudad, habrá que ver qué tanto lo lograron.