Esta semana La Silla Vacía preguntó si Colombia debería apalancar su desarrollo en la minería. La respuesta es No. Y menos si se trata de carbón.

Por: Javier Sabogal y Carolina García Arbeláez 

Esta semana La Silla Vacía preguntó si Colombia debería apalancar su desarrollo en la minería. La respuesta es No. Y menos si se trata de carbón.

Invertir en carbón es invertir en el pasado. Tío Conejo les da diez razones por las que Colombia no debería apalancar su desarrollo en minería de carbón.

1. Mientras Colombia le está apostando su desarrollo al carbón (su producción pasó de 38.242.000 toneladas en 2000 a 85.803.229 en 2011 y parece que pronto será el principal producto de exportación) la tendencia en el mundo apunta a lo contrario. Las regulaciones ambientales de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desalientan la creación de nuevas plantas eléctricas de carbón, se ha incrementado la competencia por energías renovables y se ha mejorado la eficiencia en el consumo de energía. Al parecer, la ventana de carbón se está cerrando, y esto no lo dice Tío Conejo, sino Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión más grandes del mundo. Por esta razón, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones anunciaron el año pasado que sólo financiarán centrales eléctricas de carbón en casos excepcionales. A esta iniciativa se sumaron Estados Unidos y países nórdicos de Europa.

2. El gobierno Santos se ha esforzado en subir el perfil internacional del país. Uno de sus principales objetivos ha sido que Colombia haga parte de la OCDE. Pero este deseo de ingresar a la agrupación de países desarrollados con buenas prácticas aún está lejos de materializarse. Uno de los aspectos más importantes que debe mejorar el país para entrar a este grupo es la competitividad. Sin embargo, según el informe  más reciente del Consejo Privado de Competitividad, Colombia parece atascada en el tiempo: sigue produciendo lo mismo de la misma forma durante décadas. Es decir, el país lleva treinta años enfocándose en los mismos bienes primarios:  petróleo, carbón, café, flores, banano, y en lugar de diversificar su productividad, ha incrementado su dependencia extractivista con el boom minero-energético, en la cual el carbón cada vez toma más importancia.  

3. Es muy probable que la inversión desproporcionada que se está haciendo en proyectos de petróleo y carbón, pueda estar alimentando burbujas especulativas similares a las hipotecarias que generaron la crisis financiera de 2007. Las empresas que cotizan en bolsa tienen más de 7 billones de dólares invertidos en activos de carbón y se estima que empresas privadas y gobiernos tienen más del doble. Por la amenaza del cambio climático, se están incrementando las iniciativas que buscan ponerle precio a las emisiones de carbono y cada vez más hay más países con metas específicas de generación de energía con renovables . Estos cambios globales ponen en riesgo los activos de carbón y pueden hacer explotar la burbuja, como lo señaló el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore y como lo vienen advirtiendo diferentes consultoras financieras que buscan que sus clientes dejen de invertir en proyectos de carbón.

4. Apostarle al carbón en lugar de a las energías renovables es condenar al mundo a las consecuencias irreversibles del cambio climático. La quema de combustibles fósiles como el carbón es la causa principal del calentamiento global. Según el último informe del IPCC, el comité científico que asesora a la ONU, ya nos hemos gastado dos terceras partes de nuestro presupuesto de carbono antes de sobrepasar el límite de dos grados centigrados en el aumento de la temperatura global, que los expertos han fijado antes de entrar en un desajuste climático de consecuencias imprevisibles y sin opción de retorno. Si explotamos todas las reservas de carbón no sólo superaríamos esta barrera sino que nos encaminamos a un escenario de 4 grados de calentamiento donde la existencia humana en el planeta se vería seriamente en riesgo.  

5. A raíz de los impactos que tuvo el fenómeno de La Niña en 2010, Colombia fue catalogado como el tercer país del mundo más vulnerable al cambio climático. Si Colombia explotara las 7.500 millones de toneladas de reservas recuperables de carbón que existen en el país contribuiría con 271 mil millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono que terminarían atrapadas en la atmósfera y acelerarían el calentamiento de la Tierra. Esto sería como lanzar un boomerang al aire y cerrar los ojos: Colombia le está apostando su desarrollo a una industria que tiene el potencial de causarle graves daños ambientales y sociales, daños que probablemente no se sanarán ni con toda la plata de las regalías mineras.

6. Colombia tiene un discurso contradictorio ante las negociaciones internacionales de cambio climático. Por un lado se jacta de no tener una mayor contribución al cambio climático al tener una matriz de producción de energía eléctrica limpia (80 por ciento es hidroeléctrica). Pero al ser el carbón su segundo producto de exportación, Colombia tiene una parte de responsabilidad no reconocida en las millones de toneladas de emisiones de carbono que emiten sus clientes.  

7.  El boom del carbón no ha traído prosperidad en las regiones, como lo demuestran la Guajira y el Cesar, dos de los departamentos con mayor producción de carbón en país. Recientes informes de la Contraloría demuestran que la mayoría de municipios mineros viven en extrema pobreza, pareciendo corroborar que en Colombia, lastimosamente, se está dando la Maldición de los Recursos Naturales. Y en el caso de carbón, este problema es aún más dramático. Según los informes la minería ofrece menos empleos que otros sectores como el sector agropecuario o la industria manufacturera y sin embargo expone a la población a graves problemas ambientales y de salud. 

8. Desde que el gobierno Santos propuso la minería como locomotora de desarrollo, la oposición de las comunidades y ambientalistas ha aumentado y se ha fortalecido.  Es más, muchos de los proyectos mineros a los que le está apostando el gobierno no tienen licencia social para operar. El caso más mediático ha sido el de la minera de oro AgloGold Ashanti y el municipio de Piedras en Tolima. La oposición ha sido tan fuerte que por primera vez se hizo una consulta con el municipio y 2.971 personas votaron en contra de la minería y sólo 24 votaron a favor. Sin embargo, las mineras de carbón no se quedan atrás. Este año, la Drummond trató de pasar de agache tras tirar a la bahía de Santa Marta cientos de toneladas de carbón luego de un accidente de una de sus barcazas de cargue. Esta compañía, una empresa familiar de Alabama, es la segunda minera de carbón del país y como lo contó La Silla, ha sido cuestionada por sus prácticas ambientales y sociales, al punto de ser acusada de violar derechos humanos. 

9. La explotación de carbón tiene graves impactos en el agua y en los bosques. Estos impactos ambientales son alarmantes para un país como Colombia que es considerado uno de los más biodiversos del mundo y una despensa hídrica. Las empresas mineras incluso han tenido escándalos por intentar llevar a cabo proyectos de un altísimo costo ambiental y social como lo fue el intento de desviar el río Ranchería por parte de la minera Cerrejón. Ser una potencia ambiental debería ser un orgullos para los colombianos, sin embargo, en los últimos seis años el país pasó del puesto 8 al 85 en el prestigioso Índice de Desempeño Ambiental elaborado por las universidades de Yale y Columbia. Si la apuesta sigue siendo tan fuerte en el carbón, muy seguramente seguiremos bajando y perdiendo este potencial que nos diferencia de otros países.

10. A diferencia de otros países, Colombia no ha hecho una distribución estratégica de las regalías del carbón que le asegure la disponibilidad de recursos en el futuro. Costa Rica usa un porcentaje del impuesto a la gasolina para sus bosques. Esto, entre otras cosas, le permite que su principal producto de exportación sea el eco-turismo. Por otra parte, el actual gobierno de Noruega planea que el fondo de pensiones, que se ha nutrido de la explotación de combustibles fósiles, ahora financie proyectos de energías renovables. Colombia debería seguir estos ejemplos e invertir en proyectos del futuro como energías renovable y dejar de invertir en el pasado con minas de carbón.

Por todas estas razones Tío Conejo responde NO a la pregunta hecha por La Silla en días pasados. Definitivamente, apostarle al carbón no sirve para “apalancar”  el desarrollo, más bien para “aplacarlo”. 

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