Por: Isaac Beltrán.
Por: Isaac Beltrán.
Los narcotraficantes no están de moda. Los narcotraficantes de Colombia ya se percataron de la importancia de la prudencia y la discreción criminal. De vez en cuando uno de ellos se olvida de estos valores y hace una fiesta ruidosa que termina con su captura; esa es una de las lecciones de alias Fritanga. La mayoría de los narcos han aprendido que es mejor no hacer ruido. Los que habitan en la urbe ya se dieron cuenta de que es mejor vivir en un barrio estrato tres o cuatro para evitar la envidia de los empleados y empresarios del mundo legal. El rápido ascenso social de los narcotraficantes es motivo de incomodidad para los establecidos.
Los “ciudadanos de bien”; es decir, aquellos que tratan de respetar las leyes, están dispuestos a llamar a la DIJIN o a un oficial amigo para contar que en su conjunto residencial vive un posible narco. Sin embargo, estas denuncias puede ser entendidas también como una cuestión estética cuando colisionan dos formas de valorar lo bello. Por el contrario, aquellos narcos que procuran vivir en estratos bajos pueden ser incluso objeto de admiración. Es allí en donde su presencia puede ser un factor de proteccción tanto para él mismo como para la comunidad. Los bandidos menores trataran de no calentar el barrio de un narco serio, es decir, un capo que cuenta con un cuerpo de seguridad. Ya se ha mostrado hasta la saciedad que el crimen organizado cuando tiene una adecuada estructura elimina a sus miembros más violentos y de este modo aprende a convivir con el Estado; ni siquiera para los narcotraficantes es favorable un aumento de la violencia. Es tal vez por ello que las organizaciones narcotraficantes han aprendido que es mejor no matar tanto y colabor con las autoridades para el mantenimiento de bajas tasas de delitos.
A la ciudadanía poco le preocupa la captura de alias Sebastian o de alias Valenciano, dos grandes capos de Medellín. A los ciudadanos les interesa que no les roben el celular y que puedan salir a caminar por las noches sin que los atraquen. A los ciudadanos de a pie lo que nos importa es que no se metan en nuestras casas y nos roben el televisor y el computador y la nevera. Por esa razón el nuevo Director de la Policía Nacional de los colombianos debería convertir a la Policía de Vigilancia en el foco de su trabajo y gastar el tiempo estrictamente necesario en la Dirección Antinarcoticos o en la DIJIN. Y este es un tema estrictamente gerencial porque el tiempo del Director de la Policía es escaso. Además, los votos de la reelección están en las ciudades y alli a pocos les importa la extradición de un capo. Por supuesto, si los narcos empiezan a hacer mucho ruido entonces toca hacer lo de siempre.