Si la política es una telenovela, una historia de amor en la cual hombre puro (Uribe) salva a mujer equivocada (el pueblo), entonces todos los otros amantes (Fajardo, Garzón, Santos) la tienen difícil. Uribe, el galán, ama a su pueblo, viste y habla y canta y promete como macho de pueblo. El pueblo, Colombia, humillado y ultrajado por tanto bonitico-aniñado-bogotano-extranjero está feliz con este amor que mata.
El mejor en la competencia es el bonito, también paisa y educado de don Sergio Fajardo. El problema es que éste interesado en amar a la bella Colombia promete poco y cuenta que “somos un movimiento cívico independiente que tiene tres componentes: un conjunto básico de principios, una propuesta para la sociedad y una forma de hacer la política” y que somos “de centro” ().
Tan educadito el muchacho… pero así no emociona, no hay melodrama, no nos gana el corazón. Por ahora, Uribe el galán ama sin principios ni medidas, ama a lo mero macho peliando con el que sea, ama de frente sin huirle a los rivales. Y no es ni cívico ni independiente ni nada: es verraco y echado para delante. Por ahora, no hay otro amor mejor que el que tenemos. ¿A quién se lo quiere dar (el voto)?