Si la política es una telenovela, una historia de amor en la cual hombre puro (Uribe) salva a mujer equivocada (el pueblo), entonces todos los otros amantes (Fajardo, Garzón, Santos) la tienen difícil. Uribe, el galán, ama a su pueblo, viste y habla y canta y promete como macho de pueblo. El pueblo, Colombia, humillado y ultrajado por tanto bonitico-aniñado-bogotano-extranjero está feliz con este amor que mata.
El mejor en la competencia es el bonito, también paisa y educado de don Sergio Fajardo. El problema es que éste interesado en amar a la bella Colombia promete poco y cuenta que “somos un movimiento cívico independiente que tiene tres componentes: un conjunto básico de principios, una propuesta para la sociedad y una forma de hacer la política” y que somos “de centro” (http://www.elespectador.com/impreso/politica/articuloimpreso135298-farc-deben-dejar-armas).
Tan educadito el muchacho… pero así no emociona, no hay melodrama, no nos gana el corazón. Por ahora, Uribe el galán ama sin principios ni medidas, ama a lo mero macho peliando con el que sea, ama de frente sin huirle a los rivales. Y no es ni cívico ni independiente ni nada: es verraco y echado para delante. Por ahora, no hay otro amor mejor que el que tenemos. ¿A quién se lo quiere dar (el voto)?