Por Daniel Castillo Brieva

Por Daniel Castillo Brieva

El año pasado me contacto un periodista del periódico El Tiempo para que le hablara sobre la premio nobel de economía 2009 (Elinor Ostrom) pues durante su vista a Bogotá hace unos años fui su acompañante. Comencé a explicar su tema de trabajo, su importancia para el manejo de los recursos naturales y los problemas ambientales en nuestro país, pero realmente eso no era lo que le interesaba al periodista; “no, mejor cuénteme sobre el lado humano”, me dijo. La cosa me quedo sonando, básicamente porque en realidad, hasta el día de hoy no he podido entender en qué punto un académico deja de ser humano.

Cosas parecidas me han ocurrido varias veces hablando con periodistas. La dificultad parece surgir cuando se usan términos cómo “servicios ambientales” o “ecosistema” entre otros. El argumento es que son términos técnicos que no entiende nadie. Comencé a preguntarme si términos como “constituyente primario” o “estado de opinión”, no serían igual de técnicos. Debo decir que a mí me costó trabajo entenderlos, hasta que me encontré con algún periodista caritativo que escribió explicándolos. Por supuesto cuando preguntaba a mis congéneres, nadie parecía tener una explicación muy clara pero, eso sí, la palabreja la usaban profusamente.

Surgen varias preguntas, ¿Será una cuestión de pereza o incapacidad del mundo académico de comunicarse en lenguaje “humano”? ¿Será que los medios tratan al público como si sus capacidades fueran limitadas para aprender formas diferentes de nombrar las cosas que nos afectan todos los días? Esto carecería de importancia si estuviéramos hablando de cosas lejanas a nuestras vidas, pero, ¿El aire que respiramos en Bogotá, la forma como se maneja la pesca en el Caribe y en el Pacífico, , los monocultivos de palma africana y sus efectos socio ecológicos, por mencionar unos pocos temas, no serán tan relevantes como los tan mentados estado de opinión y constituyente primario?

La precariedad de la discusión de los temas ambientales en la agenda mediática y pública es tan marcada, que ni uno solo de los partidos y candidatos en esta campaña habla del tema ambiental. Me pregunto si la forma cómo se maneja la base productiva del país no cambia las preferencias electorales ¿O es que los medios acostumbraron al público a tratar el discurso ambiental, como algo anecdótico y digno solo de suplementos dominicales? Basta con consultar los portales de internet de El Espectador y de El Tiempo, el tema “” en el primero y “” en el segundo están perdidos en el menú interno con bajísima visibilidad y dedicados sobre todo a explotar el “efecto peluche” de la biodiversidad, discutido en otra entrada de este blog.

Es increíble que ni siquiera los candidatos del Partido Verde hablan del tema ambiental en sus campañas. En  los programas de gobierno algunos partidos lo mencionan de forma general y tangencial, como queriendo salir del paso rápidamente. La tarea, como siempre es de lado y lado. La academia debe esforzarse por posicionarse en la agenda mediática, como camino hacia la inclusión en el discurso público sobre este tema. Y por su lado el esfuerzo de los medios debería enfocarse en servir de “medio” y no de simple informante asumiendo que el público no es capaz de ir más allá de lo que ya le han enseñado a consumir. Un comienzo simple es que en vez de pedirnos a los académicos no usar términos técnicos, nos pidan que los expliquemos, sin eliminarlos. Un comienzo es, sobre todo, entender que la preocupación de la ciencia son los problemas humanos, y por tanto es inútil buscarle el lado humano a la ciencia porque ese es su sentido y objeto.

Apostilla: Tal vez por esto la muerte del maestro , quien nos ayudo a entender nuestra relación con el ecosistema en el que vivimos, no fue publicada en primera página sino relegada a las lecturas dominicales.