Es muy probable, con todas las pruebas de que disponen las ías, Procuraduría y Fiscalía, que las principales cabezas de la alcaldía, la contraloría y la personería distrital, caigan como efecto de la acción de alguna de estas entidades. ¿Está dispuesta la justicia a combatir en serio la mafia de la corrupción que se apoderó de Bogotá? ¿O nos darán contentillo con cortinas de humo que nos librarán de algunos corruptos locales y dejarán vivo el sistema de corrupción que gangrena a la ciudad y al país?
Si la cabeza visible de la administración, el alcalde Moreno, y las cabezas de la contraloría y la personería son apartadas de sus cargos por la procuraduría o la fiscalía, habría que aprovechar ese año de transición, el 2011, para intentar reconstruir la confianza de la ciudadanía en las instituciones distritales.  Por supuesto, existe un gran riesgo, que los políticos de siempre traten de capitalizar la caída del alcalde, para intentar, de manera oportunista, presentarse como los representantes de la renovación. En ningún momento podemos olvidar que el partido de la U, el Liberal, el Conservador y sectores de Cambio Radical, fueron los socios de Moreno en el desgobierno de la ciudad y, por lo tanto, corresponsables de los hechos que hicieron retroceder a Bogotá 20 años. Moreno es solo la punta del iceberg,  por debajo de él está toda la manguala multipartidista que se ha beneficiado del clientelismo durante los últimos años.  
Un año más de desgobierno se traduciría en un daño, tal vez irreparable, para la ciudad. La profundización del retroceso en movilidad, transparencia y decencia, seguridad, dejaría a Bogotá en rines y quebrada.
Sería fatal que las actuales cabezas de la administración y de los órganos de control siguieran mandando en cuerpo ajeno. La ciudad necesita que las personas que reemplacen a los funcionarios eventualmente suspendidos o sometidos a juicio, sean una garantía para principiar la recuperación  del buen funcionamiento de la capital.
Se acerca además una campaña para elegir ediles, concejales y alcalde y sería un desastre si la mafia de la corrupción pudiera seguir, a través de testaferros, saqueando la ciudad. Comprenderán ustedes que la red mafiosa de la contratación va a tratar de que los nuevos elegidos sigan siendo leales al sistema de la corrupción.
Ojala que el escándalo de la caída de las principales cabezas del distrito no termine, como en la novela del príncipe Di Lampedusa, en que todo cambie para que nada cambie.
Y a todas estas, ¿Cuándo sabremos cuales eran los concejales fletados por los Nule y por los otros carteles de la contratación? ¿Cuáles son los funcionarios y políticos nacionales que fueron amigos y beneficiarios de la pirámide de los Nule?