Dudo de la influencia que se dice tiene las Farc en el paro del Catatumbo
Ya me parece sospechoso que después de cada protesta que aflora en el país, se adjudique su autoría a las Farc. ¿Acaso no que estaban casi derrotadas? Bueno, es un cuento que llevamos escuchando y leyendo año tras año, gobierno tras gobierno. Es por eso que ahora me atrevo a dudar que la influencia que se dice tiene aquella organización en el paro del Catatumbo opaque las verdaderas y sentidas necesidades de los habitantes de la región.
Después de su reciente visita a la zona, Luis Eduardo Garzón, exalcalde de Bogotá y ahora Ministro Consejero de Santos, manifestó públicamente que la situación de pobreza del Catatumbo era similar a la que encontró allí 10 años atrás. La cosa parece seria entonces. Días después, y ante el fracaso de Garzón, el Vicepresidente Angelino se refirió al conflicto como a un enfrentamiento entre pobres: campesinos y policías, supongo. Y viajó a la zona en son de paz, pero a decir que con violencia no hay diálogo. Así que entonces ¿porqué otros sectores del gobierno y la prensa se empeñan en descalificar la protesta tildándola de infiltrada por las guerrillas o el narcotráfico?
Hagamos memoria para entender porque estos señores campesinos ya no creen en las promesas estatales.
Hace ya cerca de 30 años, siendo Virgilio Barco presidente de Colombia, se diseñó y puso en marcha el famoso Plan Nacional de Rehabilitación, en el cual se reconocía, ya para entonces, la gran deuda social y el abandono del estado colombiano para con muchas de sus regiones. Se decidió entonces orientar inversiones para algunas zonas del país que se encontraban en estado crítico: el Guaviare, Caquetá, Nariño, Cauca, Putumayo, Sucre. También incluyó al departamento del Norte de Santander. Y entre sus municipios, Tibú y La Gabarra los primeros: El Catatumbo. Hoy, tales municipios padecen todavía del abandono del Estado, hasta el punto de que hoy, éste se muestra ¡vergonzosamente incapaz de seguir adelante con su promesa de devolver las tierras rapadas a los campesinos, con el pretexto de proteger sus vidas!
Y entonces nos quejamos de la expresión y manifestaciones de rabia que acompañan a los cientos de pobladores que salen una vez más a exigir acciones efectivas a las autoridades, después de cerca de treinta años de inútiles lamentaciones.
Así que lo que de verdad está detrás de toda ese agresivo reclamo, -de uno de los cientos de abandonados pueblos colombianos- no es otra cosa que su deseo de salir de su ancestral y hereditaria pobreza. De saber que tienen derecho a disfrutar y a cosechar su tierra y a labrar su futuro, y evidencian la incapacidad de este Estado colombiano a facilitarlo.
Y el gobierno les dice, hoy como ayer: así no. Entonces, ¿cómo?