Hay dos cosas que odian los periodistas serios: las chivas y el amarillismo. Los periodistas serios quieren periódicos con artículos de 4.000 palabras. Los periodistas serios quieren artículos con horas de investigación y reportería. Los periodistas serios quieren titulares sobrios y fotos sin sangre. Los periodistas serios odian las anáforas.

 Hay dos cosas que odian los periodistas serios: las chivas y el amarillismo. Los periodistas serios quieren periódicos con artículos de 4.000 palabras. Los periodistas serios quieren artículos con horas de investigación y reportería. Los periodistas serios quieren titulares sobrios y fotos sin sangre. Los periodistas serios odian las anáforas.

Los lectores, en cambio, somos hipócritas. Pedimos periodismo serio con artículos decantados y todos los mandamientos de introducción al periodismo, pero en el fondo, lo que queremos  es chismes, sangre y chivas. Ya dirán que no, que no son todos los lectores, que hay muchos que buscan encontrar contenidos serios y ven el periodismo como un lugar sagrado y no como una caja de entretenimiento.

Lo que pasa es que los lectores no sólo somos hipócritas, también somos bipolares. Podemos afirmar, con un dejo de solemnidad, que el periodismo en Colombia es una basura sin profundidad y que necesitamos un periodismo serio, independiente y sesudo. Todo para, quince minutos después, estar pendientes de la chiva de Alfonso Cano en Twitter o de la última chorrada de los italoamericanos de Jersey Shore en MTV.

 El amarillismo y la chiva nos atraen como un muerto en una calle.   No hay quien se resista a un titular cargado de morbo o a la foto de un cabecilla muerto. Y esto, muy a pesar de las cátedras de periodismo,  es la cruda realidad. Por eso los medios son lo que son, mitad cuarto poder y mitad entretenimiento barato.