El comentario de López, en resumen, hace parte de las expresiones ofensivas o chocantes que protege el artículo 20 de la Constitución. Y si este proceso judicial no hubiera existido, ninguno de ustedes se habría enterado de la noticia de El Espectador del año pasado ni de este escrito. Sin esta disparatada cruzada judicial, las palabras de ‘CON MEMORIA’ estarían perdidas hace mucho tiempo en el océano de bits de Internet.
El 26 de noviembre de 2008 Gonzalo Hernán López, un ingeniero de sistemas del Club Colombia de Cali, se sentó a leer noticias en su computador. Lo hizo después de almuerzo o antes de empezar a trabajar o entre una tarea y otra. Da igual. Lo cierto es que se encontró con esta nota:

La noticia, de algo más de 300 palabras, daba cuenta de un caso de corrupción en una entidad pública. Uno más. A López, sin embargo, la información le llamó la atención porque la directora de esa entidad era Gloria Lucía Escalante, quien había sido su jefe años antes en el Club Colombia. Una jefe con la que se había llevado mal. Muy mal. Pésimo. Tan mal que perdió su empleo, el mismo que logró recuperar cuando ella se fue del club.
Confiado en el anonimato que suponía le daba Internet, López comentó la nota bajo el seudónimo ‘CON MEMORIA’. En la sección de comentarios, entre un mar de insultos e indignaciones, escribió: “Y CON SEMEJANTE RATA COMO ESCALANTE QUE HASTA DEL CLUB COLOMBIA Y COMFENALCO LA ECHARON POR MALOS MANEJOS QUÉ SE PUEDE ESPERAR… EL LADRÓN DESCUBRIENDO LADRONES? BAH”.
Sin que López supiera, sus palabras pusieron en marcha el aparato judicial. El 30 de marzo de 2009 –cuatro meses después– varios agentes del CTI de la Fiscalía llegaron al Club Colombia a indagar cuál era el computador desde el que se había hecho el comentario. Los atendió el propio Gonzalo López, que además de ser el autor del supuesto delito era, recordemos, el ingeniero de sistemas de la empresa. Él tuvo que dirigir a los agentes a su propio descubrimiento.
La Fiscalía no tuvo que dar una vuelta demasiado larga para llegar al Club Colombia. En cuanto se publicó el artículo en El País y apareció el comentario, Gloria Lucía Escalante presentó una denuncia penal por injuria y calumnia. Y con la celeridad que uno quisiera ver en las investigaciones por amenazas contra periodistas, la Fiscalía ordenó una visita a las instalaciones del periódico para averiguar quién era el usuario detrás de ‘CON MEMORIA’.
El País no opuso demasiada resistencia. Aunque no tenía un nombre y un apellido, sí tenía la dirección IP desde dónde se había hecho el comentario. Acto seguido, la diligente Fiscalía visitó Telmex, donde le dijeron que esa dirección IP correspondía, cómo no, al Club Colombia.
Lo que siguió fue un extenso proceso penal que terminó con una condena penal contra Gonzalo López. Aunque con buen criterio el juez de primera instancia lo exoneró, en febrero de 2014 el Tribunal Superior de Cali revocó la decisión y lo condenó a 18 meses y 20 días de prisión y una multa de 15,55 salarios mínimos (la pena principal de prisión se suspendió, sujeta a un periodo de prueba). La defensa de López intentó sin éxito un recurso de casación ante la Corte Suprema.
Con el apoyo de una organización internacional y el acompañamiento de la Fundación para la Libertad de Prensa, en septiembre del año pasado asumí la defensa judicial de López para jugarnos la última carta: una tutela contra la sentencia del Tribunal y la decisión de la Corte Suprema. Pero perdimos. En dos decisiones mediocres, que no se compadecen con el nivel de quienes las emitieron, tanto la Sala Civil como la Laboral desestimaron nuestros argumentos.
Esta semana nos enteramos de que la Corte Constitucional no seleccionó la tutela para revisión (todas las tutelas llegan eventualmente a la Corte para eso). Solo queda un salvavidas: que alguno de los magistrados insista en la selección del caso para su estudio. (El escándalo de Jorge Pretelt tiene que ver precisamente con el uso de la insistencia. En vez de insistir casos por su relevancia constitucional, aparentemente Pretelt lo estaba haciendo para mover negocios).
No creo que tenga que detenerme a explicarles lo desproporcionado que resulta usar el derecho penal para casos como éste, y lo riesgoso que significa este antecedente. Gonzalo López hizo un comentario ofensivo que no dañó de ninguna manera la honra y el buen nombre de Gloria Lucía Escalante ni mucho menos le causó, como ella dice, un trauma a ella y su familia.
El comentario fue, sobre todo, emotivo. Por un lado, López tuvo una relación laboral previa con Escalante de la cual surgieron diferencias personales. Por el otro, la noticia activó en él una indignación al relacionarse con actuaciones anteriores de Escalante que para él eran reprochables. La exageración y la hipérbole de los calificativos empleados fueron a la vez la forma y el fondo de su expresión, que se concretó en un texto cuyo fin no eran causarle un daño a Escalante sino exteriorizar en ese espacio su emoción. La ofensa de López fue inofensiva.
El comentario de López, en resumen, hace parte de las expresiones chocantes que protege el artículo 20 de la Constitución. Y si este proceso judicial no hubiera existido, ninguno de ustedes se habría enterado de la noticia de El Espectador del año pasado ni de este escrito. Sin esta disparatada cruzada judicial, las palabras de ‘CON MEMORIA’ estarían olvidadas, perdidas hace mucho tiempo en el océano de bits de Internet.
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Por razones de trabajo tuve que abandonar este blog por casi dos meses, y por esa misma razón tengo que meterlo al congelador por un tiempo. Gracias a los que visitaron A Los Dijes. Espero regresar pronto.