Lo mejor de organizar un debate presidencial es que se termina.

La idea de hacer el debate Yo Pregunto surgió hace un mes a raíz de una propuesta de un usuario de La Silla. Jurgen Kaiser nos escribió y nos propuso que hicieramos algo similar al existoso debate de Youtube con CNN, que tanto impacto tuvo en la campaña presidencial que llevó a Obama a la Casa Blanca.

Lo mejor de organizar un debate presidencial es que se termina.

La idea de hacer el debate Yo Pregunto surgió hace un mes a raíz de una propuesta de un usuario de La Silla. Jurgen Kaiser nos escribió y nos propuso que hicieramos algo similar al existoso debate de Youtube con CNN, que tanto impacto tuvo en la campaña presidencial que llevó a Obama a la Casa Blanca.

Su propuesta nos gustó. La idea de permitir una interacción más directa entre los candidatos y los ciudadanos nos pareció coherente con la apuesta filosófica de La Silla Vacía. Sin embargo, después del debate presidencial que organizamos en enero con la Universidad de los Andes, al que en el último minuto dos candidatos cancelaron, aprendimos que si no hay televisión de por medio es muy difícil conseguir que todos los aspirantes a la Presidencia aparezcan el día de la cita. Entonces, arrancó la búsqueda del aliado en televisión.

Discutimos la idea con Pirry, con quien consideramos que hay una afinidad en términos de la relación que él establece con su audiencia. Pirry consideró que era difícil encajar su formato a un debate presidencial de primera vuelta pero nos dio un gran empujón con sus fans en Facebook. Luego se lo propusimos a CM&. Yamid Amat dijo que le gustaba la idea y decidimos invitar a los candidatos. Todos, menos Juan Manuel Santos, aceptaron de una. Yamid nos dijo que para él era esencial que estuviera el candidato que en ese momento punteaba las encuestas. Cuando finalmente el candidato accedió a participar volvimos donde Yamid. Pero ya él había cambiado de opinión y consideraba que era mejor que todo el debate girara sobre una sola pregunta -el servicio militar obligatorio o el 4 por mil o impuestos- para que los candidatos pudieran profundizar. Las preguntas de los ciudadanos no cabían en ese formato y entonces decidimos buscar otro aliado.

Con dos semanas menos, arrancamos la discusión con NTN24. Este canal internacional es una propuesta innovadora que le llega a colombianos que viven por fuera y que nosotros en La Silla queremos tener entre nuestros lectores. Su directora, Claudia Gurisatti, entendió el formato y ahí mismo puso a andar la idea. Confirmamos con los candidatos. Santos y Noemí Sanín ya tenían otras cosas en su agenda, pero finalmente las movieron para asistir.

Mientras tanto, los usuarios de La Silla enviaron decenas de preguntas. Los de NTN24, mandaron las suyas. Y Jurgen salió con su cámara a entrevistar personas que no suelen tener acceso a Internet. Queríamos que realmente se reflejara la diversidad de voces de este país.

La semana pasada discutimos con todas las campañas las reglas del debate y rifamos el orden para hablar.

Con el equipo periodístico de NTN24 escogimos las mejores preguntas. La selección no era fácil. En la selección es donde se pueden filtrar sesgos injustos hacia uno u otro candidato. Pero había preguntas tan buenas y tan sentidas por los ciudadanos, que esa parte del proceso fue emocionante. Oír lo que querían saber me hizo reflexionar una vez más sobre lo limitada que es nuestra agenda periodística, y lo alejados que a veces estamos los reporteros de lo que a la gente realmente le importa: su relación con los bancos, el maltrato de los niños, la violencia contra las mujeres, el impacto sobre los negocios de las relaciones internacionales, la guerra que para muchos no ha acabado.

Algunas preguntas eran excelentes pero tenían problemas de sonido. El equipo de producción de NTN24 trabajó largas horas tratando de mejorar las imagenes y el audio. Estabamos convencidos de que el debate sería un éxito.

Pero el viernes por la noche nos enteramos que Caracol había decidido hacer su propio debate el mismo día pero más temprano. Al principio pensamos que sería un error. ¡Imposible que organizaran un debate el mismo día! Pero sí. El canal se lo había exigido, me dijo Darío Fernando Patiño, su director.

Obviamente, era un golpe bajo a nuestro debate. Someter a los candidatos y a los televidentes a dos debates en la misma noche era un absurdo. Pensamos que quizás los candidatos no aceptarían. Pero como me dijo el asesor de uno de ellos, “La invitación a un debate es como una citación a un juzgado. Uno siente que no puede decir que no”. Y es cierto. Hay una especie de amenaza velada en la invitación que hacemos los periodistas en el sentido que el que no llegue será castigado frente a los televidentes. Y para los candidatos que van punteando, asistir es un riesgo grande de equivocarse. Por eso es tan valioso que a pesar de eso asistan.

Ensayamos toda la tarde del martes los módulos de preguntas. La idea era que los candidatos pudieran cubrir varios temas. Adriana Vargas memorizó su libreto. El estrés era grande. Pero dado que en el debate de Caracol no había ocurrido ningún incidente, estabamos tranquilos que todos llegarían. Llegaron cumplidos. Y el debate arrancó a las diez.

El formato, que era nuevo y arriesgado, funcionó en los primeros módulos. Los candidatos hicieron un gran esfuerzo por responderle de manera directa y concisa a los ciudadanos. El relojito que debía aparecer no lo hacía siempre y en la pantalla que veían los candidatos a veces no aparecía la imagen, pero en general el debate fluía bien. Incluso, nos rebotaron a nosotros la pregunta -que nos merecemos y para la que escribiré otra entrada- sobre Robinson Devia.

Una usuaria me mandó al celular el mensaje de que no sonriera tanto, pero yo sonrío hasta dormida, y aunque traté de evitarlo no lo logré. Creo que también le dije algo a Hassan sin darme cuenta que el micrófono estaba siempre prendido. Gajes de primípara en TV. Pero bueno, las cosas creo que iban bien.  Los ciudadanos habían tenido la oportunidad de oir a los candidatos hablar de temas que les importaban y los candidatos pudieron hablar de algo diferente al bombardeo al campamento de Reyes en el Ecuador.

Pero después ocurrió lo inesperado. El debate terminaba con el módulo de diez preguntas rápidas a los candidatos, para las cuales un sí o un no era suficiente. La última era la de Bolillo Gómez. Ellos se despedirían y a la casa.

Pero no. Como si un diablito se hubiera metido en el set, siguieron saliendo preguntas. Preguntas que habían sido preseleccionadas para el módulo programático que permitía respuestas de minuto y medio y contrapregunta. Y que no se habían hecho porque no habían estado entre las escogidas por los candidatos.

Ni Adriana ni Hassan ni yo entendíamos qué estaba pasando. Y los candidatos, mucho menos. El reloj del tiempo seguía programado para los diez segundos. Y a Adriana le tocó reaccionar y seguir preguntando y cortando a los candidatos pues no había forma de responder cómo repararían a las víctimas en diez segundos.

La capacidad de reacción de los candidatos fue impresionante, y también su buena actitud. Someterlos a responder en directo, en televisión, preguntas tan complejas a la velocidad del rayo fue un irrespeto con ellos. Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que está en juego a 15 días de las elecciones. Y ellos, trataron de hacer lo mejor que pudieron. En realidad, es muy bueno para Colombia tener la oportunidad de escoger entre candidatos tan buenos y tan variados.

Esa media hora extra fue un sufrimiento total. Al parecer, según nos dijo Claudia, el servidor de RCN se cayó de manera imprevista y los del set se vieron en la obligación de alargar el debate. En la televisión, el silencio no cabe. Y entonces, llenamos esos 30 minutos de un ruido casi caricaturesco.

La idea del debate era buena, pero podría haber sido mejor. Los candidatos y los usuarios ganaron el debate. Nosotros, los periodistas, pese a lo mucho que nos esforzamos los de NTN24 y nosotros, y a que nos arriesgamos a hacer algo innovador, pasamos raspando.

Ahora, zapatero a tus zapatos. Nos dedicaremos en lo que queda de campaña a hacer reportería y a escribir. Lo que sabemos hacer.

Juanita León

Ver un resumen del debate acá: , , , , , , , .

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...