El Mundial de Fútbol no existió en La Silla Vacía. Por estos lados ni el novelón de los franceses ni la hecatombe italiana merecieron un titular o un confidencial. Mucho menos las lágrimas de Maradona o las vanidades de Cristiano Ronaldo. Pero a pesar de que Sudáfrica no estuvo en nuestro mapa, algunos de nosotros hicimos lo que pudimos para seguir el balón en silencio.
El Mundial de Fútbol no existió en La Silla Vacía. Por estos lados ni el novelón de los franceses ni la hecatombe italiana merecieron un titular o un confidencial. Mucho menos las lágrimas de Maradona o las vanidades de Cristiano Ronaldo. Pero a pesar de que Sudáfrica no estuvo en nuestro mapa, algunos de nosotros hicimos lo que pudimos para seguir el balón en silencio.
En radio y televisión los periodistas de política y judiciales salieron a vacaciones forzadas. Boletín de noticias, partido de fútbol, entretiempo, dos o tres noticias, otro partido de fútbol. Después llegaban los programas de análisis, donde todos buscaron la explicación científica de la eliminación de Argentina (murió de hambre con la nevera llena) o la tendencia suicida de Brasil (auto-eliminado, como quien se tira de un décimo piso): Tercer Tiempo, El Alargue, Noventa Minutos, Cancha Llena, La Última Palabra, Fuera de Lugar.
No fue nuestro caso. Para La Silla el Mundial se jugó en otro planeta. La bancada de mujeres es definitivamente antifutbolera – salvo una – y para rematar no tenemos televisión. O sí tenemos aparato, pero no hay señal. Así de radical es nuestro culto por la red.
Así que para ver algunos partidos, los dos fans caídos en desgracia seguíamos la transmisión mexicana de Televisa por Internet y celebrábamos los goles sin sobresaltos, como si leyéramos un mensaje entrante en el chat. Eso sí, dos minutos en diferido.
Y si la conexión no daba la talla, podíamos intercalar el almuerzo o alguna entrevista o el cierre de un artículo con un partido desde la casa. Corriendo el riesgo, claro, de gritarle algo al senador que estaba al teléfono, o dejar en el artículo alguna frase delatora (“la Jabulani no favorece a los cobradores”).
Antes del Mundial alcanzamos a discutir brevemente si La Silla debería cubrirlo de alguna forma. Rápidamente descartamos la idea. A Juanita le sonaba un poco absurdo, tal vez como volver La Silla Vacía un periódico impreso. A mí me parecía que corríamos el riesgo de competir con Meluk y el ‘profe’ Vélez, un par de leyendas en el género literario de la balompédica (poesía y neologismos redactados en forma de proverbio).
“Si alguien quiere seguir el Mundial de verdad, no nos va a seguir a nosotros”, creo que fue lo que dije.
Si Colombia hubiera clasificado, otro habría sido el escenario. ‘Pacho’ Santos le habría soplado la vuvuzuela en el oído a la canciller Angela Merkel durante 90 minutos, Edgar el ‘Campeón’ Perea – nuestro embajador allá – se habría ido de tragos con el presidente sudafricano Jacob Zuma y algunas de sus esposas, y el DAS habría tratado de interceptar las charlas técnicas de Corea del Norte.
No nos tocó cubrir ese banquete político. De hecho, a Uribe hay que endosarle que no fuimos a los dos mundiales bajo su mandato.
Otros países sí tuvieron el placer de habar de la política del fútbol: el presidente Nicolás Sarkozy canceló su agenda y mandó traer directamente del aeropuerto al delantero Thierry Henry para analizar l’échec; Chile se conmocionó porque en el recibimiento en el Palacio de La Moneda el técnico Marcelo Bielsa saludó al presidente Sebastián Piñera como si fuera un recogebolas; el gobierno nigeriano retiró a la selección de su país de todas las competencias internacionales por el ridículo en Sudáfrica (una comisión oficial se conformó para analizar el caso); y el zar del fútbol Joseph Blatter se salió con la suya, sacó adelante un Mundial en África, repartió dádivas y camina hacia la reelección en la presidencia de la Fifa.
Por último, como no cubrimos este Mundial no pudimos hablar del pulpo Paul, que fácilmente habría podido reemplazar a las encuestadoras colombianas en las pasadas elecciones. Paul es más certero que las casas de apuestas de Londres y los chamanes brasileros: predijo todos los resultados de Alemania – incluida la eliminación, lo que hace temer al gobierno español por la suerte del molusco – y ahora elegirá al campeón del Mundial. No espere esa noticia aquí el próximo lunes.
Carlos Cortés Castillo