Se nos vino encima el festejo de los 100 años de El Tiempo, un acontecimiento que promete todo tipo de auto-homenajes y varios kilos de publicidad en la edición del domingo. En cuanto a festejos, ya ocurrió uno que pasó casi desapercibido: hace unas semanas, la revista Credencial – aliada estratégica de la Casa Editorial – publicó un ensayo de Roberto Pombo sobre la nueva cara del periódico.
Se nos vino encima el festejo de los 100 años de El Tiempo, un acontecimiento que promete todo tipo de auto-homenajes y varios kilos de publicidad en la edición del domingo. En cuanto a festejos, ya ocurrió uno que pasó casi desapercibido: hace unas semanas, la revista Credencial – aliada estratégica de la Casa Editorial – publicó un ensayo de Roberto Pombo sobre la nueva cara del periódico.

A éste se suma el artículo de la última edición de la revista Semana, que arranca así: “La historia de El Tiempo es la historia del poder en Colombia”. (Este blog consultó a diversos filólogos para que interpretaran esa frase: 35% cree que es un elogio; 35%, un insulto, y 30%, un gran error tipográfico).

Pero volvamos al ensayo de Pombo, que está adornado con bonitas preguntas para hacerlo más ameno y llevadero. Allí el director de El Tiempo ofrece una descripción aguda e irrefutable de este gigante de la información. Con el ánimo de unirnos a esta ocasión, a continuación se rememoran los pasajes más célebres del texto y se añaden algunos comentarios.

“Una mayoría cercana al 90 por ciento de los lectores consideran este un mejor periódico que el que había; más amable, más fácil de leer y más profundo”

Así es. La cifra se ha mantenido estable – con tendencia al alza – desde octubre, cuando se dio el cambio. Por esos días, Mauricio Vargas nos dio ese mismo porcentaje de aceptación, y nos ofreció una prueba irrefutable del éxito del nuevo diseño: “Mi hijo, de 13 años, que antes sólo leía las páginas de deportes, con el nuevo diseño le mete diente a mucho más. ‘Es que ahora sí provoca leerlo’, me dijo hace unos días’”. Aún no conocemos la ficha técnica de la encuesta y las conclusiones del panel con jóvenes, pero no hace falta. 


“(…) hay mucha frivolidad en las críticas que se han hecho hasta ahora y aún no encuentro una de fondo. Sería muy bueno encontrarla porque han sido frívolas: ‘que no me gusta que me tuteen’, es una frivolidad; ‘que hay demasiado color’, es una frivolidad porque en sí mismo más o menos color no es más o menos de nada (…) La otra pregunta es dónde está el periódico más superficial, porque yo no lo veo”

Nuevamente, tiene razón el director. El Tiempo será cualquier cosa, pero jamás un periódico frívolo. Es más, de un tiempo para acá viene profundizando – con rigor y objetividad – en el género del esoterismo. Es habitual ver impresionantes reportajes sobre Satán en Halloween, conversaciones con el experto en tarot Marino de Jesús, y cábalas sobre la Biblia y el fin del Mundo.


“(…) hay más crónicas hoy que antes. Hay géneros que en el anterior periódico, por falta de espacio, no estaban proscritos pero sí muy limitados. Las grandes crónicas, las entrevistas largas, están en el nuevo periódico”

De hecho, ayer vimos un ejemplo de los grandes reportajes en El Tiempo. Plinio Apuleyo Mendoza – el mismo de ‘El regreso del idiota’ –, nos deleitó con una pieza de colección (anticipo que será finalista del Simón Bolívar, al lado de ‘Pacho’ Santos, con su chiva premonitoria de Samuel). ‘Los parapolíticos siguen en el olvido del pabellón Ere de La Picota’ es una narración desgarradora del drama que viven algunos políticos perseguidos en Colombia. También es un sesudo análisis de sus expedientes judiciales.

“Para quienes no conocen lo que estamos viviendo, este pabellón es nuestro Auschwitz”, le dijo Álvaro Araújo a Mendoza. Por falta de espacio – las hojas de los periódicos son finitas – Mendoza no alcanzó a incluir algunos detalles de este Auschwitz criollo, como las salidas de una semana al dentista de varios ex congresistas, los masajes para otros, y las austeras remodelaciones de las celdas.

Mendoza también hace una radiografía de varios expedientes. “Se ha llegado a una condena tan escandalosa como la que ha impuesto 30 años de cárcel al coronel Alfonso Plazas Vega con base en dos testimonios”, dice sobre el proceso por los desaparecidos del Palacio de Justicia. A nuestro querido periodista y ex diplomático sólo se le olvidó mencionar unos diez o doce testimonios más, una decena de documentos y uno que otro video. La falta de espacio, maldita sea.


“(…) el éxito ha sido descomunal y, curiosa y satisfactoriamente, la sección que más comentarios positivos ha tenido es Debes leer, que son los temas duros, los temas largos, los de crónicas – que son espacios nuevos que se han abierto – y los editoriales y las páginas de opinión (…)”

La sección ‘Debes Leer’ es maravillosa. Cuenta con subsecciones como ‘Debes Votar’, donde nos dicen – de forma totalmente desinteresada – quién nos conviene para Presidente o para Alcalde. Además, ahora hay temas duros, como los trinos de un ex Presidente en primera página, la defensa de los columnistas de sus propias causas y emocionantes cubrimientos en vivo. 

Y, sin demeritar la pieza de colección de Plinio Apuleyo Mendoza, las crónicas literarias que debes leer vienen publicándose de tiempo atrás, como la del día en que Mario Uribe, casi contra su voluntad, pidió asilo en la Embajada de Costa Rica (“minutos después, la camioneta que lo conducía hasta la sede de la Fiscalía se desvió de camino luego de que uno de sus defensores le aconsejó que lo mejor era pedir asilo en la Embajada de Costa Rica”). Con una prosa digna del boom latinoamericano, el autor nos deja ver la agonía, el Inri, el infortunio de ser primo del Presidente.


“En lo del tercer canal lo que sucedió es que las lenguas maledicentes asumían o presumían una actitud parcializada del periódico frente al gobierno por cuenta de lo del tercer canal, pero en términos prácticos no creo que El Tiempo hubiera sido más o menos gobiernista de lo que ha sido habitualmente por cuenta del tercer canal”

Para nada parcializada. Si acaso uno, dos o tres editoriales para empujar la adjudicación antes de las elecciones (“Es necesario que la definición del tercer canal de televisión llegue a su fin sin más aplazamientos y sin que las artimañas triunfen”); un reportaje de Yamid Amat a Luis Fernando Santos, y una que otra columna de Guillermo Santos o de Mauricio Vargas – ambos de la entraña de la empresa –. Todo esto sumado a decenas de artículos sobre la licitación, que defendían la posición opuesta de RCN y Caracol, quienes también se destacaron por su imparcialidad y sensatez.

Varios de esos artículos de El Tiempo estaban llenos de frases lúcidas: “Nuestro poder ha sido utilizado solamente para la defensa de la democracia y de nuestro sistema de gobierno. Jamás en beneficio propio”, dijo Luis Fernando Santos; o [Sin el tercer canal] los verdaderos perjudicados serán los colombianos”, advirtió uno de los editoriales. Si acaso hay ahí una inofensiva exageración. Este comentarista no siente aún el perjuicio de no tener 20 novelas y 15 ‘realities’ más entre las siete y once de la noche (pero, ¿qué va a saber este comentarista de lo que le conviene?).  


“Hoy en día los latinoamericanos leemos más periódicos impresos que hace 10 o 15 años. Aquí la realidad es la contraria, la gente está leyendo más, puede que otro tipo de periódicos, sí, pero el fatalismo universal según el cual la prensa se está acabando es mentira para el caso nuestro”

Excelente conclusión. La gente está leyendo más, sí, leyendo otro tipo de periódicos, cómo no. Cada vez leemos menos El Tiempo.

@CCortesC en Twitter