Hoy se inició la caza de delfines en Taiji, Japón. Se espera que sean asesinados unos dos mil delfines. Es una tradición que lleva más de 400 años ejecutándose en un pequeño pueblo de apenas 3.200 habitantes. Los delfines son arrinconados y encerrados en una bahía con redes y luego los pescadores los acuchillan brutalmente; el mar se tiñe de rojo con su sangre.

Foto tomada de www.safejapandolphins.org

Las denuncias sobre estos hechos que se sabían, pero que al mismo tiempo nadie había visto, las hizo “The Cove”; el documental que ganó el Oscar en 2010 y que fue inspirado por Ric O’Barry (1). O´Barry fue el entrenador de los delfines que protagonizaron Flipper –la serie que conmovió al mundo con la imagen y la inteligencia de los delfines. Ahora Ric O’Barry intenta evitar la caza de delfines para consumo o para cautiverio, pues considera que es responsable de la catástrofe que viven estos animales al haber contribuido a la fascinación que sentimos todos por ese mamífero. Hoy en día muchos son capturados y mantenidos en cautiverio para exhibiciones, a pesar de que los animales evidentemente se deprimen. La gran mayoría son cazados para vender su carne.

Las jornadas de cacería de delfines debieron empezar el primero del mes, pero el tifón Talas las retrasó; ese mismo día se celebró a nivel mundial el Día del Delfín con protestas pacíficas frente a las embajadas de Japón alrededor del mundo. Hoy, siete días después, se inició la cacería.

La discusión entorno al fenómeno es compleja. Asuntos que van desde la política internacional, las tradiciones de los pueblos, la defensa de los derechos de los animales… se entrecruzan y complejizan cualquier apreciación al respecto.

Los pobladores identifican esta cacería como un mecanismo de subsistencia que han heredado de tiempo atrás y que constituye parte de la identidad de la zona. Taiji ha sido reconocido por ser un pueblo dedicado a la caza de ballenas, orgullosamente aportaron al desarrollo de las técnicas de caza. Hoy, con la con la prohibición que protege a las ballenas el pueblo se ha dedicado a la caza de delfines.

Ahora bien, según varios estudios la carne de delfín no es apta para el consumo humano; la carne de delfín y de ballena supera por mucho los estándares de mercurio y metilmercurio permitidos para el consumo humano, incluso por Japón (2). El mercurio y el metilmercurio son tóxicos para los humanos y han sido vinculados por muchos expertos con el autismo en los niños y con la enfermedad de Minamata. Aquella fue una terrible afección que surgió en la zona del Japón que le dio su nombre; la petroquímica Chisso contaminó con metilmercurio las fuentes de agua, luego de consumir pescado y mariscos contaminados los pobladores y los animales de la región sufrieron serios daños en el sistema nervioso central. Para el 2001 había más de 3000 enfermos de un brote que se produjo hace mas de 50 años.

Así las cosas, parecería que las muertes de los delfines no se justifican por la existencia de un mercado que consuma su carne, pues no debería ser consumida. Algunos supermercados de Japón ya no la venden. Sin embargo, mucha carne de delfín es etiquetada con otros nombres y vendida. No hay datos sobre el rendimiento económico que obtienen los pescadores; los mayores ingresos vienen de los delfines que se venden a los acuarios del mundo, pero el negocio de la carne no es malo. Por ejemplo, Hvalur hf. dirigida por Kristján Loftsson es la empresa de Islandia que se dedica a la caza de ballenas. Desde el 2008 ha matado 273 ballenas y vendiendo su carne a Japón, obtuvieron ganancias por 17 millones de dólares. La empresa Hvalur tiene 15 empleados en invierno y 150 en verano (3).

Los defensores de los delfines reclaman protección internacional para estos animales. La cuestión de si los delfines gozan de protección legal sigue sin ser resuelta. Existe la Comisión Internacional de Ballenas (IWC) que fue creada en 1946 para regular la caza y comercio de cetáceos. El tema de los delfines es discutido al interior de la IWC; para quienes promueven la cacería, la comisión sólo puede regular asuntos sobre las grandes ballenas; para los otros en cambio, la comisión está para regular la caza de cetáceos, y los delfines son cetáceos pequeños y por eso deberían estar protegidos por la IWC. La última reunión de la IWC se celebró el pasado julio y el tema de los delfines y el problema de la contaminación con mercurio de la carne de los cetáceos iba a ser discutida. Incluso había una propuesta que sugería que esa carne fuera rotulada con los niveles de mercurio, para que fueran los consumidores quienes decidieran si la consumían o no. La discusión sobre estos temas no pudo llevarse a cabo; un grupo liderado por Japón, Islandia y Noruega -que promueven la caza comercial controlada- se retiró de la reunión que por falta de quórum tuvo que ser suspendida. Japón y sus aliados se levantaron luego de que se pidiera votación para la propuesta de Brazil y Argentina de hacer una zona de protección para ballenas en el atlántico sur.

Aún si la discusión se hubiera dado en la IWC hay dudas sobre los resultados. De los 89 miembros de la IWC –a la que Colombia se unió este año- muchos están comprometidos con la conservación de las especies, pero hay un grupo que históricamente ha cazado ballenas y desea continuar haciéndolo. Los problemas de la IWC van mucho más allá. En 1982 la IWC declaró una pausa de la caza comercial de las ballenas a partir de 1986, pues varias especies estaban en vía de extinción. Japón, Unión Soviética, Noruega y Perú se negaron aceptar la medida, pero luego de presiones por parte de EE.UU. aceptaron la prohibición. Japón inició entonces un programa de caza científica de ballenas, con el que caza unas 1.000 ballenas al año, la mayoría en el Santuario de la Antártica. La IWC ha sido muy criticada por el otorgamiento de este permiso que para muchos es sólo un disfraz para la caza de ballenas. Australia interpueso una demanda contra Japón por abuso de la cláusula de investigación. Es curioso además que los hallazgos de la investigación que realizan los japoneses sostienen que las ballenas consumen entre 3 y 5 veces más pescado que los humanos, y ese dato lo utilizan los pescadores de delfines de Taiji, que según dicen los delfines son una plaga que disminuye los pescados que ellos requieren para su subsistencia.

Más aún, según denuncias de The Sunday Times de Londres los japoneses  sobornaban con dinero y prostitutas a los delegados de países pequeños ante la IWC para obtener su apoyo en las votaciones. Investigadores encubiertos revelaron que al menos 6 de los delegados a los que se acercaron estaban dispuestos a vender su voto por una oferta mejor a la que les hiciera Japón. Ese país oriental fue acusado además de pagar -en efectivo y durante las reuniones- las cuotas que esos “aliados” le deben a la organización, para garantizar que pudieran votar de acuerdo a los lineamientos japoneses. Este año la comisión, como medida para evitar la compra de votos, obligó a que los países paguen sus cuotas desde cuentas de sus gobiernos.

Vistos estos elementos conviene reflexionar sobre las cargas emotivas del problema. Pareciera que somos más tolerantes con la matanza de vacas, pollos y otros animales; pero que la matanza de delfines tiene un contenido emocional que no puede dejarse de lado. ¿Hay diferencia entre matar una vaca o un delfín o una ballena? ¿Debe prohibirse la caza de delfines? ¿Es posible que las tradiciones culturales cedan ante los impulsos de conservación que se imponen en el mundo? ¿Por qué estos principios de conservación deberían primar sobre otros más antiguos y arraigados a los pueblos?

Notas

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1. http://www.savejapandolphins.org

2. http://vimeo.com/17897630

http://www.earthisland.org/journal/index.php/eij/article/watch_what_you_eat/

http://www.earthisland.org/journal/index.php/eij/article/immpspring10/

http://www.earthisland.org/journal/index.php/eij/article/international_marine_mammal_project2/

  1. Islandia ha violado los límites autoimpuestos y ha cazado tres veces mas la cantidad de ballenas que tenía permitido. El presidente Obama anunciará en los próximos días si aplicará sanciones comerciales a Islandia por violar los acuerdos de IWC.