El resultado del 30 de mayo sorprendió a pocos. Aunque se reconoció que la propuesta independiente y alternativa del lituano-colombiano fue original resultaba un poco confusa y su exceso de sinceridad chocó con las expectativas más conservadoras de la audiencia. No obstante generó mucha emoción entre sus seguidores y fue un hecho revelador que conquistó titulares de periódicos en el país y en el extranjero.

El resultado del 30 de mayo sorprendió a pocos. Aunque se reconoció que la propuesta independiente y alternativa del lituano-colombiano fue original resultaba un poco confusa y su exceso de sinceridad chocó con las expectativas más conservadoras de la audiencia. No obstante generó mucha emoción entre sus seguidores y fue un hecho revelador que conquistó titulares de periódicos en el país y en el extranjero.

En cambio, la otra nunca se desvío de los parámetros tradicionales, apelando a lo seguro y a lo conocido, ayudada obviamente por el poderoso respaldo con que contaba y con unas reglas que desde antes habían sido diseñadas a su favor.

En retrospectiva resultaba obvio quien resultaría triunfador.

No, no me refiero a la elección del pasado domingo, sino al concurso de Eurovisión, el carnaval musical que cada año paraliza a Europa y que es para ellos, lo que el concurso de Miss Universo es para los latinoamericanos.

Esta vez, un lituano-colombiano, Jurgis Didziulis, con su banda In Culto se presentó en representación de Lituania con la canción , una mezcla de ska, canciones folklóricas lituanas y ritmos tropicales. Musicalmente de por sí se trataba de un desafío, sin contar con una letra que buscaba levantar ampolla reivindicando la condición de excluidos que sienten los europeos del este frente a sus pares de occidente.

“Si señor, somos legales somos/ Aunque no somos tan legales como tú/ No señor, no somos iguales, no/ Aunque ambos seamos de la U.E.”, es una típica frase de la canción.

La propuesta de Didziulis fue comentada , inclusive en lugares tan ajenos al concurso como los Estados Unidos, aunque muchos coincidían en que la falta de articulación del vocalista afectaba de manera importante la interpretación. En cuanto a la presentación en vivo, una parte clave del concurso pero que de todas formas exige obligatoriamente el uso de pistas musicales, In Culto decidió desafiar los convencionalismos utilizando simbólicamente instrumentos de plástico y realizando una complicada danza que culminaba con Didziulis despidiéndose de la audiencia en calzoncillos.

Lamentablemente para Lituania la arriesgada entrada no fue muy bien comprendida por los televidentes votantes y no logró superar la segunda semifinal, obteniendo tan solo 44 votos, lo que le dio el lugar 12 entre 17.

La canción ganadora por su parte fue escogida cuidadosamente por Universal Music Alemania entre otras 300 posibles para el concurso de talento , un reality nacional que buscaba encontrar el representante alemán al concurso. A la postre lo ganó Lena Meyer, una bella y carismática muchacha de 19 años y la canción , una pegajosa melodía pop compuesta por una gringa y por un danés y que ellos mismos describen como “bastante relajada y dulce con letra alegre”.

En efecto, el coro va algo así: “Cómo un satélite estoy en órbita alrededor tuyo/ Y pudiera seguir toda la noche/no puedo seguir ni un minuto sin tu amor”,  o sea no precisamente poesía laureada.

Lena condujo una campaña blitz para promocionar su canción antes de la presentación oficial ayudada por la respetable maquinaria publicitaria de Universal Music, que se hizo en inglés, lo cual ponía un poco nerviosa a la artista. Sin embargo los promotores lo consideraron necesario para mover la canción entre los muchos países que hacen parte de Eurovisión y cuyos televidentes votan directamente por las canciones favoritas (no pueden sin embargo votar por la de su país). Ya para mediados de marzo Satellite era la canción más downloaded en la historia de Alemania.

El día de la presentación Lena lució un elegante y moderno vestido negro e hizo una impecable interpretación que se ganó los aplausos y votos de los televidentes del continente. Ayudó, por supuesto, que Alemania era uno de los “cuatro grandes”, es decir los países que financian Eurovisión y que por lo tanto tienen el derecho a entrar directamente a la gran final sin tener que someterse a las rondas semifinales, como si le toca a los otros, Lituania, por ejemplo.

Como habían pronosticado las apuestas y Google, Lena barrió con la competencia obteniendo 246 votos, la segunda votación más alta en la historia de un concurso que se remonta a 1956.

Esos son pues los resultados de la competencia del pasado 30 de mayo. Cualquier parecido con la realidad electoral colombiana es pura coincidencia.