Una facción del PDA que se autodenomina Las Polas, cuya vocería la tiene la controvertida ex alcaldesa de Apartadó, la señora Gloria Cuartas, acaba de radicar ante la comisión de acusaciones del Congreso de la República una por traición a la Patria contra el presidente Uribe.

Una facción del PDA que se autodenomina Las Polas, cuya vocería la tiene la controvertida ex alcaldesa de Apartadó, la señora Gloria Cuartas, acaba de radicar ante la comisión de acusaciones del Congreso de la República una por traición a la Patria contra el presidente Uribe.

Hasta ahí nada nuevo. Presentar denuncias penales es prácticamente un hobby nacional y en contra del presidente Uribe, pues bueno que les puedo decir, para la izquierda es casi un ritual religioso.

Lo fascinante de esta denuncia en particular es el ejercicio de malabarismo intelectual que la autora hace para justificarla. Según el reporte de prensa, la señora Cuartas considera que Uribe ha traicionado a la Patria porque autorizó unas bases militares extranjeras que atentan contra el cuerpo de la mujer.

Para explicarse la denunciante afirma que “las bases militares son una acción más para la violencia política contra las mujeres. Hemos conocido las redes de prostitución, las mujeres confort y la red sexual que tiene toda base militar, por eso instauramos la denuncia”.  O sea que donde hay militares hay putas. Vaya descubrimiento.

Me sorprende que la ex alcaldesa no lo supiera desde antes porque en Apartadó, como en todos los municipios de Colombia hay burdeles, y les apuesto que los de allá servían sin discriminación a paras, guerrilleros y soldados por igual. Todo en las narices de la doctora Cuartas.  

Lo cual entre otras cosas no importa, porque en Colombia la prostitución no es un delito. Es delito el proxenetismo, la trata de blancas y la pornografía infantil, como es apenas obvio, pero no la prostitución, ni el turismo sexual, ni las casas de citas, ni la pornografía (gracias a Dios).

Ahora bien, resulta tremendamente irónico que la señora Cuartas y sus amigas sean las defensoras más vehementes del aborto, el cual justifican como una decisión de la mujer sobre su propio cuerpo (“Ni la Iglesia, ni el Estado, el cuerpo es mío y yo decido”, es la chanson-de-guerre de las abortistas) y  al mismo tiempo consideren que la prostitución configura una traición a la Patria (sic).

De no haber una coacción o una incapacidad jurídica no veo porque una mujer no pueda decidir arrendarle su cuerpo a otra persona para que realice una acto sexual (“el cuerpo es mío y yo decido”, dirán las putas mientras se lo dan a los gringos). De hecho, la ley colombiana, que esta materia es moralmente neutral, esta de su lado al entender que la compra-venta de sexo es un contrato civil.

Es cierto que los opuestos se atraen. La posición de la Cuartas, igual que la de de las feministas radicales, en este tema se va de la mano con las opiniones ultra godas del procurador Ordoñez y su escudera Ilva Myriam Hoyos, que atacan la prostitución por razones de moralidad pública.

Entre el femino-marxismo y la moral victoriana de los unos y los otros, los liberales quedamos en la mitad sin ver la diferencia conceptual entre el derecho al aborto y el derecho a ejercer la prostitución (yo dicho sea de paso, estoy de acuerdo con los dos).

Lo que sí es claro sin embargo, es que Uribe nada tiene que ver con este problema y que acusarlo de traición a la Patria porque unas putas se a van a tirar a unos soldados gringos es tal vez la cosa más estúpida que he oído en mi vida.