A cuenta gotas se ha venido conociendo el programa económico de Antanas Mockus y en realidad es bastante bueno, pero sin duda, no es lo que muchos de sus seguidores se imaginan que es.

A no ser, por supuesto, que los seguidores de Mockus se describan a sí mismos como neoliberales.

A cuenta gotas se ha venido conociendo el programa económico de Antanas Mockus y en realidad es bastante bueno, pero sin duda, no es lo que muchos de sus seguidores se imaginan que es.

A no ser, por supuesto, que los seguidores de Mockus se describan a sí mismos como neoliberales.

En pocas palabras, el neoliberalismo, término bastante desprestigiado y de manera injusta por cierto, plantea un retorno a la ortodoxia económica, donde priman la prudencia fiscal, los presupuestos balanceados, la apertura de mercados, el libre flujo de capitales, el recorte de las funciones empresariales del Estado y la cesación de la política industrial y de los subsidios sectorizados.

Y eso es lo que propone –y ha hecho en el pasado- Mockus.

En una reveladora en el diario La República, Mockus explicó la esencia de su pensamiento económico. A la pregunta del entrevistador, “¿cuál es el eje de su programa económico?”, el candidato respondió “es el mismo de la campaña: Legalidad democrática. La idea es que para tener prosperidad se requiere legalidad…y la prosperidad vendrá “casi” sola. Subrayo el “casi” porque valoro el aporte de los empresarios”. 

Es decir, cumplamos las leyes y la mano invisible del mercado nos traerá la prosperidad. Adam Smith no lo pudo decir mejor.

A continuación Mockus nos informa que no se imagina “un gobierno sin uno, dos o tres puntos más de carga tributaria” y el entrevistador cándidamente pregunta si se trata de un aumento en las tarifas de renta e IVA, a lo que el profesor le aclara que no, que él se refiere a la tributación como proporción del PIB.

Guau.

En plata blanca esto significan mal contados entre 5 y 15 billones de pesos más en impuestos, una cifra extraordinaria. ¿De dónde van salir? ¿, algo que solo se ve en Nicaragua, Haití y Zambia? No parece. ¿O saldrán más bien de la gente común y corriente, que en Colombia, al igual que en Nicaragua, Haití y Zambia no está pagando impuestos? Porqué exactamente esto es lo Mockus llama formalización: que pague impuestos el señor de la tienda, el del corrientazo, la panadería, el taxista, el carnicero, el albañil, el mecánico, la manicurista, el pequeño agricultor y en fin todos los que hasta ahora han pasado agachados en esta materia, incluyendo sus empleados que prefieren seguir chupándole rueda al SISBEN antes de contribuir con la seguridad social.

Lo otro es el tema de desempleo. El diagnóstico mockusiano es correcto, la existencia por un lado de incentivos a la inversión en capital y por otro el altísimo costo de la nómina son la receta perfecta para un desempleo de dos dígitos. Mockus se ha enfocado en la eliminación de las deducciones pintándolas como un exceso mercantilista del uribismo (de ahí la propuesta de subir la tasa efectiva de renta de 23% a 28%), pero ha sido vago en la otra parte, la reducción del costo de la nómina que es la parte clave para generar empleo.

¿Esto que implica? Reducción de los parafiscales, salarios mínimos variables y flexibilización laboral, o en español, poder contratar, mantener y echar gente barato. Y si Mockus ha sido vago en la materia por entendibles razones electorales su potencial ministro de hacienda, no lo ha sido.

Finalmente está el tema de los TLC, que eufemísticamente llama Mockus “interdependencia económica”. Van con todo, lo cual me parece maravilloso, pero me preocupa que la motivación sea, como parece, ideológica y no práctica ya que podemos acabar con TLCs negociados a la brava.

En fin este es un brochazo del pensamiento económico mockusiano: austero, prudente, rígido, laborioso y en resumen profundamente calvinista. Así como lo describió recientemente el Wall Street Journal, propio de un pastor báltico.