·         Interior y Justicia: mal. Le tocó hundir la ley de víctimas porque no fue capaz de explicar los alcances jurídicos y fiscales de la reparación por vía administrativa. El principio de oportunidad le salió bien pero no había forma de que saliera mal. Esos 19,000 problemas tenían que tener una solución. Los dos actos legislativos son bebes indeseados. La reforma política aprobada es todo lo inconveniente que dicen que es y la dosis personal es un capricho moralista de Uribe que van a rescarrilar tan pronto puedan.
 

·         Hacienda: regular. Por fin sacó la reforma financiera, pero nadie sabe muy bien para qué sirve. El cupo de endeudamiento era clave y no tuvo problema. La reforma tributaria territorial, nació muerta. ¿A quién se le ocurre proponer impuestos en la víspera de unas elecciones?
 

·         Relaciones Exteriores: mal. Se le embolató la ley de facultades para reformar la carrera diplomática y el TLC con Canadá está quieto en al agua como los patos canadienses.
 

·         Defensa: muy mal. Lástima. Unas facultades extraordinarias que había solicitado, sino estoy equivocado relacionadas con el tema de retiro de personal y que requerían una mayoría calificada en el Senado se le hundieron por seis votos.
 

·         Comunicaciones: bien. Nunca he oído un mal comentario de esta ministra. Las cosas parecen fluirle sin problemas. El proyecto de TIC’s salió adelante hasta con la ayuda de Alexander López. Quien se lo iba a imaginar.
 

·         Comercio Exterior: bien. Tiene el mejor equipo ejecutivo de cualquier cartera. Ramón de la Torre, director de regulación, realizó una extraordinaria tarea para mover la aprobación de dos iniciativas claves. Por una lado la actualización de la ley de competencia y por otro el impulso a la incorporación de las normas contables internacionales. Esta última, como era de esperarse, fue torpedeada por Jorge Robledo hasta que alguien le explico que hasta Cuba y Venezuela tenían estándares internacionales de contabilidad. Ahí se calmó.
 

·         Minas: más o menos bien. No hay cuña que más apriete que la del mismo palo. Con treinta y ocho años en Exxon a Hernán Martínez nadie le mete los dedos en la boca. Por eso pudo sacar una reforma, más bien marginal, pero algo útil, al Código de Minas.
 

·         Protección Social: regular. La fusión del Ministerio de Salud con el de Trabajo es un mamarracho que nunca ha funcionado adecuadamente. El ministro trabaja como una mula pero no le alcanza el tiempo ni la cabeza para tanto tema tan difícil. Y eso se refleja en la agencia legislativa. Se le embolató el complicadísimo proyecto de juegos de suerte y azar, pero logró impulsar el proyecto de control a la obesidad y el anti tabaco gracias a la diligencia y habilidad política de Dilian Francisca.
 

·         Educación: regular. No tiene agenda realmente, pero no sé si la necesita. Se montó el proyecto de acto legislativo de María Isabel Mejía Marulanda, una de las mejores congresistas que conozco, sobre educación gratuita básica. Ojalá les prospere la iniciativa.
 

·         Ambiente, Agricultura y Cultura: no sé. Los primeros dos tienen ministros recién llegados que hasta ahora están colocando las fotos de la familia en el despacho. La ministra de Cultura le ha ido bien y cuenta con mucho aprecio quizás por sus condiciones personales, pero la agenda de la cartera es de poco impacto.
 

·         Transporte: ¿hay ministerio?