Los Colombianos por la Paz se visten de blanco, usan camisas con cuello Nehru y comen productos orgánicos. A pesar de sus vestidos monocromáticos, son un grupo diverso. Hay negros, mulatos, gringos, judíos, liberales, activistas de derechos humanos, defensores de presos políticos, periodistas, humanistas, rosaristas. De todo. Los une la pasión por el genero epistolar, las soluciones negociadas y las ideas vaporosas. Trabajan por la paz pero no ha podido aclarar que es exactamente eso de “la paz”. Piedad Cordoba -su líder más visible- dice que necesita una conferencia para explicar lo que ella entiende por paz.

Queda claro que el concepto de paz es un berenjenal. Sobre todo si se incluye la muletilla “social” y se le van colgando requisitos. No hay paz con pobreza, no hay paz con desigualdad, no hay paz con una democracia “de papel”, no hay paz con imperialismo. Para los colombianos por la paz, no hay paz si no se resuelven todos los problemas del país mediante el dialogo con las FARC. Lo que hace inevitable recordar los dialogos del Caguán en donde Raul Reyes imponía como condición para la firma de un tratado de paz la reducción inmediata del desempleo y se organizaban mesas temáticas para discutir desde la política monetaria hasta las fallas de la selección Colombia.

Los voluntariosos de la paz proponen algo parecido, un coloquio habermasiano para hablar paja y resolver todos los problemas del país. Lo malo es que un dialogo de paz es mundano y parte de un problema concreto ¿Que va a pasar con los combatientes después de que se desmovilicen? ¿Serán indultados, tendrán trabajo en un Ministerio, les facilitaran créditos o subsidios? Cuando esas cosas se discuten se esta realmente en un proceso de paz, lo demás es paja.

Con esto los amigos vaporosos se van a dar contra las paredes. Es fácil pedir la paz, no es tan fácil abogar por el indulto del Mono Jojoy. Es un pedazo de ponqué vestirse de blanco y dar una rueda de prensa, es difícil pedir penas irrisorias para delitos atroces o subsidios para secuestradores o puestos para criminales de guerra. Pero que le hacemos, un proceso de paz es, en esencia, la discusión de estos detalles incómodos. Y más incómodos para los colombianos por la paz que han sido tan duros en los procesos con las autodefensas.