Hay un voto moralmente superior: el de opinión. Este voto no tiene relación con verbenas en donde se reparte aguardiente y ternera, ni con las directrices de un presidente de Junta y menos con la filiación partidista de la familia materna. Es el voto de la gente seria, la que repasa los domingos por las tardes las propuestas programáticas de los 876 candidatos al Senado y discute en la sobremesa la trayectoria de Leandro Rache Sánchez o la fortaleza de Fernando Tamayo Tamayo. Estos, los que repasan con minucia las hojas de vida en Congreso Visible, hacen una matriz en Excel y deciden con actitud científica por quién votar, son los votantes de opinión hard core. En Colombia este segmento es bastante pequeño, se limita a un grupo compuesto por Cristina Vélez Vieira y Elizabeth Ungar.

Un segmento más amplio abarca a los oyentes de hora 20 y demás junkies de la política. Estos no alcanzan a estudiar y contrastar todo el menú político, pero se dejan guiar por lo que dicen los líderes de opinión o en su defecto, votan por Mockus -sumo pontífice de esta religión-. Digamos que son votantes de opinión de segundo orden y predicadores morales en sus horas de ocio.

Por último, la gran masa del voto de opinión esta compuesta por los huérfanos del clientelismo. En esta categoría estamos todos los que jamás hemos sido invitados a una ternera bailable, ni pertenecemos a una Junta de Acción Comunal. Por caprichos del mercado de votos, los políticos no nos ofrecen pavimentar la cuadra, evitar la expropiación de parte de nuestro club o gestionar una ruta de TransMilenio con menos paradas. No tenemos otra salida que invertir nuestro voto en el primer conocido que aparezca. Podemos votar por Maria Isabel Urrutia (sí, esa que ganó una medalla de oro), por la actriz de la Potra Zaina, por el primo segundo del cuñado o por Galán que era hijo de ese tan famoso. Este segmento es la cantera que alimenta a todos los que se creen políticos de opinión: Lucero Cortés, Willington Ortíz, Sergio Fajardo, Maria Fernanda Valencia (la que piensa empelotarse), Enrique Peñalosa y Javier Hernández Bonnet. Todos en la misma bolsa, todos beneficiarios de este menos glamoroso voto de opinión.

Coda: Con ánimo de hacer la diferencia, invito al Doctor Juan Marío Laserna a celebrar una reunión con la junta de copropietarios de mi conjunto para proponerle que, a cambio de nuestro apoyo, nos ayude a patinar un par de proyectos para mejora de la cuadra.