Acertó el Presidente Santos, en un acto de tremenda lucidez, al nominar como el segundo Libertador a Álvaro Uribe, siendo condecorado por éste, quién sabe a cuento de qué.
Acertó el Presidente Santos, en un acto de tremenda lucidez, al nominar como el segundo Libertador a Álvaro Uribe, siendo condecorado por éste, quién sabe a cuento de qué.
Y es que ese apelativo va como anillo al dedo. Uribe nos liberó de las “rigurosas cadenas” de la ética que por siglos trataron de construirse en este paisito, desde la partida de los españoles. Nos liberó de toda carga de moral, de respeto por la justicia, por la vida. Buen comienzo para Santos y su casa de cristal.
Se va Uribe y para él una modesta y única recomendación: dado que no quiso regresar a su hermosa patria chica y nos tocó en suerte acogerlo,segùn se dice, en la capital, y en una casa fiscal seguramente diseñada para el Libertador, que no olvide colocar algunas rejas en puertas y ventanas, en caso de que tenga que acoger allí, algún día, a alguno de sus hijos.
Por aquello de la casa por cárcel.