Esta columna se escribió en coautoría con Diego Fuerte
El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha generado un verdadero desorden electoral. En los últimos meses, ha aprobado varias solicitudes para crear nuevos partidos, con un sólo voto en contra en el tribunal de nueve magistrados. Mientras que en 2017 sólo 14 partidos con personería jurídica pudieron presentar candidatos, hoy contamos con 31 partidos políticos.
Entre los más nuevos, casi ninguno cumple el requisito mínimo de representación de haber sacado el 3 por ciento del umbral en una elección nacional. Es evidente el cambio en el CNE: mientras que los antiguos magistrados negaron una veintena de personerías jurídicas entre 2021 y 2022, el recién nombrado CNE cambió el precedente generando una peligrosa proliferación de personerías con argumentos jurídicos pobres.
Nada bueno nos depara esta transición a un sistema en extremo volátil, fragmentado y de poca representación. Como diría Eduardo Pizarro León-Gómez, “micro-empresas electorales”. Pero de nueva generación y con generosos recursos públicos.
Las cuatro troneras del CNE y la Corte
Así, a través de esta concurrencia de fallos constitucionales, coaliciones, y un recambio en el CNE, la regla del umbral, establecida en el artículo 108 de la Constitución, dejó de tener el efecto para el que fue adoptado en la reforma política de 2003. La “explosión controlada” de entrega de personerías funciona a partir de cuatro mecanismos básicos, que describiremos en esta columna.
1. Vía la Corte Constitucional y el exterminio político
Comenzó en el preámbulo de las elecciones 2022, con un fallo de tutela donde la Corte Constitucional. La corte abrió paso al reconocimiento de la personería jurídica al Nuevo Liberalismo y otras organizaciones que hubieren sido víctimas de la violencia durante los ochenta y noventa, luego de que en primer lugar fueron negadas por el CNE y el Consejo de Estado. En este caso, el precedente era la devolución de la personería jurídica a la Unión Patriótica en 2013. Por ese lado entonces entraron Salvación Nacional, el Partido Comunista y el Partido Verde Oxígeno. Y más recientemente otros – como el del expresidente Pastrana, quien revivió su movimiento Nueva Fuerza Democrática por esta interpretación de la norma.
2. Vía la Corte Constitucional y el Estatuto de la Oposición
El otro fallo de la Corte fue a favor de Gustavo Petro. Al igual que el caso anterior, luego del fallo negativo del CNE y del Consejo de Estado, la Corte otorgó el reconocimiento como partido a la Colombia Humana, que llegó al Congreso vía Estatuto de la oposición tras quedar en el segundo lugar de la contienda presidencial de 2018. Este concepto facilitó la personería jurídica al movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción de Rodolfo Hernández. ¿Abre esto un precedente a nivel subnacional para solicitar personería jurídica por ocupar la curul de oposición establecida en la ley?
3. Vía el CNE y las coaliciones
Un tercer mecanismo que ha suscitado la multiplicación de los partidos han sido las coaliciones. En las elecciones al Congreso del 2022 el mecanismo tuvo auge. La más conocida, la del Pacto Histórico, que la componen Colombia Humana, Unión Patriótica, el Polo, MAIS, ADA y el movimiento político Soy Porque Somos. También hubo una coalición de partidos cristianos entre MIRA y Colombia Justa Libres. Y una de centro entre la Alianza Verde y el Partido Colombia Renaciente, Partido Dignidad, Partido ASI y el movimiento En Marcha.
Este mecanismo típico en las elecciones regionales, y permitido para el Congreso por el acto legislativo No. 2 del 2015 (artículo 263 CN), generó otra posibilidad importante para conservar la personería jurídica para partidos pequeños. Al estar en una coalición, pueden mantener su personería jurídica logrando el 3%, aún cuando individualmente sus candidatos sacaran muchos menos votos, o no hubieran sido electos del todo. Vemos aquí a Colombia Justas Libres que solo obtuvo una curul, o el Partido Comunista que no obtuvo representación.
En estas coaliciones vimos el escindido partido Dignidad (de Jorge Robledo), o partidos de minorías étnicas como ADA (Alianza Democrática Amplia), que avaló al Senador Roy Barreras. Así, todos aquellos partidos en coalición mantienen su personería, aunque no sea clara cuál es la proporción de su representación.
4. Vía el CNE y la escisión
Interesante que apenas cuatro meses después de la elección, el recién miembro de ADA, Senador Roy Barreras, obtuvo generosamente personería de su propio partido, vía una escisión aprobada por el CNE el pasado diciembre.
La escisión es un mecanismo interno, que está estipulado en los estatutos de cada partido y no está reglamentado de forma general.
Con un recién elegido CNE que cuenta con mayorías de las fuerzas de Gobierno, y luego del boquete generado por el precedente de la Corte, se ha legitimado una interpretación con contabilidad alegre. Así, en cuestión de meses, y por avanzar en “la democratización del sistema”, el CNE ha otorgado tres personerías jurídicas dándole a liderazgos personalistas y movimientos sin vocación nacional la posibilidad de recibir recursos públicos de funcionamiento, y ofrecer avales en todo el país.
Tal es el caso del partido En Marcha del exministro Juan Fernando Cristo, Independientes, del actual alcalde de Medellín y Fuerza Ciudadana de Carlos Caicedo, actual gobernador del Magdalena. Estos dos últimos han manifestado sus deseos de integrar el Pacto Histórico.
Y pues si todo falla, siempre quedan otras oportunidades de aval sobre la mesa. Los partidos étnicos, que tienen su origen en las circunscripciones especiales, también pueden otorgar avales en todo el país y para cualquier elección (Ver tabla).

Y con las firmas, todo puede empeorar
Así, se oficializa la personalización extrema de los partidos — que ya era evidente a partir del sistema paralelo de movimientos por firmas — . Como se había mencionado en un artículo de La Silla Vacía, esta es una opción de candidaturas que ha ganado importancia en los últimos años para las elecciones de gobernaciones y alcaldías. Para las gobernaciones, sumando los movimientos independientes y las coaliciones tenemos casi al 60% de los candidatos y el 80% de los votos en las elecciones de 2019. 25 de los 32 gobernadores electos consiguieron aval por firmas o a través de una coalición.
Por su parte, en las elecciones para alcaldías los movimientos independientes y las coaliciones entregaron aval a cerca del 40% de los candidatos. Los cuales consiguieron casi el 60% de los votos y 549 de las 1100 alcaldías en las elecciones de 2019.
Hace algunos días, el Registrador informó a la opinión pública un incremento del 500% en las inscripciones de estas organizaciones para los comicios locales de este año, con más de 700 movimientos registrados hasta ahora. Con los precedentes narrados, muchos de estos movimientos terminarán haciendo coalición con partidos, y tendrán argumentos suficientes para que en un futuro quieran personería jurídica.
Es difícil imaginarse la cantidad de solicitudes y el desperdicio de recursos públicos que esto va a generar. El año pasado se giraron más de $60 mil millones de pesos en gastos de funcionamiento de partidos, de los cuales el 10% se reparte de manera equitativa entre todos, independientemente de la representación que tengan. Los incentivos son, por supuesto, a dar el mayor número de avales para conseguir mayores recursos.
Por otra parte, consideremos la efectividad institucional. Si ha sido difícil ejercer control sobre 17 partidos, disminuirá la capacidad institucional para hacerle control en elecciones a todas estas organizaciones ya existentes y por venir. El mar del gasto en elecciones, y las denuncias por doble militancia serán muy frecuentes.

Buena parte de las decisiones en esta materia tomadas por las altas cortes y el organismo electoral han tenido como marco los acuerdos de paz de La Habana. En el numeral segundo sobre participación política establece como uno de sus propósitos la apertura democrática y el fortalecimiento del pluralismo mediante la remoción de obstáculos y promoción de cambios institucionales para que surjan nuevos partidos y movimientos en el escenario político.
¿Son estos argumentos suficientes para darle personerías a políticos profesionales que hace décadas hacen parte del sistema? ¿Exigirle a un partido que saque votos y supere un umbral para darle recursos es mucho pedir?
Hay un artículo de Juan Carlos Rodríguez Raga (Rodríguez Raga, 2001) que se titula: “Cambiar todo para que nada cambie”. Hoy nos recorre un deja vú que nos devuelve al pasado. Antes de la reforma del 2003, a cuenta de movimientos y dobles militancias, tuvimos 72 partidos y más de 45 organizaciones con representación en el Congreso de la República. Ya estuvimos allí. Ya vivimos esta situación y por precedente vamos derechito a 1998.
La feria ya comenzó, y a nadie se le negará su partido. Qué desastre.