Las decisiones y las declaraciones del nuevo Presidente de los Estados Unidos, tan sorprendentes y escandalosas, resultan muy útiles para la política latinoamericana y para la colombiana.

Las decisiones y las declaraciones del nuevo Presidente de los Estados Unidos, tan sorprendentes y escandalosas, resultan, muy útiles para la política latinoamericana en general y para la colombiana en particular.

Que Trump diga, por ejemplo, que la tortura puede ser una herramienta útil para la lucha contra el crimen obliga a que en estos lares la política vuelva a tener un contenido relacionado con los valores y principios que había abandonado. Las discusiones son sobre mecánica y temas menores, ahora Trump nos obliga a alinearnos alrededor o en contra de lo que había sustentado el consenso liberal vigente después de la segunda guerra mundial en el mundo y después de las dictaduras en América Latina.

Entre la tortura y, por ejemplo, las cadenas perpetuas que tanto gustan aquí a algunos, podemos discutir qué tanto vamos a respetar los derechos fundamentales en la lucha contra el delito. El Presidente de los Estados Unidos nos ayuda a que el debate sea más claro, sin eufemismos.

Trump ha logrado valorizar políticamente los tratados de libre comercio que siempre han tenido una percepción negativa entre la mayoría de la opinión pública: “la apertura comercial ha sido un desastre”, ha sido la bandera política de sectores de izquierda y muchos ciudadanos atribuyen a esa política muchos de los males que nos aquejan como el empobrecimiento del campo y las dificultades de sectores industriales, ahora no resulta políticamente estar del lado del “gringo” y quienes desprevenidamente se quejaban de los efectos del libre comercio ya no son tan fervientes defensores de su posición.

La discusión política alrededor de ese tema tiene treinta años de demagogia y populismo que ahora Trump devela. ¿Alguien quiere parecerse a Trump?

Toda la teoría largamente construida sobre las bondades de la integración latinoamericana se había prácticamente abandonado en Colombia. Ningún “líder” político habla de eso desde hace décadas y ahora resulta que va a tocar echar mano de esas tesis para proponer algo en relación sobre cómo plantear las relaciones con los Estados Unidos en esta nueva época.

Expresiones como “el imperialismo noteamericano” que los políticos de por acá habían abandonado por considerarlas un poco desuetas y porque no querían parecerse a Chávez pueden revivir en la retórica política ante la actitud desafiante del Gobierno de los Estados Unidos.

Me gusta que Trump haya comenzado declarándose anti aborto. Con “la bestia” -como lo llamó la Revista Semana- de ese lado, nos queda más fácil saber aquí quien es quien. Los que aquí se declaran anti aborto, ¿también creen que la tortura puede ser útil? y en el fondo, ¿creen que no todos somos iguales y que de pronto sería mejor construir unos muros o fortalecer los imaginarios que han levantado para que la “guacherna” no se revuelva con los más “blanquitos”?

Es un gran aporte para la causa ambientalista que sea Trump el que tome medidas para ir en contra de ella y privilegiar “el desarrollo” sobre la protección. En Colombia muchos llevan años soterrada o abiertamente diciendo y haciendo lo mismo que el “gringo”.

Hay mucho Trump suelto y lo que hace el Presidente de los Estados Unidos es ayudar a ponerlos en evidencia. Ahora es más fácil explicar cuáles son las diferencias conceptuales e ideológicas.

Los valores de la separación de poderes, de los sistemas de controles entre poderes públicos, de la necesidad de separar otros factores de poderes privados de los gobiernos se han hecho evidentes en solo una semana del nuevo gobierno. Los defensores de esos valores llevan décadas infructuosas explicando que es mejor que sea difícil gobernar, que en la democracia el método es incluso más importante que el resultado y ahora seguramente será más fácil explicarlo y conseguirle adeptos.

En un par de semanas más podremos hacer la prueba de qué tanto se parece usted a Trump. Tendremos al menos una veintena de preguntas básicas sobre la visión de sociedad que cada quién tiene en su cabeza. Es posible que muchos no hayan armado las piezas del rompecabezas y una especie de juego en el que pierda el que más se parezca a Trump sirva para que en la elección del 2018 en Colombia la gente tenga mejores elementos para elegir.

Ese juego se hubiese podido crear con Putin como personaje o con Berlusconi o con Chávez o con Daniel Ortega, pero esos protagonistas no nos llaman tanto la atención como los provenientes de los Estados Unidos.

A Trump hay mucho que agradecerle. Su actitud mejora el debate político y nos pone a discutir sobre la importancia de la garantía de los derechos fundamentales aún de quienes estén sindicados de crímenes, al valor de los sistemas de controles de los poderes públicos, a la visión de desarrollo sostenible, a la importancia de tener posiciones unificadas entre países con historias comunes como los de América Latina.

A Trump hay mucho que agradecerle. Su actitud nos ayuda a mostrar las diferencias, sus posiciones nos permiten develar a los que aquí también desprecian los principios y valores filosóficamente liberales y de pronto, nos ayuda a alinear a un grupo más grande para su defensa.

Héctor Riveros Serrato es un abogado bogotano, experto en temas de derecho constitucional, egresado de la Universidad Externado de Colombia, donde ha sido profesor por varios años en diversos temas de derecho público. Es analista político, consultor en áreas de gobernabilidad y gestión pública...