Después de los sinsabores del viaje presidencial a España, el presidente va ahora a Nueva York a participar en la Asamblea de las Naciones Unidas a buscar un encuentro, así sea casual, con el presidente de los Estados Unidos, con quien no se ha podido reunir a pesar de los múltiples intentos de hacerlo.

Es probable que no lo logre, así como no pudo asistir a la Feria del Libro en Madrid, que era el objetivo de ese viaje a propósito de ser Colombia el país invitado del evento más importante de la industria editorial en lengua castellana. Una breve alusión a la economía naranja por parte del rey y una comparación con Andrés Pastrana por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid fueron los mayores logros de la visita frustrada.

La Cancillería busca afanosamente una reunión entre los dos presidente para el próximo lunes en Washington, en donde hará escala el presidente antes de llegar a Nueva York. Hasta ahora el Gobierno estadounidense no ha concedido la entrevista, por lo que la visita será útil para que la familia presidencial avance en decisiones para su casi seguro establecimiento en esa ciudad después del próximo 7 de agosto, cuando termine su período de gobierno.

El martes, cuando Biden se dirija a la Asamblea General, el Gobierno colombiano guarda la esperanza de al menos un furtivo apretón de manos en un pasillo. Ese encuentro es más probable, aunque será también difícil por las restricciones que se han adoptado por la pandemia.

Queda la posibilidad de que Duque sea invitado a una “cumbre virtual” que el Gobierno de los Estados Unidos convoca para el miércoles, al margen de la Asamblea y con Biden desde Washington, sobre el combate mundial contra el Covid 19. El presidente colombiano podría ser uno de los 70 invitados dado que Colombia es el país más beneficiado con donaciones de vacunas de ese país.

Duque tendrá, eso sí, que prepararse, otra vez, para las preguntas sobre los obstáculos en la implementación del Acuerdo que permitió la desmovilización de las Farc, y quizás la visita le coincida con una decisión de la Corte Constitucional relacionada con la seguridad de los excombatientes que algunos medios anticipan será de reproche a la actitud oficial, dado que desde la firma del Acuerdo hasta hoy han asesinado a 285 de ellos.

En Nueva York también lo va a perseguir la impunidad en los casos de abuso policial ocurridos en el marco de las protestas de los últimos tres años y que el Gobierno no ha condenado con la vehemencia que cualquiera esperaría.

En estas visitas el Gobierno prepara un dossier con cifras sobre energías renovables y otros temas sobre los que nunca le preguntan al presidente, quien se incomoda porque el interés de los medios internacionales y de los nacionales, cuyos corresponsales él lleva desde aquí para que le hagan unas preguntas allá, están siempre en la cambiante coyuntura nacional y en el posicionamiento internacional, que no ha logrado evitar, de permitir la violación de derechos humanos a los opositores.

A Duque, en cambio, parece gustarle que le pregunten sobre su posible sucesor, a 10 meses de terminar su período, como si ello no fuera un síntoma del déficit de liderazgo que lleva a que haya una especie de afán de que termine su período.

La visita a Corea y ahora su periplo por Madrid y Nueva York dejan sentir el tono y las prioridades del último año de gobierno.

Habrá una cargada agenda internacional que al presidente parece interesarle sobre las urgencias nacionales. Duque ha querido asumir una especie de liderazgo contra las dictaduras de izquierda en Latinoamérica pero su papel se ha frustrado por los nulos resultados de su política frente a Venezuela y por las acusaciones a su gobierno en materia de derechos humanos.

Pero además el presidente colombiano, por su largo paso por el BID, sobrevalora el escenario internacional y muestra una especie de fascinación por la reunión con otros presidentes o por el almuerzo con los reyes. La pandemia le frustró esa parte de su gusto por ser presidente y en los meses que queda querrá aprovecharlos lo más posible para programar viajes que estuvieron suspendidos durante casi año y medio.

Sin embargo, Duque no encuentra un escenario propicio, como queda demostrado en los viajes a Madrid y los Estados Unidos. Lo van a perseguir tanto los mismos temas que, incluso, como acaba de pasar, le toca modificar su agenda para evitar sinsabores.

En América Latina tampoco hay con quien hacer combo. Salvo el presidente de Ecuador, con los demás no hay cómo. En Chile pareciera que a Piñera lo reemplazará un presidente de izquierda. Con Castillo en el Perú no hay ningún incentivo para reunirse. En Argentina hay un gobierno de izquierda con más problemas que Duque acá. La compañía de López Obrador tampoco le debe gustar y en Centroamérica el espacio lo copa Bukele, que no es una foto deseable.

El Gobierno buscará repetir la larga lista de logros que se atribuye, como la natural reactivación de la economía una vez superadas las mayores tragedias derivadas de la pandemia, y no aceptará los reproches que se le hacen en materia de derechos humanos ni de implementación de Acuerdo con las Farc, lo que lo mantendrá a la defensiva hasta el último día.

A Madrid se perdió el viaje porque Duque canceló el objetivo principal del mismo, que era participar en la Feria del Libro. Veremos si de los Estados Unidos se puede traer una foto, así sea casual con Biden.

Héctor Riveros Serrato es un abogado bogotano, experto en temas de derecho constitucional, egresado de la Universidad Externado de Colombia, donde ha sido profesor por varios años en diversos temas de derecho público. Es analista político, consultor en áreas de gobernabilidad y gestión pública...