Por estos días algunos quieren vendernos la peregrina idea que el partido de la U, en Bogotá, es simplemente el partido del presidente Santos. Nada más alejado de la realidad.
Santos está preocupado por la avalancha de escándalos de corrupción heredados de su predecesor, por el deterioro de la seguridad, por la terrible ineficiencia e incapacidad del estado para acudir prontamente en ayuda de los millones de damnificados del invierno. El partido de la U en Bogotá está dedicado a otras cosas, a borrar las huellas de la estrechísima complicidad que mantuvo durante casi 4 años con el ex alcalde Moreno. Esa sociedad, alimentada por el más funesto clientelismo, le permitió a Moreno cometer toda clase de desmanes y desaciertos, contando con el total respaldo de las mayorías del concejo, entre las que la U destaca por tener el mayor número de concejales, al lado del Polo y de Cambio Radical.
El Polo guardó un silencio cómplice con la turbia e inepta administración de Moreno, como parte de ese vicioso juego político criollo de tapar las vagabunderías del amigo y ponerle el reflector y la lupa a las del adversario. ¿Pero, cómo fue posible que los dos partidos supuestamente antagónicos en Colombia, U y Polo, montaran una manguala para desguazar a Bogotá? No fue precisamente por el bien de la capital.
Nunca, desde hace más de 20 años, la ciudad había sido conducida por un contubernio multipartidista a un estado tan lamentable. Esto fue resultado de que el gobierno de Moreno diseñó una operación para echarse al bolsillo a la casi totalidad del concejo, a cambio de la entrega de buena parte de la burocracia. Casi todos los concejales comieron callados, como ya lo he revelado en otras entradas a este blog. ¿Todos los concejales se atreverían a jurar en la fiscalía que no recibieron, a través de testaferros, burocracia y contratos del ex alcalde Moreno? ¿Todos los concejales se atreven a jurar hoy que no son parte de alguna de las mafias de la contratación en la ciudad?
Al partido de la U y al Polo le importaron un pepino sus diferencias, con tal de repartirse la enorme burocracia de la ciudad. ¿Escucharon ustedes alguna vez al Polo, a la U o a los otros partidos, exigirle a Samuel Moreno enfrentar a las mafias de la corrupción en la ciudad? Recordemos que fue un contratista tumbado, Alejandro Botero, el que empezó a destapar todo esa podredumbre hace ya más de dos años. Solo mucho después fue que algunos políticos se atrevieron a hablar sobre el robó a Bogotá.
La U es entonces corresponsable, por acción o por omisión, en el brutal retroceso de la ciudad que tuvo lugar bajo Moreno. La U es corresponsable en el avance de la corrupción en la ciudad porque no la denunció, incluso cuando era un hecho evidente. Debe la justicia decirnos a los bogotanos, si hay o no concejales implicados en la corruptocracia que se robó a Bogotá. ¿De qué partidos son? Sería un hecho de lo más extraño que el mafioso carrusel de la contratación no hubiera contado con influyentes aliados en el concejo distrital. Las mafias de la contratación en la ciudad no se las inventaron los Nule.
Es entonces pura carreta, una cortina de humo, decir que la U es solo el partido de Santos. No, en Bogotá la U es el partido cómplice de Samuel Moreno, coautor de la destrucción de la ciudad y corresponsable, en el mejor de los casos por omisión, de la avalancha de corrupción que se llevó por delante los valiosos recursos públicos de la ciudad. Los corruptócratas convirtieron el presupuesto en un gigantesco baloto que asignaban a dedo a sus socios contratistas y testaferros. Y ojo, además de los Nule, debe haber muchos más ganadores de ese baloto.
Es por tales razones que es fatal el contubernio entre el partido de la U y el partido Verde. ¿Por qué desconocida alquimia es funesto el contubernio Polo + U y benigno el de la U + Verde? ¿Cómo va a ser garantía de renovación en Bogotá la U, que contribuyó con su insaciable apetito burocrático a la destrucción de la ciudad?
Y miren ustedes esta megaperla. Dice el diario El Espectador que en la U: “los ediles pidieron que se dé un acercamiento entre ellos y el candidato Enrique Peñalosa. […] Tras esto, en La U designaron como compromisario para esa reunión al representante por Bogotá, Wilson Gómez.”
¿Saben ustedes quienes el sr. Gómez? Es la criatura política, el apadrinado del coautor del contubernio entre la U y Samuel Moreno, el concejal Hipólito Moreno. El sr. Gómez no tenía ninguna trayectoria en política y, como por arte de magia, de la mano de su padrino, resultó elegido representante a la cámara de la U. El concejal Moreno fue el soporte electoral en Bogotá de la campaña al senado de Juan Lozano. ¿Piensan ustedes que el titiritero del sr. Gómez, el concejal Hipólito Moreno, representa la renovación de la ciudad? No nos digamos mentiras, estos serán los aliados del partido Verde en Bogotá, no el presidente Santos.
La corruptocracia nos robó el derecho a una mejor ciudad. Es enfrentándose de manera radical a quienes propiciaron la corrupción como podremos rescatar a Bogotá, no aliándose con quienes fueron corresponsables de su destrucción.