Para lidiar con las conflictividades inminentes en la etapa de posacuerdos, se requieren instituciones específicamente equipadas para eso. El Centro Nicanor Restrepo Santa María para la Reconstrucción Civil introduce un modelo institucional novedoso para tal fin.
Cuanto más nos acercamos a la firma de los acuerdos de paz y al plebiscito, más resulta evidente que muchos colombianos están perplejos sobre el futuro del país. Lo que nos espera no será un paseo. Posiblemente, viviremos una transición caracterizada por una alta conflictividad social y fuertes antagonismos. Pero la paz es un poco como casarse, tener hijos o tener amigos. Nunca faltan los problemas. Sin embargo, el hecho de que los esposos traicionen, los hijos desilusionen y los amigos abandonen, no da para renunciar a casarse o a tener hijos o amigos, porque esas son tres dimensiones importantes en la vida de los seres humanos. Lo mismo ocurre con la paz.
Ahora bien, vale la pena preguntar si Colombia está alistando unas capacidades institucionales adecuadas para lidiar con la explosión de la conflictividad social y de un populismo rampante en un contexto que seguirá estando plagado por la polarización, los radicalismos, y por ideologías que legitiman el uso de la violencia para lograr fines políticos.
Para solucionar estos problemas, hay quienes insisten en la necesidad de atacar sus causas estructurales, como la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Así es, pero no es suficiente. Se necesita también intervenir sobre la cultura para atacar los elementos que desde ahí sostienen la polarización y los radicalismos armados. También se necesita desarrollar capacidades institucionales adecuadas para tal fin. Lograrlo, sin embargo, no es trivial.
Primero, porque la polarización, los radicalismos y la legitimación de la violencia son fenómenos multi-escala. Es decir, se dan en Colombia, pero al mismo tiempo están inscritos en dinámicas regionales y globales. Desarrollar capacidades institucionales para atacarlos, en consecuencia, implica diseñar instituciones capaces de llevar creíblemente sus intervenciones en estos tres niveles.
Segundo, para lidiar con estos fenómenos, la sofisticación y el rigor analíticos no son suficientes. Hay que llevar los buenos análisis a la esfera pública, catalizando debates en la academia, la sociedad civil, el Estado y el mercado. Bajo los actuales incentivos en las universidades, sin embargo, encontrar ese tipo de académicos se ha vuelto más y más difícil.
Tercero, para que una institución pueda atacar creíblemente fenómenos como la polarización y los radicalismos, es necesario que pueda mostrar desde su mismo diseño institucional que es capaz de integrar elementos que en esta Colombia, tan dividida y tan segregada, parecería casi imposible juntar.
La semana pasada ha nacido en Colombia una institución que promete superar estos escollos y en cuyo diseño he estado personalmente involucrado: el Centro Nicanor Restrepo Santa María para la Reconstrucción Civil. Establecido como centro de pensamiento por la Universidad Nacional de Colombia para atacar fenómenos como la polarización, la radicalización y la legitimación de la violencia armada, en las próximas semanas se transformará en una institución tripartita en la cual EAFIT y FLACSO-México, una de las instituciones icónicas en América Latina, ingresarán como socias. Inmediatamente después, se establecerá su asociación con el Centro de Sociología Cultural de la Universidad de Yale en los EEUU. Desde Yale Jeffrey Alexander, uno de los más distinguidos intelectuales de esa Universidad, presidirá el comité directivo. Tres codirectores ejecutivos desde las tres instituciones socias, cuyas agendas de trabajo se han ido entretejiendo en los meses pasados, liderarán el desarrollo institucional del Centro. El equipo académico reúne analistas que en su amplia mayoría participan regularmente en debates públicos desde La Silla Vacía, El Tiempo, El Espectador, y El Colombiano. Adicionalmente, el Centro ha empezado a convocar a altos funcionarios del Estado, de los medios de comunicación, del sector privado y líderes de la sociedad civil para conformar una red de profesionales asociados con el objetivo de dar mayor alcance a sus intervenciones.
Ojala esta institución pueda servir de piloto para la creación en Colombia de muchas más instituciones-cremallera capaces de integrar sectores diferentes de la sociedad colombiana en pro de la solución de problemas puntuales. Y ojala la sociedad civil, el sector privado, la comunidad internacional y el Estado no dejen pasar la oportunidad de respaldar, cultivar y defender este tipo de instituciones.