Harris representa las causas contemporáneas: el feminismo, la lucha contra el racismo, el reconocimiento de los derechos de las minorías, justamente todas las que estaban en juego en la elección de esta semana.

El triunfo de Joe Biden abre la posibilidad de que Kamala Harris, una mujer negra, de origen indio y jamaiquino, pueda llegar, en el corto plazo, a ser Presidente de los Estados Unidos. Su elección como vicepresidenta, la incidencia que pueda tener en el nuevo gobierno, la edad del presidente electo y la alta opción de que gane la candidatura demócrata dentro de cuatro años, la convierte, junto con otro grupo de mujeres, en la protagonista de la política estadounidense.

Harris representa las causas contemporáneas: el feminismo, la lucha contra el racismo, el reconocimiento de los derechos de las minorías, justamente todas las que estaban en juego en la elección de esta semana. Si ganaba Trump esas causas recibirían un duro golpe. El triunfo de Biden, pero, especialmente, la presencia de Harris en la fórmula,  les da un aire, que ahora se tiene que expresar desde el poder y no ya desde la movilización social como en el gobierno de Trump.

Es cierto que el presidente saliente de los Estados Unidos ayudó mucho con su desprecio a visibilizar esas causas, a generar movilización social, a que ganaran incidencia política. Con un simpatizante no activista de éstas causas en la presidencia como Obama, la agitación se atemperaba y los cambios parecían innecesarios. Con la presidencia de Trump resultan absolutamente necesarios.

Harris, a diferencia de Obama, es una activista, ese es su sello y seguramente querrá que los temas de equidad de género, del racismo y las minorías no queden resueltos con su elección sino que ese sea el punto de partida de decisiones políticas que transformen estructuralmente condiciones sociales y culturales construidas durante siglos.

Biden es moderado, es liberal y por tanto simpatizante de estas causas, pero no son las de su generación.

Biden es quizás el puente que llevará a que Estados Unidos sea más sensible y esté más dispuesto a discutir en serio el tema de la desigualdad: la de género, la proveniente del color de la piel, la producida por la riqueza y el ingreso y por ahí probablemente a volver a discutir el papel del estado.

Harris, como vicepresidenta con vocación de asumir la presidencia, como futura candidata presidencial, como activista, casi seguramente entienda que su papel y, especialmente, su futuro político, va a depender de su protagonismo en esos temas, incluidos los ambientales y no en la moderación.

Los primeros análisis del comportamiento electoral de los votantes muestran que quizás fueron los jóvenes -blancos, negros, latinos, pero jóvenes- los que le dieron el triunfo a Biden, que fueron ellos que antes eran abstencionistas y ahora están activos en política, como reacción a la agenda de derecha, los que hicieron la diferencia.

La postura en la competencia política, en especial en los temas que más generan división, se ha vuelto un asunto especialmente generacional, no tanto y no solo ideológico.

Los temas de los derechos, del reconocimiento y el respeto a las minorías, así como los asuntos ambientales, son todas causas en las que los jóvenes militan en forma activa y cuando llegan gobiernos de derecha, con la agenda contraria, se convierten en actores políticos decisivos como parece haber sido en los Estados Unidos, como pasa en Chile y como probablemente pase en Colombia en 2022.

Los menores de 30 años eran tradicionalmente abstencionistas y ahora son votantes activos y le van a dar paso a nuevas generaciones de líderes políticos que ganarán las elecciones en el inmediato futuro.

Parece una paradoja, pero en realidad es una transición: 70 millones de votantes en los Estados Unidos votan en favor de una agenda del pasado y otros 70 eligen a un presidente octogenario, para impedir que esa agenda que consideran caduca se imponga. Los dos resultados no son más que expresiones de un cambio de época que se avecina.

Allá, en Chile, en Nueva Zelanda e incluso en Colombia es igual: los jóvenes, que viven en ciudades, tienen menos de 35 años, nacieron en la era digital, van a decidir las elecciones de la transición al mundo distinto que los mayores nos empecinamos en seguir evaluando con códigos que ya son del pasado.

La pregunta es si en Colombia, Duque es la transición o si falta otro período para abandonar definitivamente la agenda del siglo XX, si en la próxima elección vamos a elegir a un Biden (hombre, blanco, no nativo digital) o si ya estamos listos a pasar a Kamala Harris (mujer, negra, activista) o si todavía nos falta un gobierno extremo de derecha que profundice las contradicciones, en la más ortodoxa interpretación marxista y exacerbe el activismo de las causas de la nueva época.

Kamala Harris, pero también Alexandria Ocasio y todo su “escuadrón” de mujeres jóvenes que fue reelegido en la Cámara de los Estados Unidos, son la locomotora allá y el símbolo en otras latitudes que muestra para donde sopla el viento en la política contemporánea.

Mujeres, jóvenes, negras, activistas….

Héctor Riveros Serrato es un abogado bogotano, experto en temas de derecho constitucional, egresado de la Universidad Externado de Colombia, donde ha sido profesor por varios años en diversos temas de derecho público. Es analista político, consultor en áreas de gobernabilidad y gestión pública...