Que las familias de la clase pudiente del país reaccionen con rabia y dolor, como todos nosotros, ante el asesinato de sus jóvenes, frente al mar, hace unas semanas, es lo menos que cabría esperar. Que ante semejantes e imperdonables hechos, cualquier familia que padezca esta atrocidad y el grupo social al que pertenezcan reclamen la intervención y el pronto castigo del Estado, es lo menos que podría esperarse.
Que la alta sociedad y sus medios de comunicación reaccionen con menos ímpetu frente al asesinato de otros jóvenes, acaecida poco despues, es entendible. No compartible.
Pero que el mismo Estado valore en proporciones diferentes la vida de unos y otros, sin duda alguna es algo execrable. Que la cabeza del Estado ofrezca recompensas por información que ayude a esclarecer los hechos y en un caso anuncie $500 millones de premio y en otro $100 millones, es vergonzoso. Es humillante. Es descarado. Entre uno y otro asesinato tan sólo transcurrieron un par de semanas. Entre uno y otro asesinato no dista más que un par de kilómetros. Ambos contra jóvenes de nuestro país, con todo el futuro por delante, en camino de construir una mejor sociedad, para todos seguramente.
Y el Estado una vez ha enviado la señal equivocada: aquí unos valen más que otros. Los derechos de unos valen más que los de otros. La vida de unos es más sagrada que la de otros. Así que no nos extrañemos de que algunos no se sientan haciendo parte de este cuento. No nos extrañemos que a veces nos sintamos como haciendo parte del país equivocado.
Y si eso es con la vida, la sagrada, ¿qué estará ocurriendo con todo lo demás?
Ese flagelo del asesinato, impune, solo tendrá final cuando la vida, la de usted, la del otro, valga lo mismo para todos. La vida del rico y del pobre, del campesino o del citadino. Y cuando protestemos y exijamos con igual vehemencia la acción del Estado para que proteja a todos por igual.
(Nos han dicho mentira: no se acabó con el paramilitarismo. Rampante se pasea por donde le viene en gana)
P.S. Asi que me hago mia la protesta del Alcalde Cerete.