Dicen que faltan pocos días para que salga la sentencia de segunda instancia del proceso de Alfonso Plazas Vega por los desaparecidos del Palacio de Justicia. Y, para ambientar el debate, en El Tiempo salió una página completa con el titular “Los colombianos se preguntan: ¿Por qué el Coronel Plazas Vega aún no está libre?”.
La defensa ya lo había intentado todo: intervenciones de Presidencia, frases solemnes de militares, columnas de Plinio Apuleyo Mendoza o de Fernando Londoño Hoyos (que vienen a ser lo mismo), libros, camisetas, caminatas, colectas, grupos en Facebook. Sólo faltaba un aviso comercial disfrazado de noticia en El Tiempo.
La información es un resumen incompleto de los hechos y del expediente y de las pruebas. Tiene además el tono impersonal de un editorial, pero se toma la licencia de hablar en nombre de todo el país, de un “nosotros” que sólo al final del texto se personifica en un puñado de nombres*.
Supongo que a nadie le extraña que El Tiempo se preste dócilmente para eso. Publica un texto sin advertir que es una página comercial y la diagrama como una noticia. Tira por la borda la estética (me parece un gesto bastante vulgar) y rompe el pacto con el lector, ese contrato silencioso – que firmamos siempre que consumimos contenidos – según el cual el medio de comunicación será suficientemente claro a la hora de diferenciar la información de la publicidad de la opinión. De lo que hicieron a Televentas, hay un parpadeo.
Así hubiera advertido en letras mayúsculas que era una aviso comercial, El Tiempo también debió ponderar la información que publicaba. No era la promoción de una loción para atraer al ser amado ni una venta de cremas para adelgazar (esa publicidad falsa, el ‘dolus bonus’ que tolera el Derecho); era una crítica abierta – de una parte interesada y poderosa – contra un proceso judicial relacionado con la desaparición de varias personas. En esto ya hay antecedentes judiciales: no es posible hacer noticia con la chequera.
Mientras trabajé como periodista en La Silla Vacía, cubrí el proceso del coronel retirado Alfonso Plazas Vega. Nunca lo vi a él, pero sí a sus abogados. Y siempre me sorprendió lo mal que se defendían en el juzgado, pero lo bien que lo hacían en los medios.
Recuerdo que en una de las audiencias, uno de los abogados de Plazas empezó a confundir los nombres de los testigos y a mezclar fechas. Cometía tantos errores que la Fiscal – su contraparte – lo corrigió como si fuera su alumno. Fue un gesto de lealtad para que él pudiera deletrear sus argumentos.
Después el abogado proyectó un video en la sala: fotos del entonces coronel bendecido por el Papa, imágenes de las calles de Bogotá en 1985 llenas de gente vitoreando a los militares que recuperaron el Palacio, y condecoraciones de alto nivel. Un homenaje que apuntaba a la retina pero que no tenía nada que ver con el proceso.
Unos días después, aparecieron las mentadas pruebas nuevas en radio, televisión y prensa. Testimonios que nunca se discutieron en el proceso y que demostraban – según la hinchada de Plazas Vega – que todo era un montaje armado a cuatro manos por la Juez y la Fiscal.
Yo había leído la letra menuda del expediente, y me molestaba que los medios le pusieran el reflector a unos personajes que distorsionaban abiertamente lo que allí aparecía. Dirán ustedes que hay que ser imparciales y que es obligación del periodista consultar a todas las fuentes. No siempre.
Este es el típico caso del falso dilema del punto de vista: el periodista convierte en interpretación lo que es un hecho. “Concluyan ustedes, queridos oyentes”, decían – palabras más, palabras menos – Julio Sánchez o Darío Arizmendi al final de las entrevistas con los abogados de Plazas Vega. Y lo único que el oyente puede concluir es que una parte dice que la verdad del otro es falsa, y viceversa. O sea, no puede concluir nada.
Por ese camino, en el caso Plazas Vega aún vemos en la prensa teorías de personas que niegan la luz del día: nadie salió vivo del Palacio de Justicia, a nadie torturaron ni desaparecieron, jamás interrogaron a nadie en la Casa del Florero.
No estoy intentando demostrar que Plazas Vega es culpable. Sólo digo que gran parte de su defensa se basa en convencernos, a punta de titulares, de que en frente de nosotros sólo hay brumas. Con las mismas pruebas puede ser inocente o culpable, pero esas pruebas existen. No las estamos imaginando.
El infomercial de El Tiempo comienza con esta frase: “No hay colombiano medianamente informado que no se haga la misma pregunta: ¿por qué no está libre el Coronel Luis Alfonso Plazas Vega?”. Usted y yo sabemos que es exactamente lo contrario: cualquier colombiano medianamente informado sabe que existen razones de sobra para investigarlo. El problema es que los colombianos desinformados, la infinita mayoría, son los que ojean El Tiempo.
@CCortesC en Twitter.
* Firman la hoja Francisco Santos Calderón, Luis Carlos Villegas, Rafael Nieto Navia, Fernando Londoño Hoyos, Martha Lucía Ramírez, Juan Gómez Martínez, Salud Hernández Mora, general Álvaro Valencia Tovar, Gaspar Caballero Sierra, Gustavo Castro Guerrero, Mariano Ospina Hernández, Enrique Gómez Hurtado, Alberto Galofre, Marcela Prieto, Carlos Delgado Pereira, Plinio Apuleyo Mendoza, Ignacio Valencia López, Miguel Posada Samper, Rafael Nieto Loaiza, Alberto Dangond Uribe, Diego Palacio Betancourt, Carloz Martínez Simahan, María Paulina Espinosa, Carlos Murgas Guerrero, José Félix Lafaurie, Rafel Mejía López, Ruben Darío Lizarralde, Nelson Pardo Giraldo, Óscar Iván Zuluaga, Fernando Velásquez, Alfonso de la Espriella Ossío, Samuel Buitrago Hurtado, general Rafael Samudio Molina, Eduardo Mackenzie, general Harold Bedoya Pizarro, María Fernanda Cabal, Miguel Santamaría Dávila, general Jorge Mora Rangel, Leonor Serrano de Camargo, Fernando Alameda, Saúl Hernández Bolívar, Héctor Echeverri Correa, Pablo Victoria, general Juan Salcedo Lora, Carmelo Martínez Conn, Olga de Amaral, Fabio Echeverry Correa, Miguel Gómez Martínez, Bernardo Camacho Leyva, José Antonio Paternostro, Rocío Vélez de Piedrahita, Antonio Cacua Prada, Carlos Sierra Galindo, general Adolfo Clavijo Ardila, Fernando Cargas, general Víctor Álvarez Vargas, Luis Alfredo Sánchez Crespo, Jorge Caicedo Correa, Olavo de Carvahlo, Roberto Pablo Hoyos, Gabriel Arango Bacci, Luz María Echeverry Lara, general Hernán Guzmán Rodríguez, general Héctor Fabio Velasco, Francisco Obregón Osorio, William Calderón, coronel Luis Alberto Villamarín, Carlos Morales, Hernán Beltz Peralta, Miguel Fierro Pinto, Maritza Castrillón Restrepo, Juan Vitta Castro, Alfredo Ranfel, la Sociedad de Agricultores de Colombia y la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro.