Durante todo el domingo, y como todos los domingos, varias personas estuvieron discutiendo por Twitter la columna de Daniel Coronell en Semana (al final pueden ver un breve recuento del debate). Sin embargo, esta vez hubo más de uno al que le pareció que al texto se le notaban algunas costuras. Entre esos, yo. Creo que el tema da para desbordar la taquigrafía de Twitter. Así que les propongo que la lean y sigan este ejercicio.

El lead –que muchas veces no lo escribe ni lo escoge el columnista, sino los editores– es éste:

Dos hechos presentados en el estilo usual de Coronell: cuando pasó algo que todos supimos (final de la campaña, deudas de los candidatos), pasó algo más que no supimos (Andrés Felipe Arias y su esposa compraron un lujoso apartamento). Una fórmula tan simple como contundente.

Después vienen los primeros tres párrafos. En resumen, Arias no ha ganado mucho dinero en su vida laboral y sí ha tenido que pagar muchas deudas. Coronell nos prepara para la contradicción entre esto y algo que no sabemos, pero que empezamos a intuir. Conocemos el estilo de su narración y lo seguimos. Él levanta el telón:

La noticia, el hecho anormal (el hombre que mordió al perro, o al ‘Pincher’ en este caso) es que un ex candidato, en vez de pagar deudas, esté comprando un apartamento lujoso (o derechos fiduciarios sobre éste). “Llamativo”, en palabras del periodista. Un inmueble de 700 millones por el que Arias y su esposa pagaron 308 de contado y asumieron una hipoteca por el saldo.

Sigue una glosa sobre cómo se valorizó el proyecto –un “magnífico negocio”– y dos datos más: Arias se insolventó cuando se vio en líos judiciales (una estrategia típica en cualquier proceso judicial) y, recientemente, la “familia” hizo un abono de 150 millones a la hipoteca.

Paremos acá. ¿Coronell le está imputando algún delito a Arias? No. ¿Está insinuando que hay algo irregular? Sí, los párrafos anteriores eran algo más que una introducción. ¿Es contundente? No, y la lista de razones es larga: con el sueldo que el ex ministro tenía, no parece absurdo que haya obtenido ese préstamo; tampoco sabemos si Arias es de una familia rica, si es un tacaño que ahorra cada peso o si es un genio en la bolsa, y menos sabemos si su esposa trabaja o es la negociante. En fin. Hasta acá es una denuncia con varios agujeros.

A estas alturas ya se va a acabar la columna. Pero sale un as bajo la manga que –según explicó después Coronell– es realmente el punto central del texto:

Otro periodista hizo la revelación esta semana, aunque no queda claro qué parte. Y algunos indicios se están investigando porque podría tratarse de enriquecimiento ilícito. No sabemos si se trate de los mismos indicios que se relataron antes. Y termina el texto con una cita larga que ayuda a extender la columna pero que no la profundiza.

No sé si mañana salga otra información que inculpe a Arias hasta el cuello (si sucede, acá vendrán varios a pasarme la cuenta de cobro). De hecho, tal vez sea el mismo Coronell el que la encuentre. Pero hasta este punto y en este momento, el texto es un truco de magia: antes de mencionar a la Contraloría, el periodista insinúa que algo está mal, pero no lo muestra. Y lo que sí muestra no parece ser lo que insinúa. Es decir, cuando nos dice que a Arias lo están investigando, que es la regla y no la excepción para cualquier ex funcionario en Colombia, no nos explica de qué se trata.

En defensa de la columna, algunas personas dijeron que ahora sabemos cosas que desconocíamos sobre el caso, o que es legítimo plantear dudas que no necesariamente tienen respuesta. Por un lado, creo que sobre este episodio no sabemos nada o, lo que es peor, podemos creer que sabemos algo con lo que tenemos y aventurarnos a sacar conclusiones. Y por el otro, creo que hay dudas que deben estar en los titulares de prensa y otras que deben responderse antes de imprimirse. 

Naturalmente, este ejercicio puede hacerse con las columnas de Daniel Coronell (de quien fui alumno) porque es parte del trato que él nos ha propuesto: él destapa unos hechos, los muestra y los interpreta. Jugamos un juego con reglas conocidas. Una apuesta muy arriesgada en el género de opinión que pocos hacen. Para llegar a engatillarse con denuncias hay que comenzar por hacerlas.

@CCortesC en Twitter