@page Section1
{size:612.0pt 792.0pt;
margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm;
mso-header-margin:36.0pt;
mso-footer-margin:36.0pt;
mso-paper-source:0;}
div.Section1
{page:Section1;}
–>
Por
Francesca Ramos Pismataro
Hugo Eduardo Ramírez Arcos
Que cada campaña electoral en Venezuela se convierta en una de carácter presidencial es ya un hecho recurrente. También lo es el hecho de que cada campaña electoral sea percibida como la más trascendental para el futuro del país. En cada una de las llamadas a las urnas en Venezuela es inevitable escuchar el nombre de Hugo Chávez. Los opositores hablan del “fin de su régimen” y sus seguidores argumentan la “continuidad del proyecto”, sin embargo ninguno duda que cualquier llamado a las urnas esté ajeno a la figura presidencial. La polarización en Venezuela es tal, que la micropolítica es la protagonista en un contexto donde los triunfos (pequeños o grandes) se convierten en las razones para justificar medidas de parte y parte.
Estamos a pocos días de la elección de la Asamblea Nacional -el 26 de septiembre- y el ambiente político se calienta. Una vez más, tanto para los chavistas como para la oposición los resultados que se obtengan son determinantes.
Chávez ha llamado a votar por sus candidatos –los del Psuv– que “son los del pueblo, los de la Revolución”. En estas elecciones como en otras, el mandatario ha referido que “Votar por ellos es votar por Chávez”. Una vez más estamos ante unas elecciones que adquieren el carácter de plebiscito, situación que demuestra que, casi 12 años después, Chávez sigue siendo el máximo líder del proceso político que se adelanta en Venezuela.
El gobierno se muestra preocupado en que se presente el caso de no poseer una amplia mayoría de diputados en un contexto de “radicalización” del proceso revolucionario en la vía al socialismo. Como lo ha explicado Aristóbulo Istúriz -jefe de campaña del Psuv- “El 26 de septiembre nos jugamos el futuro de la revolución”.
Con una asamblea distinta a la de ahora, en la que el gobierno cuenta con una mayoría de 139 Diputados de las 167 curules, el panorama político será otro. Los pronósticos más optimistas señalan que la oposición ganará entre el 30 y el 40 % de las curules en juego. Sin embargo, sea cual sea el resultado, es de esperar que los resultados superen las pasadas elecciones en las cuales se dio un retiro voluntario de los candidatos opositores, en este sentido, el escenario político cambia: De una Asamblea chavista, donde el presidente contaba con un capital lo bastante representativo como para gestionar sus iniciativas legales sin mayores contratiempos, pasa a un escenario un poco más plural y en la que seguramente los debates que se den dentro de la misma tendrán eco nacional.
La nueva Asamblea será una prueba de fuego para ambas partes. Para la oposición, constituirá el reto de aprovechar este nuevo impulso para convertirse en una fuerza política más unitaria y proactiva. Para el gobierno, debe representar el inicio de un proceso de respeto por los espacios que la oposición consiga legítimamente, así como un interesante proceso de conciliación a la hora de tomar las decisiones en la Asamblea Nacional.
Por último, estas elecciones legislativas en términos de participación serán muy distintas a las del año 2005, en las que la apatía y el desconcierto de un grueso de los venezolanos por la retirada de la oposición en el último momento, llevó al abstencionismo en un 75%. Ambos bandos apuestan todo, resta esperar los resultados.
Fuente de la Imágen: Asamblea Nacional de Venezuela – 14 de Enero de 2009. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Asamblea_Nacional_de_Venezuela