El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, conocido en Colombia como ex negociador del TLC, le pidió a un grupo de expertos independientes un análisis sobre las reformas necesarias en el Banco, y puso al frente de la tarea al expresidente mexicano Ernesto Zedillo, quien coordinó un interesante grupo de personalidades del mundo en desarrollo, desde la Universidad de Yale. El documento final, fechado hace pocas semanas, no tiene pelos en la lengua. Si bien subraya la relevancia del Banco Mundial en el mundo contemporáneo, su capacidad para movilizar recursos y la gran capacidad técnica de sus especialistas, el informe también hace fuertes señalamientos sobre tres necesidades claves: reformar la gobernabilidad del Banco Mundial para mejorar su estrategia, redistribuir el poder y mejorar la rendición de cuentas.
Aunque el reporte reconoce que el Banco produce numerosos documentos “estratégicos”, afirma que la estrategia del Banco no se desarrolla “al nivel de experiencia apropiado”, sugiriendo que personas sin la suficiente experiencia toman las decisiones estratégicas. Los dos órganos de dirección del Banco salen mal librados. Del Comité de Desarrollo dice que es una instancia donde el diálogo formal impide el “diálogo franco”. De la Junta Directiva señala que la falta de seniority de sus miembros permite que el Presidente tome las decisiones estratégicas por fuera de la junta. Señala además que el poder de voto está concentrado en pocos países, comparado con otros bancos multilaterales.

La distribución de responsabilidades entre la Junta y la administración es difusa (léase “se botan la pelota”), por lo que no es claro quién es el responsable de qué. La Junta, además, de dirigir, tiene tareas de gerencia que comparte con quien debiera ser su supervisado, el Presidente. Este, a su vez, en vez de ser supervisado por la Junta hace las veces de su Director (mejor dicho, no hay junta como tal).
Agrega que “Europa está sobre-representada” en esa instancia, por inercia histórica, y que “no hay reglas claras ni principios justos para decidir la composición de la Junta”. Señala además que la selección de la gente en el Banco “es opaca” pues “no hay un mecanismo transparente para buscar candidatos”.

Zoellick recibió el informe de buena gana y apoyó sus conclusiones. Tiene talante el tipo. Vamos a ver qué sigue ahora. Lo ideal sería que el Banco se fortalezca adoptando las recomendaciones del informe, y así modernizar un diseño institucional que tiene mas de sesenta años de historia. 

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