La culminación del proceso de inscripciones de los candidatos a la Asamblea Nacional el pasado sábado 5 de junio, cristaliza la configuración de una nueva realidad política en Venezuela: De un esquema de dos fuerzas antagónicas (gobierno y oposición), protagonistas hasta ahora de la confrontación polarizada, hemos pasado a un escenario distribuido en cuatro segmentos, con la aparición de dos disidencias, que tienen características en común pero también importantes diferencias.
 
En primer lugar, es necesario destacar la disidencia del oficialismo, liderada por la alianza entre el actual gobernador del Estado Lara, Henri Falcón, y el partido Patria Para Todos, al que se han venido sumando otros factores desencantados de la gestión del socialismo, en su mayoría provenientes de la izquierda tradicional venezolana, y ello incluye a dirigentes sindicales de larga tradición como Orlando Chirinos, nuevos actores del sindicalismo como el dirigente petrolero José Bodas, figuras de la academia como Margarita López Maya, el periodista Vladimir Villegas y muchos otros.
 
En segundo lugar está la disidencia de la Mesa de Unidad, que tiene en Carlos Vecchio y Leopoldo López, y en el partido Voluntad Popular, las figuras más emblemáticas, pero en la que cabe incluir a partidos políticos regionales, líderes independientes, organizaciones no gubernamentales que enfrentan al gobierno, así como innumerables líderes y dirigentes de la sociedad.
 
Si bien ambas disidencias tienen un origen común, es decir, son el resultado del cierre definitivo de los mecanismos de diálogo político y acuerdo electoral, en un caso por la negación de Chávez y el PSUV a cualquier acuerdo con Falcón y el PPT, y del otro por parte de la Mesa de Unidad, que puso en práctica una estrategia para repartirse todos los puestos con opción de triunfo, dejando sin posibilidad a líderes, proyectos y organizaciones en todo el país, incluso en aquellos lugares donde encuestas o elecciones primarias concedían argumentos favorables a los factores no pertenecientes a la Mesa de Unidad.
 
Además de este origen común, que consiste en reaccionar contra un autoritarismo cupular que comparten la MUD y Chávez&PSUV, ambas disidencias tienen tres importantes elementos de coincidencia:
 
·        Su discurso principal se dirige a amplios sectores no polarizados del país.
·        Se plantean la necesidad de avanzar a nuevas formas del ejercicio real de la política, más participativas y con mayor base en la práctica del diálogo.
·        Inauguran la posibilidad de darle forma a una política distinta, no basada en la polarización.
 
En un primer momento, lo que diferencia a ambas disidencias es significativo: la alianza alrededor de Henri Falcón y el partido Patria Para Todos ha logrado constituirse en un plazo de unas semanas, al punto de proponer candidatos en todo el país, mientras que las muchas disidencias de la oposición, apenas tienen conexiones entre sí y no están todavía organizadas alrededor de un proyecto político y/o electoral que los aglutine.
 
Otra diferencia sustancial es la relativa a la cuestión ideológica: las disidencias opositoras tienen un rango mucho mayor (van de la derecha conservadora, al modo de Oswaldo Álvarez Paz, hasta factores de la izquierda tradicional venezolana), mientras que en la alianza alrededor de Henri Falcón y Patria Para Todos predomina una izquierda o centro izquierda que coincide en la necesidad de mantener las prácticas propias de la Democracia.
 
Otras significativas tendencias presentes en el escenario
 
Simultáneamente al proceso anterior, en el país se viene produciendo una doble carrera, una especie de doble tour de force, que mantiene a los ciudadanos en estado de zozobra permanente:
 
-Una se refiere al lento derrumbe de la gestión gubernamental, asediada por escándalos de corrupción, de ineficiencia inocultable, paralización de obras, anuncios incumplidos y baja capacidad para atender a las demandas sociales, muchas de ellas convertidas en protestas populares en todas las regiones de Venezuela.
 
-Otra se refiere a las actuaciones del gobierno, desatadas tanto para avanzar en el control de la sociedad y los sectores productivos, pero también para cumplir con los objetivos de acallar o neutralizar las críticas o protestas en contra del gobierno. Estas actuaciones incluyen el uso, una vez más, de un lenguaje muy agresivo contra empresas, empresarios y gremios empresariales; amenazas a medios de comunicación; organización de movilizaciones contra sectores empresariales; represión de las protestas; expropiaciones y demás.
 
Esta política genera al menos tres consecuencias de interés para las empresas:
 
Primera: Desata el miedo al gobierno, cada día menos dispuesto a escuchar críticas o sugerencias a sus decisiones y actuaciones. Las prácticas de censura y autocensura van reduciendo las oportunidades de denunciar o de hacer circular versiones sobre los hechos, distintas a las gubernamentales.
 
Segunda: La coyuntura política y las necesidades propias de la campaña electoral le abren un nuevo campo de acción a sindicatos y trabajadores. En días recientes Chávez ha iniciado una campaña que estimula conductas que podrían afectar la fluidez de los procesos productivos.
 
Tercera: Deja a la empresas solas en la defensa de la propiedad privada y de las actividades productivas. Baste citar un caso: el sonoro silencio de la Mesa de Unidad con respecto a los ataques a empresas, empresarios y a la propiedad privada, que pone de bulto su total alejamiento de las realidades del país.
 
De todo lo anterior se deriva algo muy importante: La reinstalación agresiva y cotidiana de un discurso de ‘pobres contra ricos’ por parte del Presidente Chávez y de los voceros gubernamentales, ha comenzado a surtir efecto y ya se han reportado al menos dos encuestas donde la popularidad del Presidente recibe un pequeño aumento.
 
La oposición y su capacidad de reaccionar ante las dificultades de  la realidad venezolana
 
-La MUD y las organizaciones que la integran sobreviven en condiciones de extrema precariedad:
 
·        Los partidos políticos están debilitados como organizaciones: carecen de militancia, de debate interno, etcétera. Se representan a sí mismos.
 
·        No tiene relación ni con las luchas sociales que se están produciendo en todo el país, ni tampoco capacidad para enfrentar o sumarse a la defensa de la propiedad privada o la libertad de expresión, ni tampoco tienen capacidades técnicas para mantener un seguimiento de las realidades del país.
 
·        Tal como ha ocurrido a lo largo de una década, se mantiene la incapacidad para formular, tanto una política que le permita crecer frente al desencanto que produce el gobierno, como una política que sea efectiva en la denuncia de errores y fracasos de la gestión.
 
·        Paradójicamente en esta coyuntura, la política principal de la MUD y los partidos de la oposición se circunscribe a la materia electoral, que es justo la opción de mayor debilidad en este momento, mientras el resto de la sociedad (universidades, trabajadores del sector público, empresas, trabajadores del sector salud, presos políticos, periodistas y medios de comunicación) procura, sin el apoyo de los sectores políticos, defenderse de la arremetida gubernamental.
 
La oposición y las elecciones del 26 de septiembre
 
-Los cambios realizados al sistema electoral arrojan una realidad determinante:
 
·        52% de los votos producen 60 diputados (regiones donde la oposición tiene fuerza).
·        48% de los votos producen 107 diputados (donde el gobierno tiene la primacía).
 
-Comparados con los 80 parlamentarios que la oposición tenía en el año 2005, los 50 que podría obtener el 26 de Septiembre constituyen una evidente derrota, entre otras razones, porque al menos 42 de ellos son ‘curules seguras’, de acuerdo a las tendencias del voto de los últimos procesos electorales.
 
-Hay casos, como el del Estado Lara que podrían resultar emblemáticos de la visión que predomina en la oposición aglutinada en la MUD: en vez de reconocer el liderazgo indiscutible de Henri Falcón en ese estado y estudiar una política para favorecer los candidatos de la alianza Falcón y Patria Para Todos, ha lanzado una fórmula propia con escasas posibilidades, pero que responde a las necesidades internas de ‘repartir candidaturas’.
 
-Este ejemplo es claro de una política que no considera como prioritario el volumen de votos que puedan sumar los candidatos contrarios a Chávez. A estas alturas la MUD no se ha planteado la necesidad de crear una tarjeta distinta a la de sus partidos integrantes, que facilite el voto de los independientes, de los ni-ni, de los que oponiendo a Chávez no votarían por tarjetas de los partidos políticos de la MUD.
 
-Todo esto es ejemplar de una política que no sabe cómo hablarle a esa población entre 35 y 40%, que no se declara afecto a ninguna de las fórmulas de la polarización. Frente a esta oportunidad, la MUD trabaja por asegurarse las curules seguras de los 20 a 22 circuitos donde la oposición es clara mayoría. De hecho, si se examinan las listas finalmente inscritas al Consejo Nacional Electoral, podrá detectarse que todos los políticos de la MUD que participaron en las negociaciones lograron un puesto, y que la mayoría de los cargos benefician a unos pocos partidos (Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Copei, Proyecto Venezuela), sin que haya una presencia destacada de independientes, mujeres, jóvenes o nuevas figuras de la política.