La guerra mundial a las drogas que empezó con entrada en vigencia de la Convención Única de Estupefacientes de Naciones Unidas hace 50 años y el lanzamiento de War on Drugas del presidente Nixon hace 40 años, se ha agotado pero no termina. Un informe de Junio del año pasado elaborado por la Comisión Global de Política de Drogas, cuya lectura recomiendo, , nos recuerda que  de acuerdo con estimaciones de Naciones Unidas el consumo de drogas aumentó de manera significativa en los diez años comprendidos entre 1998 y 2008. La cocaína, el problema más grave de las Américas lo hizo en un 27%.
Tiene entonces todo el sentido la revisión del tema que empezó en la Cumbre de las Américas de Cartagena. La OEA recibió la responsabilidad de presentar a los Presidentes un informe con los escenarios que hagan posible intentar su reemplazo por otra política que pueda mostrar mejores resultados en los próximos años. Pero es importante entender lo que pasa en Estados Unidos para calcular una parte de las dificultades que afronta ese intento de reforma.
Es conocido el enfoque de control de daños y manejo del consumo como un problema de salud pública que aplican países europeos. Holanda, Suiza, Portugal entre otros son ejemplos que aparecen en todos los foros como muestras que es viable. Pero y los Estados Unidos?
El gobierno del presidente Obama plantea que en el actual período se ha diseñado un enfoque distinto al anterior centrado en ejercicio de autoridad. El nuevo enfoque se basa en tres principios: 1. Tratar el consumo como un problema de salud pública. 2. Lograr que la co-responsabilidad se materialice en una cooperación internacional genuina. 3. Debe ser estrategia integral, multifacética.
En el tratamiento del consumo interno, los norteamericanos parecen empezar a seguir el camino de países europeos. Como prueba del cambio de enfoque, se muestra que en el presupuesto federal (nacional) de 2012, se están invirtiendo la suma de US$ 10.100 millones en prevención y salud pública, la mayor de la historia.
Pero también en 2012  se desembolsan otros US$ 9.800 millones de presupuesto federal en aplicación de la ley y encarcelamiento para delitos de drogas, que sumados con US$ 30.000 millones que invierten los presupuestos de los estados en el funcionamiento de las prisiones, hace que las cárceles cuesten US$ 40.000 millones al año solamente en asuntos relacionados con drogas. Al final, con el 5% de la población mundial, Estados Unidos tiene el 25% de los presos del mundo y más de la mitad están relacionados con delitos de drogas.
A los efectos de las acciones salud pública y represión del delito que los Estados Unidos realizan dentro de su territorio, debe sumarse lo que invierten alrededor de sus fronteras que en 2012 fueron US$3.600 millones en interdicción.  Pero fuera de los bordes de Estados Unidos, se mantiene el enfoque de guerra, cuyo principal efecto dentro de ese país es que los precios de la cocaína sean altos en las calles de sus ciudades, ayudando así a desestimular el consumo de los jóvenes.
El resultado neto de todo lo anterior es una disminución del consumo en ese país, especialmente entre los jóvenes. La Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud en el país del norte, muestra datos que lo confirman. Vean por ejemplo
Ello llevó al presidente Obama a plantear en Cartagena que no parecía necesario hacer modificaciones de fondo a la actual política. Todos aquellos que han sostenido que el problema era la demanda norteamericana, se han quedado ahora sin argumentos y deberían darle la razón a Obama.
Pero otra es la situación en una parte de los países latinoamericanos donde problemas como la violencia, la corrupción y el incremento del consumo con pobres políticas de salud, señalan una situación bastante distinta.
Por eso es necesario preguntarse. ¿Logrará algo el informe de la OEA? Si ello depende de cambios en la posición de los Estados Unido, se ve difícil. La iniciativa queda en quienes vivimos al sur del Rio Bravo.