En marzo de 2008 la alcaldía decidió cerrar el camino a Monserrate “por el peligro de un deslizamiento de tierra y la caída de una gran roca”  y así continua cerrado hasta el día de hoy. Mientras en la legendaria China construyeron en los últimos cuatro años una vía de 1318 kilómetros para un tren bala, en Bogotá no fueron capaces de arreglar los 2.2 kilómetros de un camino ya abierto y que nunca, gracias a la labor preventiva de sus habitantes y usuarios, había presentado problemas graves de derrumbes o circulación. Lo extraño del caso es que el peligro en Monserrate más que las rocas o los deslizamientos son los atracadores que ahora tienen por víctimas además de los deportistas madrugadores a los turistas y comensales nocturnos de los restaurantes de la cima. Eso sí, la tienda de souvenirs de la iglesia, con su nombre coqueto y picarón, PRO-vocaciones, permanece intacta bajo la sotana de lo curas mientras los ladrones merodean impunes por las faldas de la montaña.

Se dice que el Señor caído que reposa en el Santuario y al que se le atribuyen poderes milagrosos ha sufrido un cambio paulatino en estos últimos tres años, ya no otorga favores sino desgracias, ya no crece su pelo, ahora es lampiño; y el que era un divino rostro se ha transfigurado en Samuel Alcalde caído. La maldición, al fin, alcanzó al burgomaestre de los bogotanos (se le revirtió el daño causado a los millares de deportistas y de familias que no han podido volver a disfrutar de uno de los mejores planes gratuítos que tiene la ciudad). Pero mientras unos son dolorosos otros son gozosos: la gran beneficiaria del cierre del camino ha sido la curia, que ha postergado el arreglo de los doscientos metros del camino que le corresponden mientras recibe ávida el superavit que le genera la venta de tiquetes del teleférico y el funicular, que hoy por hoy son las únicas vías para llegar al santuario. Teleférico a Monserrate S.A es una empresa cuya participación accionaria reportada en Cámara de Comercio antes del cierre del sendero era la siguiente: Arquidiócesis de Bogotá 88,01%,  Capellanía de Monserrate 4,319%, Seminario Conciliar de San José 4,42%, Caja de auxilios para el Clero 3,248%.

En vista de que el Señor Caído no volvió a bajar a Bogotá y que el importe a pagar para subir, además de oneroso, solo sirve para abultar las arcas de una manguala celestial de la burocracia, solo nos queda caerle al caído y desearle al responsable de tanta ineptitud el destino que se merece en el purgatorio de la curia y ante la ley de los hombres.

Bogotá, 1971. Profesor, Universidad de los Andes. A veces dibuja, a veces escribe.luospina@uniandes.edu.co