El Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dio un discurso hace mes y medio, en la capital del país, en la Universidad de los Andes. El supradirigente nacional repasó dos temas de forma concisa: la reforma a la ley de educación superior que tramitaba su gobierno y la educación superior que él recibió.
Sobre el proyecto de reforma Santos fue enfático al decir que la iniciativa de su gobierno “concibe la educación como un derecho y no como una mercancía”. Santos afirmó que para entender el punto de vista de “quienes podrían estar en contra del proyecto” se había puesto “en los zapatos de los rectores de las universidades públicas”, “en los zapatos de los estudiantes” y “en los zapatos de aquellas madres cabeza de familia que, con mucho esfuerzo, logran que sus hijos se gradúen de bachilleres y que lo único que añoran en poder tener la oportunidad de que sigan estudiando, bien sea en una universidad o en un instituto de educación técnica o tecnológica.”. Tras calzarse en tan gastadas suelas y metáforas Santos retornó de nuevo a su calzado presidencial y afirmó que esta reforma, “a la cual le ha puesto tanto corazón nuestra Ministra y tanto tiempo y tanto trabajo”, era la horma que el país necesitaba e incitando a la Ministra de Educación, presente en el auditorio, le dijo: “adelante, así haya protestas, así puedan levantarse algunos a criticarla. Esa íntima convicción que usted tiene y que yo también tengo, vamos a sacarla adelante, y esa reforma se va a volver Ley de la República.”
Santos también habló de su educación superior y señaló una “feliz coincidencia”: a su paso por el Colegio San Carlos y por el Colegio Anglo Colombiano había hecho amistad con “el Presidente del Consejo Superior y con el nuevo Rector” de la Universidad de los Andes (presentes en el auditorio). A esto añadió: “aunque no me gradué aquí de la universidad: estuve un semestre, pero fue suficiente para haber dejado una impronta en mi alma y mi corazón”; y le sumó a ese único semestre los 17 años en que formó parte del Consejo Directivo de la institución educativa. Más adelante, recalcó con orgullo otra “feliz coincidencia”: “mi Gobierno parece un salón de clases de esta Universidad”, “El año pasado teníamos seis ministros Uniandinos… ¡Ahora tenemos siete!”, “No se podrán quejar; 7 de 15 ministros no está nada mal.”, ¡Eso es casi la mitad del gabinete!”, “En el caso de las altas consejerías presidenciales pasa algo similar: de los 12 consejeros que tengo, 4 son Uniandinos —la tercera parte—.”, “Y, como si fuera poco, mi hijo Martín acaba de terminar materias en la Facultad de Derecho.”, “Mejor dicho: estoy rodeado por la Universidad de los Andes.”.
Pero, entre chiste y chanza, y sintiéndose en familia, Santos, al referirse a su gabinete “uniandino”, dijo: “En todo caso, les advierto que yo gano con cara y ustedes pierden con sello, porque si a cualquiera de ellos les va bien, sacaré pecho y diré: aquí hay algo que yo aporté; y si les va mal, le echo la culpa a la Universidad.
A la luz de los hechos recientes, se puede decir en serio que a la Ministra de Educación de Santos le fue mal: por acción supo “desconvocar” y “desaglutinar” en torno al proyecto de reforma de educación superior y por omisión supo convocar y aglutinar en contra de la misma iniciativa. Además, la Ministra de Educación no pudo comunicarse con los rectores, los estudiantes ni con las “madres cabeza de familia”, mostró una gran torpeza para contar el cuento de la reforma y con ello tanqueó “full” el vehículo de la indignación sobre el que van montados los estudiantes que marchan en Colombia. María Fernanda Campo es egresada de ingeniería de la Universidad de los Andes, ¿cumplirá Santos con la advertencia de su discurso?, ¿culpará a la universidad del fracaso de su ministra?