La valentía de Rueda es más bien vanidad. Ni lo que ella denuncia es una intimidación ni su caso encarna –como ella pretende– el drama de otros periodistas colombianos. No desconozco la importancia de la libertad de expresión. Al contrario: la defensa de este derecho está para cosas más importantes que esto.
Cada tanto el periodismo cierra filas alrededor de un periodista. Hoy le tocó el honor a María Isabel Rueda. A su indignación del domingo por haber sido citada a la Fiscalía, se sumó la protesta de colegas, directores de medios y agremiaciones. La opinión es unánime: se trata de una intimidación y una amedrentación que la columnista valientemente denuncia.
La valentía de Rueda es más bien vanidad. Ni lo que ella denuncia es una intimidación ni su caso encarna –como ella pretende– el drama de otros periodistas colombianos. No desconozco la importancia de la libertad de expresión. Al contrario: la defensa de este derecho está para cosas más importantes que esto.
La Dirección de Análisis y Contexto (Dinac) de la Fiscalía citó a María Isabel Rueda para que rinda testimonio en el caso del homicidio de Álvaro Gómez Hurtado. Como dice el comunicado oficial en respuesta al escándalo, el objetivo es “elaborar un detallado perfil del doctor Álvaro Gómez Hurtado y de la victimización del periodismo de oposición en Colombia”.
Rueda, que ha hecho alusión a la Dinac en sus columnas y que viene escribiendo sobre el caso de Gómez Hurtado, debe saber mejor que nadie que a eso se dedica esta dirección, recientemente creada en la Fiscalía. Con un enfoque menos casuístico y más integral, está investigando, entre otros, el homicidio de varios periodistas en Colombia. ¿Cómo lo hace? Con entrevistas, testimonios y documentos. ¿De quiénes? Pues de los que saben del tema: historiadores, investigadores, líderes sociales, periodistas, políticos. La Dinac no puede simplemente buscar una palabra en Google e imprimir todo lo que encuentre.
Sin embargo, Rueda interpreta el hecho desde el ángulo político, que es en el que ella está inmersa y en el que se vuelve protagonista. La citación a María Isabel Rueda, la voz crítica contra el fiscal Eduardo Montealegre, la columnista valiente, no tiene otro propósito que callarla, que doblegarla en su lucha. Pero ella seguirá adelante. Sola. Y con La W. Y con El Tiempo. Y con Julio Sánchez Cristo.
Es usual que un juez o un fiscal en Colombia cite a un periodista como testigo de un proceso que ha cubierto. La mayoría de las veces lo hace simplemente porque ve en el periodista un atajo para encontrar información y fuentes que no tiene. Ahí hay un problema y un riesgo. El problema es que la justicia acuda al periodismo como regla general y no como excepción; el riesgo, que un periodista enfrente la presión judicial para que revele la identidad de una fuente. Es ahí cuando se prenden las alarmas. (María Isabel Rueda lo vivió alguna vez en carne propia, pero con una ligera diferencia: en el caso del contraalmirante Arango Bacci, fue ella la que optó por revelar la identidad de su fuente “sin ningún recato”, en palabras de la Corte Suprema).
Ese riesgo, no obstante, no se materializa con una mera citación. Mucho menos cuando es aislada u ocasional. Conozco varios casos de periodistas que terminan tomándose un tinto en el juzgado sin más que una declaración formal. Pero también conozco la otra cara de la moneda, ese drama que está lejos de simbolizar Rueda: un periodista que suda frente al teclado porque ha recibido cinco citaciones de un Fiscal de Bolívar después de escribir sobre parapolítica; una periodista que se defiende penalmente por su propia cuenta por lo que investigó para un medio regional; un camarógrafo al que la Policía amenaza con un carcelazo si no entrega lo que filmó en una protesta.
La Fiscalía no está investigado a María Isabel Rueda, no la está vinculando a un proceso, no le está pidiendo que hable en contra de alguien. Que le haya llegado un telegrama no tendría por qué ser noticia. Dice ella que la justicia no avanza porque la Fiscalía se pone a perder tiempo con estas cosas. Lo cierto es que con el escándalo que armó nos puso a perder tiempo a todos los demás. Aquí yo aporté mi cuota.