En política, en sociedad, en democracia no pudimos, nos quedó grande la constitución de 1991 entonces volvimos a la restauración conservadora de la  Constitución del 1886… Este es un planteamiento del profesor de la Universidad Nacional Oscar Mejia. Y estamos de acuerdo.

En política, en sociedad, en democracia no pudimos, nos quedó grande la constitución de 1991 entonces volvimos a la restauración conservadora de la  Constitución del 1886… Este es un planteamiento del profesor de la Universidad Nacional Oscar Mejia. Y estamos de acuerdo.

La constitución del 91 fue una apuesta por unos valores humanísticos: una nación por consenso, que respeta su regulación institucional, que celebra y promueve la diversidad cultural y el pluralismo de opinión, que cree en la participación y propicia ciudadanía y autonomía. Pero nuestra realidad no daba para tanto… y nos quedó grande.

Entonces, miramos hacia atrás y vimos que éramos premodernos y finqueros, que nos encanta la autoridad, la nación terrateniente, la fe católica, la moral patriarcal, la patria como orgullo. Y ahí nos sentimos más tranquis, más conformes, más en casa.

Demostramos que no sabemos ser modernos. Eso que significa Derechos Humanos, Igualdad, Libertad, Diversidad de Identidades. El resultado: democracia de patrones y súbditos; identidad de la mentira: “miénteme por piedad yo te lo pido”, dice la canción.

¿Cómo es la (su) modernidad colombiana?