X. Andrade, profesor de la U. de los Andes
X. Andrade

Previsiblemente, en tiempo de elecciones, el circuito de memes estuvo orientado a dar cuenta desde las exitosas campañas de los clanes regionales delincuenciales —tipo Gnecco y Char y Torres— hasta las celebraciones del eterno ganador e iluminado historiador, Petro.

Petro piensa Petro. Como si no hubieran, literalmente, arrastrado a su candidato para la alcaldía bilingue de Bogotá, D.C. De hecho, la capital de las maquinarias habló el único lenguaje que los rebaños clientelares y corporativos permitían para evitar el éxito, precisamente, del ofuscado petrista Gustavo I Love You Bolívar. 

Papá Galán, lejos del orgullo porque su hijo haya sido elegido como alcalde, estará dándose vueltas en el ataúd al que lo condenó en su momento la propia partidocracia. ¿Cómo se sentirá el nuevo burgomaestre frente a esta paradoja, la del elegido de sus asesinos? 

Dilemas aparte, siempre se puede acusar al narco, que de todas maneras es lo mismo que los partidos y los clanes regionales, Carlos Fernando. Pregunte a Day y Nicolás para un retrato actualizado. 

En Medellín, a su vez, Daniel Quintero se lanzó a defender lo indefendible en las calles para abrigar sus nulas posibilidades delfinescas en miras a las presidenciales próximas mientras dejaba a su caricatura –Upegui, el nato perdedor y el perdedor innato— para terciar en la tierra de “Fico”. Plata es plata, comprobado. Vean los resultados.

Allá donde votan por la nueva imagen de avianca; por un Fajardo remozado; o por cualquier engendro de hipopótamo del Magdalena Medio como Federico Gutiérrez. Allá donde la Cabal apoya a Milei para exhibr su propio nazismo. Allá donde el Ubérrimo se pregunta sobre las habilidades de sus abogados para defenderlo de tantas innombrables atrocidades en su contra. 

Fuera de dramas, el presidente estuvo recontraocupado en una tarea urgente: la de esparcir el virus de la vida por todas las estrellas del universo, la misma que emprendió asiduamente desde el mes pasado. 

Quién será el imbécil que le escribió esa línea, me pregunto. No importa, este mes lució excitado adicionalmente por el eclipse solar, un fenómeno que explica, por fin, las enigmáticas gafas oscuras de Santrich. 

Amén de aquello, Petro tuvo justificada ausencia durante una semana entera gracias a su metedura de rodilla, condición clínica gravísima que no le impidió, sin embargo, seguir twitteando dado que sus contribuciones por esa vía son cruciales para orientar al presente y futuro del planeta y, así, preservar la estabilidad global. 

Posteriormente, mientras Petro se pavoneaba en China despotricando contra Israel y vendiendo quién sabe qué, la todavía alcaldesa Claudia López aprovechó para hacerle varios golazos, aéreos y subterráneos. Nada que conmueva al perpetuo triunfador, claro. El único y el más notable, según sus devotos, de las elecciones de octubre.

Los verdaderos ganadores son los jurados de votación que no verán segunda vuelta electoral para la Alcaldía en Bogotá. Solidaridad total. Para no perder más tiempo en lo que acá llaman “democracia”, coincido con ustedes: un domingo es más que suficiente. 

A propósito, si alguien duda sobre mi vocación democrática, me uno tanto al lenguaje sexista para derrumbar a Bolívar como al júbilo caleño por el triunfo de Andrés Escobar. Flamante concejal y cobarde tiroteador de manifestantes indígenas. Elegido para vergüenza de esa ciudad sólo por una cualidad: la de ser otro matón del Centro Democrático. 

Felizmente, ganó también el exguerrillero Armel Caracas, alcalde electo de Cumaribo, Vichada. Firmante de la paz. Para no mencionar a nuestro primer alcalde ruso en la historia de este platanal, el profe de inglés (4 maestrías, 2 especializaciones, 1 doctorado en sociología) Mikhail Krasnov: Tunja and Rusia forever. 

Habrá que esperar su política frente a Ucrania pues, como Petro frente a Israel, puede cambiar radicalmente al mundo. Ojalá también a Boyacá y al padrino de Mikhail, Roy Barreras. 

Siguiendo nuestro único norte e iluminados por el ejemplar optimismo de un presidente en sus momentos aparentemente menos aciagos: ¡”nasdrovia”, pueblo colombiano!