…es don dinero”, dice la sabiduría popular. Y en efecto: las rejas de la celda se derriten y los muros de la cárcel se abren como cortinas para dejar salir a una persona que ha sido condenada por graves delitos (no por el color de su piel). El estupor cunde pero nada se logra hacer frente a quien desafía al Estado con desconcertante aplomo.
No vale la pena detenerse en los episodios de esta semana. Por grave que sea la gira política del “senador” Martinez, más importancia tienen sus causas y las medidas que habría que adoptar para evitar que las instituciones sean sometidas, una y otra vez, por poderosos delincuentes. Se trata de una historia antigua: ningún progreso hemos hecho desde los tiempos de “La Catedral”, el centro vacacional puesto por el gobierno a disposición de Pablo Escobar hace cosa de veinte años. Ante todo hay que recordar que en varias regiones de Colombia, precisamente donde la debilidad institucional es mayor, abundan los dineros, legales e ilegales, que algunos clanes criminales capturan con singular eficacia. Están los derivados del narcotráfico cuya magnitud sigue siendo gigantesca. Luego vienen los derivados del saqueo a las arcas públicas, específicamente de los recursos provenientes de las transferencias de la Nación, el producto de las regalías y los destinados a financiar la salud. Mención especial merece el tríptico, altamente susceptible a la corrupción, del chance, las loterías departamentales y el monopolio de licores. Y, para no extender en demasía este catálogo, los de la minería ilegal, que es fenómeno que crece con singular dinamismo.
Voy a enumerar, así sea un ejercicio reiterativo y redundante, las acciones que habría que adoptar.
1) El mundo está en mora de establecer una política que sustituya la fracasada “guerra contra las drogas”, pero no lo hará a menos que una coalición de países productores asuma el liderazgo. México, Brasil y Colombia deberían aunar esfuerzos para este propósito. Las circunstancias son propicias. El problema es, ahora, de los tres, no sólo nuestro: El asedio contra las autoridades y los niveles de violencia en México superan cualquier precedente; el consumo de estupefacientes en el Brasil crece sin cesar.
El estudio conjunto realizado por los ex presidentes Zedillo, Cardozo y Gaviria aporta las bases conceptuales para una estrategia renovada. Y la presencia de Colombia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, nos prodiga un margen de maniobra de singular valor. ¿Por qué no se actúa?
2) El gobierno nacional cuenta con normas e instituciones para intervenir las entidades territoriales que no manejen bien sus finanzas. Bajo las reglas existentes, fortalecidas con las que fuere menester, hay que evitar la captura mafiosa de departamentos y municipios. ¿Se está haciendo lo que corresponde?
3) En ningún país civilizado se permite, con la amplitud que aquí se práctica, la proliferación de juegos de azar. Debe ser más fácil encontrar una aguja en un pajar que un empresario honesto en esas actividades. Hay que tomar decisiones radicales: a) acabar con el chance y las loterías departamentales, las cuales serían sustituidas, con beneficios seguros en términos de recaudo, por una lotería nacional; b) cerrar las licoreras, que constituyen la caja menor de ciertos políticos; los ingresos que se obtienen por esa vía serían mayores si se estableciera un impuesto al consumo. Es lo que se hace en los países civilizados.
4) El gobierno tiene claro que Ingeominas carece de las herramientas que serían indispensables para combatir la minería ilegal. Como a falta de soluciones hay que encontrar “chivos expiatorios”, se destituyó al anterior director de la entidad. Un año después nada, que yo sepa, se ha hecho para corregir la situación. Otro problema que requiere urgente atención consiste en que Colombia debe ser el único país del sistema solar en el que el gobierno no controla las cárceles. Dos cosas hay que hacer: a) eliminar la intervención judicial en el otorgamiento de permisos a los internos; b) crear una policía especializada que reemplace el INPEC, que es corrupto e ingobernable.
A pocas semanas de la elecciones regionales se sabe que, actuando aparentemente dentro de la legalidad, ciertos partidos cuyas fuentes de financiamiento son sospechosas, por decir lo menos, se aprestan a tener un magnífico desempeño electoral. ¿Será que el Consejo electoral nada puede hacer?