Hace un par de meses se puso a rodar en Bogotá una bonita, aunque breve campaña institucional a la que llamaron ¨ Póngase en mi lugar ¨. Se pretendía con esto que nosotros, los bogotanos intolerantes, paráramos un poco nuestra neura y entendiéramos que todos aquellos que hacen mal uso de la ciudad lo hacen sólo por pura necesidad de supervivencia.
Así, por unos cuantos días un selecto grupo de artistas del teatro salieron a las calles, y como cualquier vendedor ambulante se tomaron algunas zonas de la ciudad, en franca competencia con los ya allí y de tiempo atrás instalados, a ofrecer a pulmón herido sus productos. Cuando eran requeridos o reprendidos por algunos ciudadanos o por la misma autoridad, hacían gala de sus artes de persuasión y en el mejor momento soltaban su ¨póngase en mi lugar!!¨. Y santo remedio. Todos, convencidos, aceptábamos su presencia y actividad. Claro, cómo no entenderla si la situación de violencia nacional muestra aquí sus evidentes consecuencias y ni más faltaba que la ciudad capital no los acogiera.
Pero seriamente.
Porque lo que parece esconderse detrás de este tipo de campañas es la incapacidad de la administración para pensar e impulsar propuestas acertadas, que entiendan y asuman el problema de los desplazados. Mejor, el del desarrollo mismo de la ciudad. De su apropiación. Porque bajo esa sombrilla del ¨póngase en mi lugar …¨ no sólo los indefensos desplazados hacen lo que pueden, sino que los taxistas, buses, motos y peatones, lo que quieren. Y todos debemos aceptarlo. Suben y bajan de los andenes, van en contravía con sus humeantes pizzas y encomiendas y pasajeros a cuestas, pitan todo el tiempo, no respetan señal alguna, en fin. Y ni el problema de los vendedores se soluciona, ni el del transporte, ni el de la contaminación, ni se acoge a los desplazados: el despelote va creciendo. Y la administración se ha lavado las manos, porque el problema es de todos. O si no, póngase en mi lugar..
A todas estas, ¿tendrá alguien idea del resultado de la campaña? ¿ya dejaríamos de ser intolerantes? ¿cuántos lo eran? ¿cuántos lo seguimos siendo?