Una de las características del cubrimiento internacional de la mayoría los medios de comunicación colombianos es ignorar lo que sucede en los países vecinos. Se reproducen las noticias entregadas por las agencias internacionales o la verdad se mide en términos de lo que publican el Washington Post o el Economist.
Una de las características del cubrimiento internacional de la mayoría los medios de comunicación colombianos es ignorar lo que sucede en los países vecinos. Se reproducen las noticias entregadas por las agencias internacionales o la verdad se mide en términos de lo que publican el Washington Post o el Economist.
Tampoco resulta “políticamente correcto” establecer comparaciones entre los Presidentes Chávez, Uribe y Correa, o al revés, para citarlos de todas maneras en fila territorial. Sin embargo, todos tres muestran dos similitudes impresionantes: la desinstitucioanalización y el caudillismo.
En buena parte de Latinoamérica y por razones atávicas y religiosas, nos aferramos a la teoría del Salvador, fomentada hoy en día por los medios audiovisuales. Y eso es lo que ha sucedido en estas elecciones. De lo que se trata, el próximo domingo, es de romper el embrujo.
Por eso, los debates no han representado mayor información sobre el cómo, sino sobre lo gestual, el yo yo yo, la capacidad de reflexión sobre unos temas tan generales a tal punto que, como bien lo expresó Noemí Sanín en el de City TV, “ la cultura es todo”. Lo mismo puede decirse de la tecnología y de la paz. No aterrizar los programas, como sí lo hizo Vargas Lleras con las pensiones, o Pardo con la inequidad tributaria, lleva a fortalecer el caudillismo mediático, como cuando Santos dijo que no hay necesidad de reforma tributaria. Los egos de cada candidato se alborotan, pero, no nos digamos mentiras: de lo que se trata es de solucionar o de poner en cifras concretas el cómo, lo que poco se ha hecho.
Muy difícil va a ser, para la segunda vuelta, mantener la atención sin acudir a lógicas de confrontación, léase en Colombia sin apelar a ataques personales e insultos. Para contrarrestar, vamos a ver si los verdes y sus aliados proponen al fin darles el turno a los equipos.
En todo caso, el domingo no hay que actuar en función del deber ser que nos han pintado todos estos días. De lo que se trata es de cambiar un esquema que reposa en la teoría del Salvador, para construir colectivamente un país equitativo y valores que estimulen el cambio de una mentalidad que se construyó a punta de creer que todo depende del caudillo.