Por María Claudia López
La mayoría de los habitantes del mundo responderían a esta pregunta diciendo que quieren una Amazonía que siga siendo el “pulmón del mundo”. Sin embargo, a la hora de examinar las políticas y proyectos propuestos por cada uno de los países que tienen injerencia sobre este ecosistema nos encontramos con una realidad muy distinta.
Por María Claudia López
La mayoría de los habitantes del mundo responderían a esta pregunta diciendo que quieren una Amazonía que siga siendo el “pulmón del mundo”. Sin embargo, a la hora de examinar las políticas y proyectos propuestos por cada uno de los países que tienen injerencia sobre este ecosistema nos encontramos con una realidad muy distinta.
Ciertamente los países del área amazónica tienen todo el derecho de generar, dentro de sus esquemas de desarrollo, los proyectos que consideren necesarios, y de hecho están ejecutando grandes obras. Brasil por su parte, está a punto de comenzar a construir en la Amazonía la tercera hidroeléctrica más grande del mundo. Para la construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte se inundarán 516 kilómetros cuadrados y desplazará, según algunas estimaciones, entre 2000 y 3000 personas (incluyendo comunidades indígenas). Los cambios que una represa de este tipo le generan al ecosistema y a la población Amazónica son imponderables. Pese a ello, esta no es la única hidroeléctrica que se construirá en la Amazonía. En el Perú, se tiene estimado construir seis hidroeléctricas en los próximos años (http://www.bicusa.org/es/Article.11256.aspx), muchas de ellas con el fin de cubrir las necesidades energéticas de su vecino Brasil.
De otro lado, en el Ecuador se está promoviendo una iniciativa bastante interesante en busca de la conservación de la Amazonía, dado que se han encontrado reservas de petróleo equivalentes a 846 millones de barriles (http://yasuni-itt.gob.ec/%C2%BFque-es-la-iniciativa-yasuni-itt/) el Parque Nacional Yasuní (Amazonía Ecuatoriana). Dicha iniciativa consiste en no extraer ese petróleo siempre y cuando la comunidad ecuatoriana e internacional donen el 50% de los ingresos que tendría el estado ecuatoriano por las regalías de este proyecto. Muchos pensarían que la comunidad internacional se volcaría ante la idea de proteger “el pulmón del mundo”, pero la realidad es muy distinta. El dinero que ha recogido este proyecto es muy escaso “migajas”; debido en gran medida a que los donantes se quejan de la falta de estudios técnicos que muestren las ventajas de no extraer el petróleo.
En su columna de la Silla Vacía, César Caballero anunció hace un par semanas que desde Colombia se está promoviendo una iniciativa llamada Amazonas 2030, la cual busca evaluar y monitorear lo que sucede en el territorio y sus habitantes; sin embargo, el portal en donde se dará a conocer la información del proyecto sigue en construcción. Aún desconociendo el proyecto, apoyo este tipo de iniciativas nacionales, empero me pregunto si no es este el momento indicado para empezar a pensar en planes regionales(no nacionales) para la Amazonía, a fin de conservar el pulmón del mundo, su biodiversidad y la integridad de sus habitantes. Si a una iniciativa como la de Yasuní se le curaran sus defectos técnicos ¿Sería posible que la comunidad internacional la apoyara? O tal vez, lo que sucede es que en esto de la conservación de la Amazonía, como en muchos casos, cuando hablamos de conservación tenemos un dilema social, en este caso doble. El primer dilema aparece entre los usuarios directos que necesitan usar la Amazonía para su sobrevivencia y los usuarios indirectos que alegan que hay que conservarla a todo costo; el segundo dilema es entre quienes están dispuestos a no extraer recursos de la Amazonía si alguien les paga por no hacerlo, y quienes quieren que se conserve pero tal vez no estarían dispuestos a pagar por ello.