Hace unos años y a propósito de la reforma al sistema de salud, se sostuvo que la calidad de los servicios en el país era pésima y que lo que se perseguía con aquella era su mejora: buena y oportuna atención para todos. Se adujo, ayer como hoy, que el Estado, dueño de casi 100% de la oferta, era ineficiente porque sus hospitales no tenían quién les pisara los talones. Que se encontraban a sus anchas y que ya era hora de hacer un llamado a la eficiencia, con la presencia del sector privado, de tal manera que los hospitales estatales se verían obligados a mejorar su calidad al tener que competir con los que si sabían hacer bien las cosas. Hizo su aparición el mercado.
Además de la llegada de los hospitales privados fue menester la aparición de otro actor: las EPS. Su misión era la de administrar el mercado: la oferta de servicios, afiliar a la población, seleccionar a los mejores hospitales y especialistas de la ciudad y remitir allí a los clientes.  Luego, pagar a los hospitales.
Entonces, a partir de la promulgación de la ley 100 todos los colombianos tuvimos que afiliarnos a una EPS porque era desde allí y sólo desde allí que iba a ¨responderse ¨ por nuestra salud. Y la gente se afilió, bien porque tenía capacidad y pagaba mensualmente su cuota, o porque el Estado se haría cargo de los pagos de los más pobres. Y la EPS, por su lado, recaudaba los aportes y tenía la obligación de contratar con los mejores hospitales, médicos y especialistas la prestación de los servicios de salud que la gente requiriera si se enfermaba. O para que no se enfermara.
¿Cómo se esperó iba funcionar la cosa? Pues que si usted no era bien atendido atendido por el hospital, o por el médico, para la próxima podía solicitar que lo cambiaran de centro de salud o de médico. El que usted quisiera. Eso si usted no hubiera fallecido, claro. De esta manera los hospitales y los médicos se verían obligados a atender bien a sus clientes. Y la cosa también funcionaba para las EPS: cada año usted tenía la opción de cambiar de aseguradora si la que tenía no le gustaba. Si lo atendía mal.
En teoría la cosa estaba bien diseñada, por cuanto cada EPS tenía la obligación de contarle a usted cuál es la red de prestadores de servicios con los cuales ella había suscrito contratos para su atención. Y si usted creía que no eran los mejores, que lo habían atendido mal, pues se cambiaba.
En la práctica las cosas no fueron así. No son así. A los usuarios nunca les informaron, pero tampoco tuvieron la opción, de conocer la red de su EPS. No es que no fueran buenos para escoger su EPS. (¿Cuál de éstas suministra, a la hora de la afiliación del cliente, su red de entidades prestadoras?  Ninguna) Tampoco el cliente tiene/tuvo oportunidad real de cambiar de médico, de cambiar de especialista.  Casi ni de quejarse. A los médicos no les fue mejor: no se les paga lo justo. Y a los hospitales tampoco les fue bien: las EPS se demoran tanto en el pago de los servicios que éstos les venden que los ponen en situación de quiebra.
Integración vertical
La reforma había prohibido que las EPS (hoy Gestores, según la nueva reforma) montaran sus propios hospitales y que prestaran directamente los  servicios de salud, pues consideró que con esta práctica, la de la integración vertical, así se llama, se rompía el postulado esencial del mercado que tanto se defendió a la hora de la promulgación de la ley 100. Porque se acababa con la competencia.  Es decir, que si se permite a los Gestores (EPS) crear su propia red de prestadores de servicios, sus propios hospitales, estos ya no sentirán la necesidad de prestar un buen servicio, no van a competir contra nadie, pues su EPS –dueña- va a privilegiarlos por encima de todo a la hora de la contratación. Y también por que las EPS van a quedarse con la parte pulpa del negocio contratando con sus hospitales la atención de primer nivel (integración que en efecto aprobó ayer el Honorable Senado) dejando la atención de alto costo que correrá por cuenta de los hospitales del Estado. A los que por demás, valga decirlo, demora el pago con sus insolubles glosas. ¿Demoraban las EPS el pago se las facturas a sus propios hospitales?
Así que lo curioso de todo esto es: ¿porqué si hace unos años se aducía que con la libre competencia, con la agresiva entrada del sector privado, la salud de los colombianos mejoraría sustancialmente, ahora se argumente que no? Que no nos pongan a competir. Que queremos contratar con nuestros propios hospitales. Que eso de la competencia ya no va. Que lo de la salud es muy delicado para ponernos a competir
Y que eso del libre mercado, de la competencia sí, pero cuando son otros los que tienen que competir. NO cuando se trata de mi negocio. Y que el Estado hace siempre mal las cosas porque no tiene competidor. Así que la competencia es sana, solo cuando se trata de las entidades del Estado. No cuando se trata de las del sector privado. Para esas vale todo: el monopolio, la trampa, la colusión, el mal servicio..

Los senadores acaban de aprobar la reforma posibilitando la integración vertical. Si la Cámara no la para, pronostico la pronta desaparición de los hospitales públicos.