¿Quién tiene derecho a hacer hoy las preguntas que se supone que representan lo que la gente piensa?

¿Quién tiene derecho a hacer hoy las preguntas que se supone que representan lo que la gente piensa?

Durante el siglo XX, ese derecho lo ejercieron dos industrias asociadas: las grandes empresas encuestadoras y los medios de comunicación a cargo de la resonancia. Como si la cabeza de la gente fuera una mina por excavar, la opinión pública ha sido concebida como un mineral; como un recurso que se “extrae”, se “explota”, y se le “vende” a alguien. Y los precios, ¡los precios!, han sido escandalosos. ¿Cuánto paga un medio de comunicación por una de esas encuestas de titular espectacular que definen el margen de gobernabilidad del político de turno, una de esas encuestas que no sería nada si no existiera la palabra “favorabilidad”? Paga millones, es decir, investigar la opinión pública hoy, entrado el siglo XXI, es un privilegio.

En el núcleo de esa tensión nace . Buscábamos una forma de averiguar lo que cualquier grupo de personas piensa sobre cualquier cosa. No había un lugar al que acudir en procura de este tipo de información, y tampoco posibilidad de construirla.

Las encuestas y los sondeos online han sido tradicionalmente las herramientas de medición de lo que la gente piensa. Cada vez, sin embargo, sus fallas son más patentes. Está el problema del costo, que hace que la posibilidad de conducir encuestas esté prohibida para la gran mayoría de organizaciones e individuos. También hay un problema crucial de técnica: es endiabladamente difícil construir una muestra representativa de una población, muestra sin la cual una encuesta tiene poco valor. Y uno peor en los espacios online: se hace siempre, en esas instituciones que en Colombia llevan por nombre “urna virtual”, una única pregunta, y cuando se puede elegir qué pregunta se contesta y qué pregunta no (tipo el “like” dedito arriba de Facebook), realmente se está jugando a los dardos y no al póker.

Pero el problema fundamental con las encuestas y los sondeos fue identificado por el pensador caribeño CLR James en su libro Beyond a Boundary (1962). Allí dice: “una encuesta sólo puede investigar lo que el encuestador ya sabe, y ni siquiera puede hacer eso apropiadamente”. No importa qué tan bien ejecutada esté una encuesta, si las preguntas son hechas por una única fuente, la representación de lo que la gente piensa y le preocupa .

Eso para no hablar de la verdadera maquinaria movilizadora de encuestas a la gente: los estudios de mercado; la gente consultada, exclusivamente, como consumidores, lo que, desde luego, es en cierto sentido una bendición, pero quizá no tanto en otros, tema extenso sobre el que esperamos volver en algún momento en este blog.

Quizá la visión vertical de la encuesta por muestra para averiguar lo que la gente piensa tuvo algún sentido cuando las herramientas a disposición del investigador no pasaban de entrevistas cara a cara o de líneas fijas de teléfono. Tal método, colonizado por George Gallup a partir de 1936, apenas si ha cambiado en tres cuartos de siglo, y sus limitaciones sólo crecen día a día.

Por eso hemos construido Urtak, para descentralizar el poder sobre la pregunta. Se trata de una herramienta sencilla, eficiente y efectiva para averiguar lo que piensa la gente que transita los diferentes espacios online. Cualquiera puede crear un Urtak, y cualquiera que participe tiene derecho a contribuir con un número por día de preguntas propias. Aún más, los resultados de todos los Urtaks son públicos y pueden analizarse en Urtak.com. Entre más gente participe en el proceso de hacer preguntas la información construida se enriquece, no sólo en tamaño sino en calidad. Hablamos, por supuesto, del principio colaborativo, un principio que hoy con la entronización de Wikipedia tal vez suene empalagoso, pero que si uno se detiene a considerar, hace sólo diez años no pasaba, para mucha gente, de hazmerreír.

En 1948 George Gallup escribió lo siguiente: “No hay un monopolio sobre las encuestas o sobre el conocimiento de cómo conducirlas”. En eso estamos de acuerdo con el señor Gallup. Pero llevémoslo un paso adelante: las herramientas de investigación de lo que se presenta como “opinión pública”, deben estar en manos de la gente. Todo el mundo debe estar en capacidad de averiguar lo que otros piensan.

Lo que publicaremos aquí, cada quince días, serán análisis breves de la participación que va teniendo lugar en los diferentes Urtaks en Colombia. Para comenzar, el Urtak del home de La Silla Vacía se abrirá y cerrará cada mes, lo que nos irá dando a todos una imagen más precisa en términos de la línea del tiempo de esta comunidad de lectores. Al mismo tiempo, trataremos otros temas aledaños, sobre nuestra herramienta y en general sobre la investigación de la opinión pública, y tendremos colaboradores invitados que aportaran sus propias lecturas.

También tenemos otras dos aspiraciones a mediano plazo:

1. Que este espacio, monitor del añadido masivo de clics de los usuarios de Urtak en Colombia, sea colonizado por ustedes, los usuarios, de tal modo que a partir del 1 de abril esperamos recibir al correo <<>>, cualquier oferta de post de máximo 300 palabras, que sea una lectura de la base de datos, base pública sobre la que ya diremos más cosas más adelante, porque hay más cosas por decir. Elegiremos, editaremos si conviene, y publicaremos, cómo no.

2. Que si algún día, por casualidad, reciben una de esas llamadas fantasma o una de esas visitas fantasma, de una empresa encuestadora, le digan no gracias, prefiero responder en Urtak, o todavía mejor, prefiero preguntar en Urtak. Aunque la verdad es que todos sabemos que las opciones de que algo así suceda son mínimas, y lo sabemos porque todos hemos tenido el amigo que ha trabajado como encuestador, el amigo que llena él mismo las encuestas, inventa perfiles, opiniones, y entrega su trabajo a tiempo.

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