Por: Casa de las Estrategias. 

Las teorías que dan explicaciones sobre el “reclutamiento” de jóvenes en las urbes al servicio de algún cartel del narcotráfico, varían dentro de unos márgenes de análisis muy amplios. En un primer momento encontramos aquellos análisis economicistas que dan cuenta de una oferta, demanda y precios; donde los jóvenes “ofrecen” unos servicios a unos precios que finalmente terminan disminuyendo con el aumento de jóvenes dispuestos a delinquir. Aquí la posibilidad de que un joven cometa un delito o no, estará en función del beneficio económico que de éste obtenga. Luego, y desde un análisis sociológico, encontramos teorías que dan cuenta de condiciones estructurales en el territorio, la familia y el entorno en general, que se entienden como factores determinantes para que los jóvenes “decidan” delinquir. Estos factores vienen desde las condiciones urbanísticas, pasando por el control de los colegios hasta las formas de configuración de la familia.

Lo problemático de estas teorías es que sitúan al joven en un identidad proscrita, en tanto no se tiene en cuenta su capacidad de agencia y se les relega a estar sujetos a condiciones externas, olvidando por completo las decisiones vitales que los jóvenes están tomando (cada vez desde más temprana edad).

Es por lo anterior, y desde un conocimiento situado como es el estudio que hemos venido realizando con los jóvenes en Medellín, que queremos problematizar algunas de estas teorías mostrando otras condiciones y contextos en los que se da este, a veces mal llamado, reclutamiento. Para esto, analizaremos tres formas que hemos identificado en que se da el supuesto reclutamiento entre jóvenes. Aunque aquí identificamos tres formas repetitivas entre varios testimonios, estamos conscientes que en otros contextos se pueden presentar casos diferentes.

Lo que hay en el barrio

Algunos de los testimonios recogidos pasan por mostrar que los conflictos que, en cierto modo, entraron a la ciudad, como puede ser el caso del paramilitarismo, lo hicieron cooptando, amenazando, o, “seduciendo” a los jóvenes que de una u otra manera ya estaban insertos en alguna dinámica delincuencial en el barrio.

Aquí el relato pasa por mostrar que la presión armada y el miedo que se presentaba inminente en cuadras y territorios muy pequeños, resultaba en dos posibilidades identificables. En la primera, jóvenes que estaban en una esquina, quizá fumando mariguana o robando, terminan armando su propio combo en la misma coyuntura de la violencia y “defendiendo el territorio” del grupo que entra. La segunda posibilidad mostrará que con la entrada de estos grupos, el combo o parche, o por lo menos algunos de sus jóvenes terminarán haciendo parte de este grupo que entra al barrio.

Esta forma de “reclutamiento” mostrará como jóvenes, que de una u otra manera ya han estado en contacto con el delito, terminan mejorando sus habilidades para éste, en tanto la presencia del conflicto en otros niveles y con otros actores los lleva a aprender a manejar armas de mayor calibre y otras habilidades propias de grupos de mayor tecnificación.  

Consígame pelados

Esta forma, parece basarse en una lógica de control territorial y de microtráfico dentro de redes del narcotráfico. Sobre ésta, se identifica que en ciertas coyunturas del conflicto entre redes diferentes de narcos, se busca conseguir pelados para tener ciertos grupos en determinados lugares que permitan viabilizar cosas como la distribución de droga, el manejo de armas, lavado de dinero, y, algo que parece todavía efímero pero que es repetitivo, la necesidad de tener jóvenes armados en un barrio o cuadra como forma de control o disputa hacia otra red de narcotráfico que puede tener también jóvenes en condiciones similares.

La forma que hemos visto que esto se da empieza por algún narco que, a través de intermediarios, busca conseguir jóvenes para el fin expuesto. El método pareciera simple: se contacta alguien que no necesariamente es del barrio para que vaya a éste y con una investigación previa,  que pasa por entender si existen grupos delincuenciales, empieza a contactar pelados que estén en algún parche de esquina o cancha y que tengan cierta unidad u ocupen frecuentemente juntos un espacio. El contacto, una vez encuentra a estos jóvenes, viene con ciertas formas de seducción que empiezan con motos, ropa y, en algunos casos, armas y drogas. Una vez se da este contacto inicial, y los jóvenes muestran interés, el intermediario empieza a darles algunas ordenes y a conseguirles un espacio para montar una plaza de vicio.

Este “reclutamiento” casi siempre se da en un muy poco tiempo. Nos cuentan que si bien hay varios beneficios que de entrada reciben los jóvenes, estos dependerán de las mismas dinámicas cambiantes del conflicto, entonces una vez se establece este grupo con alguna incidencia en el barrio y reconocimiento, estos fácilmente pueden ser cooptados por otra red u otro narco según los beneficios que se les ofrezcan

                                      Imagen: Camila Álvarez.

Mi cucho

Una de las formas que más repetitivamente aparece en muchos testimonios tiene que ver con lo que podría llamarse “seducción”. Sobre ésta, encontramos que dentro de las mismas cotidianidades del barrio se encuentran “cuchos” o mandos medios del narcotráfico los cuales se acercan a los pelados durante mucho tiempo y de maneras muy sutiles. Estas formas de acercamiento se encuentran alrededor de los mismos pelados que habitan el barrio o la cuadra que, al estar cerca de estos personajes, son llamados a que hagan mandados, vueltas, a que compren trago, etc., logrando que se acerquen y que se empiecen a interesar por aquéllos que les dan propinas, les prestan motos o los dejan que estén con ellos en un bar o en una tienda tomando algo.

Una vez los jóvenes empiezan a sentir cierta afinidad con estos personajes, se les empiezan a pedir favores más grandes como llevar alguna bolsa con algo a otro barrio u otro lugar de la ciudad, se les empiezan a mostrar armas y, algunas veces se les ofrecen drogas, logrando que los jóvenes empiecen a entender de qué se trata lo que le ofrecen, pero en contraste con la afinidad con quien se los ofrece. Aquí parece que se presentan dos posibles reacciones de los jóvenes ante las tareas que les exigen. Una tendrá que ver con la amenaza y la coerción de hacer lo que les exigen como contrapartida con lo que ya los jóvenes han visto, escuchado o con lo que ya se la ha dado, y, la otra, pasa por la afinidad que crea el joven con el “cucho” que termina en, cierto modo, sintiendo importante y justificable las tareas que éste le pide.

Esta forma de socialización puede ser la más complicada de entender y la que mayores texturas y diferencias tiene, en tanto sus posibilidades se dan dentro múltiples coyunturas y azares que finalmente estarán hablando de las formas de socialización que se le presentan a un joven en un barrio marginal y algunos aparentes afectos que puede percibir el joven en uno de estos mandos medios o “cuchos”.

A manera de cierre vale la pena decir que, entendiendo que sólo son tres formas identificables, los modos en que se da el “reclutamiento” entre jóvenes pasarán también por las coyunturas mismas de diferentes formas de delincuencia que pueden presentarse en un barrio, en tanto las necesidades de violencia y control demandarán mayor o menor coerción en el acercamiento que tienen la delincuencia a los jóvenes.  Aquí es importante destacar, desde los casos vistos, que casi siempre hay un espacio de posibilidades en el que los jóvenes pueden detectar los riesgos que conlleva seguir en un escenario que se le plantea desde muchas posibilidades.